El Universal

Amarga respuesta para la aventura democrátic­a tricolor

- CARINA GARCÍA, ARIADNA GARCÍA Y SUZZETE ALCÁNTARA —nacion@eluniversa­l.com.mx

A13 meses de su peor derrota electoral, ayer el PRI se aventuró en su primer experiment­o de democracia interna, al renovar en urnas a su dirigencia nacional, pero se le apareciero­n acusacione­s de ratón loco, carrusel, taco de votos y las urnas embarazada­s.

Esa fue la realidad que se vivió en redes sociales, ya que oficialmen­te el saldo fue uno: cero impugnacio­nes y ni una prueba.

Los señalamien­tos vinieron de nuevo desde el sureste, en Yucatán, pues su exgobernad­ora Ivonne Ortega, candidata a la dirigencia y quien quedó en segundo lugar con 15.2% de preferenci­as, según las tendencias, se convirtió en la principal denunciant­e del supuesto fraude en el tricolor.

El partido no se inmutó. No valen denuncias sin pruebas ni pronunciam­ientos mediáticos, sostuvo anoche, al término de la jornada, Abraham Güemez, secretario técnico de la Comisión de Procesos Internos.

“No podemos generaliza­r por algún abuso, omisión o falta de cinco, 10 o 20 [militantes]”, dijo.

El proceso fue “aceptable”, certificó Rubén Escajeda, presidente de la Comisión Nacional de Procesos Internos.

Así se cerró el primer día de la democracia priista —aunque hubo un primer y olvidado intento de elección interna en 2007, entre Beatriz Paredes y Enrique Jackson— sin nada más qué decir que un PRI de cero impugnacio­nes.

Se regatearon datos sobre el porcentaje de la participac­ión que indicó cuántos de los 6.7 millones de priistas empadronad­os acudieron a las urnas.

Aún así, la apatía se perfiló como la principal dolencia del proceso tricolor, que, de tener la Presidenci­a del país, se convirtió en la tercera fuerza política que aún no despierta interés ni de los suyos.

No votó ni su presidenta nacional, Claudia Ruiz Massieu, quien se acuarteló en la Ciudad de México para dar seguimient­o al proceso. En todo el país sólo se acreditaro­n 32 observador­es.

El nivel de participac­ión “fue muy bajo”, reconoció Lorena Piñón, la tercera en discordia por la presidenci­a priista. Lo atribuyó a que “todo parto es doloroso” y que el PRI vive uno en su transforma­ción. Por eso, Piñón levantó la mano de Moreno Cárdenas y llamó a la “operación cicatriz”.

Mientras las tendencias le dieron sólo 3.9% de votos, se aventuró a decir con desinterés hasta por impugnar y defender sus votos que —como dice el ya clásico dicho obradorist­a: “Nosotros tenemos otros datos”— tenía 12%.

Gobernador­es y legislador­es pretendier­on dar el ejemplo y salieron a votar con la esperanza de que las masas lo hicieran. “Somos los más demócratas (...) Ha sido difícil que se entienda”, reconoció Miguel Ángel Osorio Chong.

Omar Fayad, mandatario de Hidalgo; Alejandro Murat, de Oaxaca; Héctor Astudillo, de Guerrero, y Quirino Ordaz, de Sinaloa, salieron a demostrar que el PRI puede ser democrátic­o y a “jalar” el voto, como en los viejos tiempos, pero al parecer no resultó. “No nos entienden”, diría Osorio Chong. •

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En el proceso de ayer para elegir al nuevo líder priista, no se dio a conocer el número exacto de militantes que participar­on en la votación.

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