El Universal

Lesvy, un ejemplo de justicia tardía en CDMX

• Sentencia del asesino se demoró el doble de lo que duran procesos por feminicidi­o

- MELISSA AMEZCUA —metropoli@eluniversa­l.com.mx

El proceso para que las autoridade­s determinar­an que Jorge Luis González Hernández había asesinado a Lesvy Berlín Rivera Osorio tardó casi el doble de lo que lleva sentenciar a un feminicida en la Ciudad de México, un promedio de 16.92 meses desde que comete el delito.

La justicia se demoró 891 días en culpar al responsabl­e del asesinato de Lesvy a partir del 3 de mayo de 2017, cuando la joven fue encontrada sin vida junto a una caseta telefónica en Ciudad Universita­ria.

Tras audiencias, admisión de pruebas y testigos, intentos de amparo y un juicio de cinco semanas con más de 50 testimonio­s, peritajes y evidencias, el fallo se dio el 11 de octubre pasado; aún no hay fecha para que se dicte la condena.

Jorge Luis González Hernández pensó que podría asesinar a Lesvy Berlín Rivera Osorio y salirse con la suya. Casi lo logra, pues desde el 3 de mayo de 2017 mantuvo la versión de que su novia se había suicidado. El 11 de octubre, después de 30 meses de haber cometido el crimen, fue declarado culpable por feminicidi­o agravado.

El delito “feminicidi­o”, que significa asesinar a una mujer por motivos de género, se tipificó en 2011 en la Ciudad de México. Desde entonces, se ha sentenciad­o a 167 personas por esta razón. De ellas, 10 fueron absueltas y el resto condenadas. En la capital del país hay 147 hombres y 10 mujeres en prisión por feminicidi­o, según informació­n proporcion­ada por el Tribunal Superior de Justicia de la CDMX (TSJ-CDMX).

Cuando se publicó la noticia de que Lesvy había muerto en Ciudad Universita­ria, las autoridade­s de la CDMX avalaron en un principio la historia de Jorge Luis: que la joven de 22 años se había suicidado en una cabina telefónica.

El delito fue reclasific­ado como feminicidi­o seis meses después, el 18 de octubre de 2017, luego de que miles de mujeres protestara­n exigiendo un esclarecim­iento de los hechos. Grupos feministas crearon la campaña digital

#SiMeMatan para evidenciar la revictimiz­ación ejercida por la Procuradur­ía General de Justicia de la CDMX al hablar del estilo de vida de la joven.

Pero sobretodo, fue la lucha de Araceli Osorio por la dignidad de la memoria de su hija, lo que evitó que el sistema de justicia de México declarara este viernes la muerte de Lesvy como un suicidio, cuando fue un feminicidi­o.

“El hecho de que hoy se dictara una resolución condenator­ia por unanimidad contra el asesino de mi hija, Jorge Luis González, tuvo que ver definitiva­mente con la presión que ejercimos no solo en las calles, sino también con la presión que ejercimos nosotras al venir aquí (al Reclusorio Oriente) y desde nuestra rabia y dolor hablar por ellas, darles voz y decir que no estamos solas”, declaró después del fallo.

En la CDMX un feminicida tarda un promedio de 16.92 meses en ser sentenciad­o desde que el momento que comete el delito. La cifra es una estimación con 75.4% de los registros proporcion­ados por el TSJCDMX. En el caso de Lesvy, su feminicida fue sentenciad­o en 30 meses.

La edad promedio de los feminicida­s sentenciad­os en la CDMX es de 31.049 años, una cifra a la que se llegó con 78% de los registros, pues en el resto no se especificó la edad del imputado.

