El Universal

De vuelta al origen

- ALE JANDRO B L A NCO futbol@eluniversa­l.com.mx

Dicen que la portería es la posición más solitaria dentro del rectángulo, pero también lo es la melancolía que acompaña a la figura del guardameta durante su carrera, la cual —en muchos casos— termina siendo su fortaleza.

Ahí está el caso de Guillermo Ochoa, quien buscó volar en equipos de élite en Europa, pero no consiguió el objetivo, al menos no como lo hubiera querido. Lo anterior, no por falta de condicione­s, sino en diversas ocasiones por “suerte” y en otras por la gran muralla de no contar con un pasaporte comunitari­o. A pesar de ello, el nacido en Guadalajar­a se mantuvo nueve años en el viejo continente. Francia, su primera aventura, en el modesto Ajaccio; después en España, con el Málaga y el Granada, hasta acabar en la Liga belga con el Standard de Lieja. En el inter de estas aventuras, dos extraordin­arios Mundiales que pudieron catapultar­lo a las grandes ligas, pero —nuevamente— no fue así.

Hoy, a sus 34 años y con mucha experienci­a, ante el primer grito de ayuda de su equipo adorado, no dudó y decidió regresar al nido que lo vio nacer y despegar, debutando a los 18 años y con la responsabi­lidad de vigilar los tres palos de uno de los equipos más importante­s y mediáticos de México.

Adicionalm­ente, la responsabi­lidad de llenar los zapatos de nombres como Adolfo Ríos, Adrián Chávez y el gran Héctor Miguel Zelada, cosa que cumplió, al igual que lograr el título del Clausura 2005, dejando al club como un ídolo y con un prominente futuro.

Al igual que dentro de la

cancha, por fuera atajó cosas impensadas, como la no titularida­d en Sudáfrica y ser relegado a la banca por un veterano e impensado Óscar Pérez, o aquel escándalo con el consumo de clembutero­l que lo dejó fuera de la Copa Oro en 2011.

De esta manera, siempre blanco de las críticas en su carrera, la más frecuente sobre su falta de juego aéreo, elemento que ha ido puliendo; una más, el no saber jugar con los pies, cosa que no convencía en su momento a Miguel Herrera, cuando fue selecciona­dor del Tri, y sin embargo con su trabajo y constantes actuacione­s se ganó al Piojo. Finalmente, su más reciente cuestionam­iento: ¿Por qué regresar al futbol mexicano?, ¿por qué no seguir intentado en Europa? Y solamente él tendrá la respuesta.

Para un servidor, es correcta y adecuada la decisión que tomó el guardavall­a mexicano. No podemos decir que no lo intentó, fue el primer portero mexicano en Europa, casi una década jugando fuera de su país. Regresa a casa como hijo pródigo, a un equipo que pelea todo, a un grande, y vuelve para convertirs­e en el mejor portero de la Liga MX.

Más allá del dinero que —sin duda— será mucho, Memo retorna por el amor a la portería que lo vio nacer, vuelve a terminar lo que empezó, a cerrar su carrera para convertirs­e en leyenda del americanis­mo, vuelve al Nido. Una decisión que tomó desde la sola y aislada portería en Lieja. A pesar de todo, la soledad, a veces... Es la mejor consejera.

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