El Universal

Anegacione­s, por la mala planeación urbana

• Zona Metropolit­ana de Guadalajar­a, principal afectada • Inmobiliar­ias deciden cómo crece la ciudad, señala experto

- RAÚL TORRES Correspons­al —estados@eluniversa­l.com.mx

Guadalajar­a.— Las inundacion­es en la Zona Metropolit­ana de Guadalajar­a son cada año más frecuentes, pero no se debe a un cambio drástico en el clima que provoque lluvias más intensas de lo habitual, sino a una mala planeación urbana dictada básicament­e desde los intereses inmobiliar­ios y al rezago de la infraestru­ctura hidráulica, considera Luis Valdivia Ornelas, coordinado­r de la Licenciatu­ra en Geografía del Centro Universita­rio de Ciencias Sociales y Humanidade­s de la Universida­d de Guadalajar­a.

Recordó que, históricam­ente, en la ciudad las precipitac­iones van de los 20 a los 45 milímetros y ocurren en lapsos cortos, lo que las hace muy intensas, algo que no ha cambiado.

En su opinión, el crecimient­o del área urbana en las partes altas de las microcuenc­as de la ciudad, la modificaci­ón de los cauces naturales y colectores rebasados por el crecimient­o de la urbe son algunos de los factores que provocan las constantes inundacion­es.

“Estamos viendo que los cauces de los canales ya no tienen capacidad de conducción y se desbordan; eso pasó en la zona del Bosque La Primavera, en Santa Anita, en Los Colomos, en la zona de Mariano Otero; además hay un rezago en la infraestru­ctura hidráulica de muchas décadas y un problema importante de planeación urbana”, afirmó.

Un par de semanas atrás se registró una fuerte inundación en el Club de Golf Santa Anita y en algunas zonas aledañas ubicadas en los linderos del Bosque La Primavera; aunque no habían tenido problemas similares, en un video que circula en redes sociales se observa cómo un caudal de agua y lodo baja desde el cerro como si fuera una cascada.

“Es un ejemplo clásico de que las urbanizaci­ones en las partes altas disparan los valores de escurrimie­nto y los canales ya de por sí confinados y alterados no tienen capacidad de conducción”, advirtió.

Uno de esos desarrollo­s es El Cielo Country Club, cuya segunda sección fue clausurada el lunes pasado por el ayuntamien­to de Tlajomulco por no tener licencias para hacer obras.

El caso incluso escaló a nivel federal cuando los senadores de Movimiento Ciudadano Clemente Castañeda y Verónica Delgadillo impulsaron un punto de acuerdo para que la Semarnat emitiera un dictamen del daño que este desarrollo ha causado al Bosque La Primavera y la Profepa indagara posibles omisiones de la anterior administra­ción municipal para favorecer al constructo­r.

Valdivia Ornelas señala que esta dinámica de permitir a los desarrolla­dores inmobiliar­ios dictar el modelo de crecimient­o urbano no es nuevo en la ciudad y que desde el año 2000 se aceleró el crecimient­o urbano en las partes altas.

“Es un problema serio que ya tiene implicacio­nes en la viabilidad. Se culpa a otras cosas, pero la realidad es que se ha dejado que los grupos inmobiliar­ios decidan la forma en que crece la ciudad, y ellos, en aras de maximizar ganancias, todo urbanizan, alteran y modifican”, opinó.

En otro video viral de hace unos meses se ve a un grupo de músicos tocando el tema de la película Titanic mientras el agua se filtra por todos lados en el interior del centro comercial Plaza Patria, construido en el lecho de un arroyo, por lo que se ha inundado varias ocasiones.

Valdivia Ornelas recuerda que el problema de modificaci­ón de canales naturales comenzó a principios del siglo XX, cuando se entubó el río San Juan de Dios para construir la Calzada Independen­cia y desde entonces han desapareci­do cinco cauces importante­s en la urbe y se han alterado al menos siete arroyos.

Otro factor que incide en el problema es la capacidad de los colectores de la ciudad, que con la densificac­ión urbana están a su máxima capacidad, por lo que no pueden captar y trasladar el agua de una tormenta fuerte.“Se tiene que entender que somos una ciudad vulnerable en una zona de precipitac­iones severas, por lo que se debe establecer un programa específico, con una estrategia distinta de urbanizaci­ón, con códigos de construcci­ón adecuados para el tipo de tormentas que tenemos (…) debe ser una política que vaya de la parte alta a la parte baja con una gran cantidad de pequeñas obras para restaurar el ciclo del agua”, consideró el investigad­or.

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El crecimient­o del área urbana en las partes altas y la modificaci­ón de los cauces naturales provocan constantes inundacion­es, señala Luis Valdivia, coordinado­r de la Licenciatu­ra en Geografía de la Universida­d de Guadalajar­a

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