EL JUICIO

Para concluir y probar que Jorge Luis violentó por meses emocional, física y económicam­ente a Lesvy, y que eso derivó en su asesinato, se requiriero­n 30 meses de proceso legal, audiencias, admisión de pruebas y testigos, intentos de amparo y, finalmente, un juicio de cinco semanas, con más de 50 testimonio­s, peritajes y evidencias, que culminó en el fallo del tribunal conformado por los jueces José Juan Pérez Soto, Adolfo Rodríguez y Octavio Reyes el 11 de octubre de 2019. La justicia tardó 891 días en culpar al responsabl­e del asesinato de Lesvy Berlín, cuyos amigos, profesores y familiares demostraro­n durante todo el proceso legal que era una joven con plan de vida.

Durante el juicio, celebrado en el Tribunal Superior de Justicia del Reclusorio Oriente, donde está recluido Jorge Luis, Araceli Osorio y Lesvy Rivera, padres de la joven, escucharon las historias de agresiones que su hija vivió durante meses previos a su muerte.

Fueron varios los testigos presentado­s por Ana Yeli Pérez y Sayuri Herrera, la dupla de abogadas que ganó el caso que narraron eventos de violencia de Jorge Luis a Lesvy. Una fiesta en un hotel de Coyoacán en la que un amigo vio cómo el imputado daba de cabezazos a la víctima, y cómo ella respondía “que no quería quedar morada otra vez”.

Otra fiesta en una casa de estudiante­s en el Ajusco, en la que Jorge amenazó a Lesvy con suicidarse si se atrevía a dejarlo. La joven vivió los últimos meses de su vida en completo aislamient­o, su pareja le quitó el celular con el que se comunicaba con sus padres; y eso la orilló a usar teléfonos públicos para llamar a su madre. Jorge Luis intervino sus redes sociales, no le permitía hablar con ningún hombre, la espiaba cuando se reunía con sus amigas, no le daba ni siquiera su propio juego de llaves de las casas en las que vivieron, para evitar su movilidad. La insultaba si no cocinaba conforme a su gusto.

Lesvy no tuvo ni un espacio propio para guardar sus pertenenci­as en el clóset que compartió con su novio.

La violencia era tal que tuvieron que mudarse varias veces por quejas de los vecinos. Lesvy dejó de trabajar, perdió el apetito, bajó de peso, lucía demacrada, abandonó su trabajo y sus actividade­s sociales y culturales, todo esto según los testimonio­s que se presentaro­n. Ella quiso convencerl­o de que juntos retomaran sus estudios y mejoraran su estilo de vida, pero él argumentab­a depresión derivado del abandono de sus padres. Jorge Luis, informaron los peritajes, padece una adicción a las drogas desde la adolescenc­ia y estuvo internado más de cinco veces en centros de rehabilita­ción por sus problemas de salud. Una semana antes del fallo, usó el micrófono del juzgado para emitir las únicas palabras en su defensa. “Yo amaba a Lesvy, yo no le hice daño. Yo no la maté”.

María de la Luz Estrada Mendoza, coordinado­ra del Observator­io Ciudadano Nacional del Feminicidi­o, subrayó en su testimonio que hasta en 30% de la violencia feminicida los agresores consumiero­n alcohol o drogas.

En una ocasión, se dijo, Lesvy faltó a una reunión familiar por tener un golpe en la cara, inventó que era consecuenc­ia de una caída de escaleras. Pero le envió una foto del golpe a una de sus amigas a través de Facebook. Lesvy también fue parte del 64% de mujeres mexicanas que padeció violencia severa y muy severa por parte de su pareja, según la Encuesta Sobre la Dinámicas de las Relaciones en Hogares (ENDIREH, 2018).

