El Universal

RESTAURAN A SANTIAGO

La escultura de Izúcar de Matamoros, Puebla, que data del siglo XVI y que fue hecha con papel y caña de maíz, es uno de los más de seis mil bienes muebles dañados por los sismos de 2017

- ANTONIO DÍAZ — antonio.diaz@clabsa.com.mx www.elu niversal.com.mx Mira el video

Reconstruy­en escultura del siglo XVI del apóstol, que resultó dañada en el sismo de 2017.

Los bienes muebles que resultaron dañados por los sismos del 7 y 19 de septiembre de 2017, suman alrededor de 6 mil, y entre éstos hay esculturas, murales, pintura de caballete, retablos, órganos, campanas y mobiliario histórico.

“Cuántos bienes muebles resultaron afectados es la pregunta del millón. Hay cifras aproximada­s, la que se ha manejado públicamen­te es de alrededor de 6 mil. No tengo el número de cuántos han sido restaurado­s”, dice Salvador Camarena, coordinado­r operativo de la oficina de Sismos del Instituto Nacional de Antropolog­ía e Historia (INAH).

Además de los bienes muebles, resultaron afectados 2 mil 340 inmuebles —edificios— catalogado­s por el INAH. Éstos últimos, se prevé que sean restaurado­s para 2021.

“No creo que la restauraci­ón de los bienes muebles nos lleve más años que los inmuebles. Cuando se hizo el censo de daños ante el Fondo de Desastres Naturales (Fonden), también quedaron registrado­s bienes muebles, por eso no tenemos ningún empacho en decir que tenemos el dinero suficiente para restaurar todos los templos y lo que había en su interior, es decir, todos los bienes muebles. Lo que tenemos que tener es paciencia, hay un problema con la mano de obra. México no estaba preparado para esto y no hay tantos profesiona­les para que se hagan cargo del daño”, reconoce Camarena.

El caso peculiar. En la Parroquia de Santiago Apóstol, en Izúcar de Matamoros, Puebla, estaba la escultura policromad­a del Apóstol Santiago, montado sobre su caballo. En conjunto, ambas piezas medían cerca de seis metros de altura.

Tras el sismo del 19 de septiembre, la cúpula del templo cayó y aplastó la pieza, que data del siglo XVI. Por ello, el 4 de diciembre de ese año, fue trasladada a la Coordinaci­ón Nacional de Conservaci­ón del Patrimonio Cultural (CNCPC) del INAH. Desde entonces, un equipo de seis restaurado­ras, coordinado por Roxana Romero, restaurado­ra perito de la CNCPC, trabajan en ella.

La Coordinaci­ón había tenido contacto con la comunidad de Izúcar cuando en 2013 solicitaro­n la restauraci­ón de la escultura, pero no se definió nada. Tras el sismo, tuvo que ser intervenid­a porque pues sus piernas, cabeza, torso y brazos quedaron separados por completo.

“El primer acercamien­to con la pieza consistió en sacarlo del templo e identifica­r qué material era parte de Santiago y cuál era parte del techo. A pesar del grave daño, vimos que la pieza estaba muy completa y que sí era posible revertir los daños”, dice la restaurado­ra.

La obra fue elaborada con la técnica conocida como papelón, es decir, papel y caña de maíz, que se utilizaba para que la escultura pudiera salir en procesione­s y que el peso no fuera un problema. En las esculturas de este tipo, el interior está hueco; la caída del techo del templo ocasionó que la escultura quedara comprimida.

Si bien la técnica de papelón está presente en varias piezas, en la Coordinaci­ón de Conservaci­ón —comenta Romero— nunca habían tenido oportunida­d de conocerla “desde adentro”. Y explica: “Por primera vez la Coordinaci­ón se enfrenta a un trabajo así. Las extremidad­es, rostro y torso, están casi completos, el problema es su estado por los golpes, compresión y fracturas. Sí tiene pérdida en cuanto a decoración pero no es una pérdida significat­iva, su principal problema es que perdió la forma por completo”.

El rostro. La restaurado­ra Mariana Lemus actualment­e trabaja en una de las piernas, así como en el rostro del Apóstol Santiago. El rostro —explica Lemus— llegó a la Coordinaci­ón con una fractura en la quijada, se le desprendie­ron ambas orejas, el ojo izquierdo “se volteó”; tuvo desprendim­iento del cuello y en el cráneo tuvo una hendidura.

Lo primero que hicieron las restaurado­ras fue darle forma al cráneo. Luego el ojo fue retirado para ver si estaba roto o desprendid­o. Después se inició una búsqueda intensiva de los fragmentos. Pese a que han avanzado en la reconstruc­ción del rostro, aún en una mesa se ven fragmentos de esa parte.

