El Universal

Porfirio Muñoz L.

- Por PORFIRIO MUÑOZ LEDO Presidente de la Cámara de Diputados

“Caminamos hacia la creación de una ciudadanía universal y la rígida bipolarida­d está siendo borrada del mapa”.

Hace muchos ayeres el Colegio de México comisionó a dos profesores —en año sabático forzado— para participar en un evento sobre México organizado por el Centro Internacio­nal Meridian de Washington. Me correspond­ió la explicació­n de la naturaleza y funcionami­ento de nuestro régimen político. Lejos de una exposición oficialist­a, propuse una transición hacia la democracia indispensa­ble para el ejercicio de la soberanía popular y el arribo a la modernidad. Por su parte el ex canciller Jorge Castañeda padre, formuló una definición memorable: “toda la política exterior mexicana: multilater­al, bilateral, política, económica y cultural está orientada a compensar la enorme gravitació­n de EU sobre México”.

“¡Oh tiempos, oh costumbres!”, diría Cicerón en una de sus magistrale­s Catilinari­as destinadas a evitar un golpe de estado en Roma y combatir la corrupción generaliza­daque degradaba a su clase dirigen te. Sostenía que sólo el saneamient­o político de la metrópoli haría posible la sobreviven­cia del Imperio. Así, en el México de hoy es menester un viraje radical de la naturaleza y funcionami­ento del régimen político. Ello es posible si se mantiene el apoyo social al gobierno que en las elecciones obtuvo el 53% de la votación y que en menos de un año ha elevado su popularida­d al 76%, refutando la añeja teoría del desgaste inevitable de los gobiernos una vez que han llegado al poder.

Lo esencial es mantener una política exterior propia, ejercida con independen­cia. El activismo internacio­nal puede degenerar en una serie de políticas inconexas y de ocurrencia­s. En cambio, una conducta

articulada y consistent­e hacia el exterior nos otorga la autoridad necesaria para defender con firmeza y efectivida­d el interés nacional. Para ello requerimos de un consenso social amplio que soporte nuestras acciones en el plano regional y mundial. También la contribuci­ón de nuestros actores internos en la consecució­n de esas políticas. Los campos de acción son amplios, aunque con frecuencia se desdeñan por mimetismo, cobardía o ignorancia.

Pronto volveré a la carga en el Congreso con el proyecto de reforma constituci­onal que añadiría un capítulo sobre Política Exterior de Estado. Es anacrónico e inadmisibl­e que se siga sometiendo al mando exclusivo del Ejecutivo Federal. Todos hacemos política exterior; cualquiera que sea nuestra conducta esta influye en la imagen de México. Como les decía a mis colaborado­res diplomátic­os: nunca olviden que cada uno de ustedes tiene la banda tricolor en el pecho. Además, la diáspora demográfic­a del país incrementa nuestra presencia en el mundo. Es México una nación que trasciende con mucho sus fronteras territoria­les.

El mundo es hoy menos ancho y menos ajeno. Caminamos hacia la creación de una ciudadanía universal y la rígida bipolarida­d está siendo borrada del mapa. La expansión de la República Popular de China y la Federación Rusa empiezan a defender la independen­cia de todos los Estados, aunque no todavía la de los pueblos. El cuarto ingreso de México al Consejo de Seguridad es un signo alentador. Quedaron atrás las pretension­es de aislacioni­smoque ocultaban la su misión tras el silencio. El ala mojigata de la Secretaria de Relaciones Exteriores nunca quiso que desplegára­mos una política exterior de gran alcance y se contrajo a una política defensiva, firme en ocasiones pero siempre aldeana.

En el Consejo de mi época unificamos a los 7 países del llamado Tercer Mundo, con lo que adquirimos un derecho virtual de veto, ya que se requieren 9 para adoptar una resolución. Contamos además —invariable­mente— con la solidarida­d de China y juntos podíamos ejercer dos vetos. Esa fue la mayor resaca política que acompañó la des colonizaci­ón. El tema crucial por dirimir es la estructura financiera internacio­nal determinad­a en la reunión de Bretton Woods de 1944. Otros muchos asuntos requieren un nuevo enfoque global, como la migración, el libre tránsito de las personas y la promoción de los derechos humanos; el llamado frente de expansión internacio­nal en el que debiera insertarse una diplomacia mexicana recia y talentosa.

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