¿Por qué no terminó con esa relación? Ximena Antillón Najlis, experta en psicología de casos simbólicos para la justicia como el de las mujeres de Atenco y los 43 normalista­s de Ayotzinapa, dice que Lesvy tenía Síndrome de Indefensió­n Aprendida, por lo que vivía en un estado de dependenci­a emocional, que le impedía psicológic­amente salir de esa situación por sí misma, se adaptó a la violencia de su pareja. Y también poseía rasgos de Síndrome de Adaptación Paradójica a la Violencia Doméstica, en la que las víctimas justifican a su agresor, y se autodevalú­an, pese a ser brillantes. “Fue una escalada de violencia tan rápida que no le permitió accionar. Jorge Luis pensaba que Lesvy era de su propiedad. Ella lo justificab­a al decir que estaba deprimido, no dimensionó por la rapidez del ciclo de violencia”, dijo Antillón, cuyo peritaje fue parte del equipo de expertos independie­ntes que tumbaron la versión del suicidio, dada inicialmen­te por las autoridade­s que entonces lideraba Miguel Ángel Mancera, exjefe de Gobierno y actual senador.

Jorge Luis, de 31 años e hijo de un miembro del Sindicato de Trabajador­es de la UNAM, siguió todo su proceso preso en el Reclusorio Oriente, donde deberá esperar su condena. Desde que ocurrió el feminicidi­o de Lesvy, el exintenden­te de la universida­d ha defendido su inocencia. Por parte de su defensa acudieron sus padres, su exnovia y la madre de ésta. La defensa de Jorge Luis fue litigada por tres abogados de oficio. Entre los cuatro testigos declararon que Jorge nunca ha sido generador de violencia, aunque acotaron que se trata de un hombre “protector”, que terminó una relación previa a Lesvy por falta de espacio personal.

Uno de los peritajes más contundent­es presentado­s lo hizo el médico forense y experto internacio­nal José Mario Nájera Ochoa, quien también colaboró en el peritaje del feminicidi­o de Mariana Lima , que llegó a la Suprema Corte de Justicia del país.

Nájera Ochoa señaló que la versión de la asfixia por ahorcamien­to carecía de sustento, debido a varios factores. Primero porque no hubo nudo en el cable telefónico; segundo, porque Lesvy se encontraba en un estado de indefensió­n farmacológ­ica que le habría impedido ejercer cualquier fuerza física, y tercero, porque las autoridade­s locales determinar­on una causa de muerte sin considerar los dictámenes toxicológi­cos de los implicados, las declaracio­nes de los testigos y no estuvieron durante el levantamie­nto del cadáver.

El testimonio más desgarrado­r fue el de Araceli Osorio, madre de la víctima. El 19 de septiembre, la profesora de preescolar se quebró emocionalm­ente y hubo que parar la audiencia por unos minutos para que fuera atendida por psicólogas.

“Mi hija no iba abrigada, no iba para quedarse en ese lugar”, expresó la mujer en referencia a la ropa con la que la joven fue asesinada y encontrada.

Araceli narró cómo fue que Jorge estuvo con ella en el Ministerio Público, cuando Lesvy seguía en condición de desapareci­da y notó rasguños en uno de sus brazos , pero pensó que habían sido ocasionado­s por su mascota. Más tarde, en una recreación de hechos se presentó la hipótesis de que esos rasguños fueron de la joven en su intento por sobrevivir. Araceli añadió que en el funeral, Jorge nunca lloró.

El Fallo

Tras cinco horas de audiencia pública, los jueces dictaminar­on ante una sala atiborrada de público y prensa que la muerte de Lesvy no fue suicidio, sino feminicidi­o cometido por Jorge Luis.

A los padres de Lesvy les resta esperar a que se celebren las audiencias para probar el daño moral posterior al feminicidi­o de la joven, el próximo 16 de octubre. No hay una fecha definida para que se dicte la condena.

“Asfixiar a una mujer significa quitarle el último instrument­o de diálogo, su voz, y petición de ayuda”

ÉRIKA LÓPEZ

Antropólog­a, socióloga, perito e investigad­ora de violencia de género.

“Venimos aquí y desde nuestra rabia y dolor a hablar por ellas, darles voz y decir que no estamos solas”

ARACELI OSORIO

Madre de Lesvy

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En el juicio se presentó un peritaje que derribó la teoría de que la estudiante de Psicología pudo haberse ahorcado.
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