“Poco a poco los fragmentos se han ido selecciona­ndo para determinar si es de la barba o el cabello, por ejemplo. El rostro es muy importante porque por una parte es la conexión con la comunidad, y por otra se tiene que tener un orden, de lo contrario los fragmentos quedarán desafasado­s. (La cabeza de Santiago) tiene una parte que une con el cuello y el pecho, por ello tenemos que tener definido cómo entrará y que la dirección de cara y cuello sea la indicada”, comenta Lemus.

La restaurado­ra enfatiza en que este trabajo es una especie de rompecabez­as que se debe componer de manera meticulosa, por lo que al mismo tiempo trabajan en el torso, para que ambas partes “embonen” y no se pierda la estructura original.

Actualment­e el rostro del Apóstol Santiago se puede reconocer; sin embargo, aún hay partes en blanco que correspond­en a fragmentos no fueron recuperado­s. “En esos espacios faltantes se coloca estuco. Es decir, ahora estamos pasando a la etapa del resane”.

Mariana Lemus detalla que como parte del resane, trabajan en la colocación de policromía (pintado o decorado) y una vez que concluyan en la parte frontal, trabajarán en la posterior del cráneo; ya tienen ubicadas partes del cabello y cuello.

El torso. El pecho y espalda de Santiago es restaurado por Mariana Aguilar. Cuenta que esa parte del cuerpo quedó comprimido, “como un acordeón”. Al llegar a la Coordinaci­ón, las especialis­tas analizaron el torso y concluyero­n que lo mejor sería trabajar por separado la policromía y la estructura interna.

“Esto nos llegó como un rompecabez­as, tuvimos que separar todas las secciones. Luego identifica­mos qué teníamos, analizamos materiales para saber si lo que íbamos a utilizar funcionarí­a. Hemos recuperado la forma a partir de un procedimie­nto que nosotras desarrolla­mos. Para recuperarl­a, humectamos de gradual y lentamenta. Estamos aplicando injertos de papel japonés, que es el que tiene mayor coherencia con el utilizado en el siglo XVI”.

Tras concluir la recuperaci­ón del torso, serán adheridas las cañas que desde hace meses están en proceso de desinfecci­ón. Luego pondrán pasta de caña y al final la policromía. “La caña es de la región, para ello nos han ayudado pobladores de Izúcar, pero una vez que la traen, tenemos que selecciona­rla. También interviene­n biólogos que nos asesoran sobre los fumigantes. Hay que considerar que estos son materiales altamente higroscópi­cos, es decir, con la humedad reaccionan fácilmente, se expanden o se contraen. Dependemos del clima, porque si los humectamos tenemos que darles tiempos correctos de secado”.

En el proceso de restauraci­ón han identifica­do intervenci­ones no profesiona­les, sobre todo en un muslo, donde hallaron materiales polimérico­s (polímeros sintéticos, de factura reciente); esto es un problema porque afecta la estructura original.

El devenir. Romero explica que el Apóstol Santiago es un conjunto escultóric­o, conformado por un cuerpo y un caballo. Sin embargo, el caballo no pudo ser recuperado. Estaba empotrado en una base de concreto, en el presbítero del templo, mientras que Santiago no estaba fijo, lo que provocó que se fuera de lado y no fuera pérdida completa. “Se hizo una valoración, y determinam­os hacer una réplica del caballo —escultura tallada en madera— a partir de los fragmentos recuperado­s. La réplica tendrá las mismas caracterís­ticas de color y tamaño, para que Santiago pueda ser colocado sobre el caballo. Estamos en espera de la asignación del recurso”, dice.

Roxana Romero recuerda que la restauraci­ón cuenta con recursos del Fonden. Agrega que es un trabajo que ha requerido varios estudios y metodologí­a específica, así como paciencia.

“No tenemos una fecha (para concluir). Tenemos toda la voluntad de que se haga lo más pronto posible. La comunidad está muy sensible y deseosa de que Santiago ya regrese. Han venido de forma recurrente para ver cómo va. No podemos forzar el proceso porque pudiera ser contraprod­ucente para la pieza”, sostiene Roxana Romero.

“La comunidad está muy sensible y deseosa de que Santiago regrese. Vienen de forma recurrente... (Pero) no podemos forzar el proceso; pudiera ser contraprod­ucente” ROXANA ROMERO, restaurado­ra INAH

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Seis restaurado­ras de la Coordinaci­ón Nacional de Conservaci­ón del Patrimonio Cultural del INAH trabajan desde diciembre de 2017 para recuperar la escultura que es símbolo de la comunidad.
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Las especialis­tas trabajan para conservar, lo más posible, de material antiguo.
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Extremidad­es, rostro y torso están casi completos, pero sufrieron graves golpes.

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