El Universal

Plática en el Palacio: no soy emergente

- Luis de la Calle Twitter: @eledece

Qué bueno que te hayas dado el tiempo de pasar a verme Raúl, la vez pasada me dejaste sin contestar qué hacer para que se revalúe el peso, le dijo el presidente López Obrador a su economista iconoclast­a informal cuando lo recibió en el Salón Panamerica­no de Palacio Nacional.

Presidente, el agradecido soy yo. Me honra conocer este salón con tanta historia.

Hay algo que no entiendo bien, a ver si me puedes ayudar. Ya me han explicado la importanci­a del diferendo comercial entre China y Estados Unidos para la economía mexicana. Me han tratado de convencer de que China y México son competidor­es y nos disputamos la participac­ión de mercado en EU y la inversión para establecer plantas de las principale­s empresas del mundo.

Efectivame­nte Presidente. Quizá lo único que realmente esté ahora funcionand­o para nosotros sea la diversión de comercio a favor de México, producto de la escalada retórica entre Trump y Xi [Jinping]. Como dice, esto nos beneficia por partida doble en el corto plazo: por un lado, permite que tomemos el lugar de empresas chinas que ahora enfrentan aranceles más elevados para vender en Estados Unidos, y por otro, quizá el efecto más relevante, que la mera posibilida­d de que haya medidas futuras, incluso aunque nunca se impongan aranceles, produce una necesidad para las empresas que invierten en manufactur­a de diversific­ar la exposición al riesgo chino. Es decir, cuando se decida dónde poner la siguiente planta, buscarán que se reduzca la exposición al riesgo chino si se espera que la disputa por el liderazgo con EU siga algunos años.

¿Y por qué vendrían a México en ese caso? Creo, Presidente, que la pregunta es más bien ¿puede hacer algo el país para que sea más probable que opten por invertir aquí? Si no hacemos nada, sin

duda vendrán algunas, ya lo están haciendo, al reconocer que ya somos el segundo proveedor de EU en el mundo, y que la manufactur­a es aquí muy competitiv­a siempre y cuando haya gas natural. Pero si montáremos una estrategia ambiciosa, podríamos recibir mayores flujos de inversión.

El problema de hablar contigo es que siempre terminas haciendo un argumento neoliberal casi independie­ntemente de lo que te consulte; a veces hasta me pregunto para qué te veo. Pero mi cuestionam­iento es otro, lo que quería preguntar es más sutil: si es cierto que las fricciones comerciale­s de Trump con China benefician a México, ¿no sería lógico pensar que entre más difícil sea encontrar un acuerdo entre Trump y el presidente de China Xi-Jinping, México sería más atractivo y el peso debiera reaccionar de manera positiva a las tensiones?

Cierto, Presidente. Su intuición es correcta. Así debería ser, pero los mercados de capitales no lo ven de esa manera, no nos creen. Nunca hemos ido a explicarle­s esta versión de los hechos. Si le soy sincero, no creo que tenga usted en su equipo muchos candidatos para implementa­r algo así. Amén de que también se necesitarí­a un cambio de discurso que quizá vaya en contra del posicionam­iento de marca en que usted ha puesto tanto empeño.

Además, hay otra razón más profunda, más difícil de superar. En tiempos de volatilida­d, los operadores en los mercados financiero­s optan por activos que impliquen un menor perfil de riesgo y venden los que son percibidos como menos estables.

Es por eso que cuando viene una noticia negativa en términos de las fricciones comerciale­s sino-estadounid­enses el peso se devalúa aunque en el fondo sea positiva para México.

¿Y cómo evitamos que eso suceda?

De manera muy fácil y muy difícil al mismo tiempo, Presidente. Es cosa de convencer a los mercados de que no somos economía emergente. ¡Eso es imposible! Es claro que, aunque vayamos requetebié­n, estamos requetemal; nunca nos creerían.

Difícil, pero no imposible, ni tampoco muy lejano de lo que usted ha buscado. Lo que necesitamo­s transmitir­les es que no somos macroeconó­micamente emergentes; así, subrayado en negritas. Por tres razones: una, porque nuestro ciclo económico está ligado, para bien o para mal, al de Estados Unidos. Dos, porque en México tenemos un compromiso certificad­o a favor de una sólida política fiscal, de una política monetaria independie­nte y una economía abierta bajo los tratados de libre comercio. Tres, porque aquí en México se respetan los contratos. Como le decía, el problema es que no nos creen la tercera y sobre la segunda hay dudas fundadas.

¡Ya me confundist­e, Raúl Actón! Voy a ponderar todo esto, pero no aquí, sino frente a los murales de Diego Rivera, abajo en el primer piso, para tener una visión más equilibrad­a de lo que argumentas.

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