Filman primer corto de realidad virtual
• La historia inicia en La Huaca, forjado por africanos • Con Botella al mar busco mantenerme vigente: Benet
Veracruz.— En los muros de un barrio antiguo, forjado por la tercera raíz africana de los mexicanos, se construyó un experimento contemplativo, una puesta y una carta de amor al puerto de Veracruz.
En el Barrio de la Huaca, donde se resguarda un pedacito del Veracruz de antaño, formado por una amalgama de diversas razas y culturas, Brenda y Lucía cuentan su historia. Lo hacen de la mano del laureado cineasta veracruzano Ricardo Benet —Noticias lejanas (2005) y Nómadas (2010) —, quien se atrevió a grabar el primer corto en Realidad Virtual de Veracruz.
El material titulado Botella al mar es un esfuerzo personal y apuesta creativa de la productora VR Awake en la que se narra una amistad entre dos mujeres que viven en pasillos antiguos laberínticos, atrapadas en su circunstancia y en su tiempo.
“Creía que era un reto para un millennial y llega un viejo del siglo pasado, con una mirada y narración intimista y lenta”, dice con una enorme sonrisa Benet.
Las siluetas de Agustín Lara y Toña La Negra —emblemas del barrio— se mezclan con las imágenes del centro histórico, el Malecón y la emblemática Isla de Enmedio; un oasis del Sistema Arrecifal Veracruzano.
“Es el primer corto narrativo en ficción filmado en Veracruz, lo cual me sorprende y me da mucho gusto”, afirma el cineasta que con Noticias Lejanas obtuvo 24 premios nacionales e internacionales, entre ellos tres Arieles, Mejor Película en el de Mar de Plata (2006) y Mejor Director Iberoamericano, en el de Málaga (2007).
No es casualidad que la historia inicie en La Huaca, donde sobreviven 85 fachadas de casitas multicolores distribuidas en ocho manzanas y 28 patios de vecindad después de 300 años de haber sido levantado por esclavos africanos liberados del yugo opresor.
Es ahí donde tenían cabida los marginados, pescadores, cargadores del puerto, migrantes desfavorecidos, militares desertores, indígenas y todo aquel que no formaba parte de la aristocracia.
El corto —que también incluye escenas en uno de los centros comerciales más modernos del puerto con acceso para yates— salió del formato habitual del 3D, donde los espectadores forman parte como si fuera un videojuego.
“Es una narrativa más cinematográfica porque ellos traían producto narrativo, pero con el formato del videojuego: interactividad, donde el espectador participa en ciertas cosas”, detalló.
Se trató, dice Ricardo Benet, de un experimento fascinante con 18 cámaras, con tomas en 360 grados, con un movimiento más pausado para evitar mareos de quienes se colocan los implementos de la 3D.
“Más contemplativa, porque se vuelve otra puesta de cámara y de escena, darle chance al espectador de ver todo”, afirma Benet.
Botella al mar pasó el primer filtro en la pasada Cumbre Tajín, donde los totonacas disfrutaron de la vida de Brenda y Lucía. Ahora, durante este fin de semana tendrá un examen más en la Cineteca Nacional.
“Busco mantenerme vigente y mantener realmente esta idea de la creatividad cinematográfica en el método que haya, en lo que se pueda y dejar atrás que sólo si hay millones se hace algo”, afirma.