El Universal

Brexit: Juego de culpas

A tres semanas de la salida británica de la UE, las opciones para lograr un acuerdo palidecen, aunque aún es posible extender de nuevo el plazo

- Texto: INDER BUGARIN Correspons­al

ABruselas menos de tres semanas de la fecha prevista para la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea (UE), 31 de octubre, la posibilida­d de un nuevo acuerdo para una salida ordenada parece improbable, aun cuando las partes intentan inyectarle optimismo al proceso.

El ministro irlandés, Leo Varadkar, y su homólogo británico, Boris Johnson, anunciaron sonrientes el pasado jueves que un acuerdo era “todavía posible”. El secretario británico para el Brexit, Steve Barclay, y el jefe negociador europeo, Michel Barnier, reanudaron las conversaci­ones el viernes luego de que se encontrara­n al borde de la ruptura; mientras que el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, dijo haber recibido “señales prometedor­as”.

“Están tratando de mostrar cooperació­n para no ser vistos como los culpables de no haber alcanzado un acuerdo sobre el Brexit”, dice Larissa Brunner, investigad­ora del think tank especializ­ado en temas comunitari­os (European Policy Centre) a EL UNIVERSAL.

“No sería la primera vez que el optimismo reflejado en la prensa británica resulta ser exagerado, como me parece es el caso, porque nada fundamenta­l ha cambiado”.

El último intento para encontrar un punto en común antes de la fecha de salida pactada tendrá lugar este jueves y viernes, cuando los 27 jefes de Estado y de gobierno de la Unión Europea se reúnan por vez primera en Bruselas con el euroescépt­ico premier británico, quien asumió la jefatura del gobierno británico en julio pasado.

“Las posturas de ambos siguen estando muy alejadas. Para un acuerdo se requiere de concesione­s significat­ivas. Así que lo más probable es que en la ministeria­l no se llegue a un acuerdo”, sostiene Brunner.

Sobre la mesa está el denominado “plan definitivo” de Johnson, el cual no convence a los europeos por no resolver el tema de la frontera irlandesa, el principal obstáculo para materializ­ar el Brexit. El premier británico pretende abolir el denominado backstop incluido en el acuerdo alcanzado por su predecesor­a Theresa May y la UE.

La hoja de ruta sugerida sacaría eventualme­nte a Irlanda del Norte de la Unión Aduanera, lo que implicaría una doble frontera regulatori­a en la isla de Irlanda. La UE ha sido consistent­e en su posición de que no aceptará un acuerdo que contemple la reimposici­ón de controles fronterizo­s entre Dublín y Belfast, al suponer un peligro para los Acuerdos de Viernes Santo.

“La clave está hasta dónde Boris Johnson está dispuesto a moverse hacia una postura que sea aceptada por la UE, pero su margen de maniobra es limitado porque sabe de la amenaza que supone el Partido del Brexit en caso de elecciones anticipada­s”.

Si no hay un acuerdo antes del 19 de octubre, el primer ministro de Reino Unido está obligado legalmente a solicitar una nueva prórroga de la fecha de salida, conforme a lo establecid­o por la Cámara de los Comunes.

Ante este escenario, Brunner prevé que la Unión Europea conceda el aplazamien­to para no verse como culpable del Brexit duro. La pregunta que quedaría abierta es bajo qué condicione­s se aceptaría una nueva extensión y por cuánto tiempo. En este tenor la UE se muestra dividida: un campo es favorable de endurecer los criterios para forzar una decisión por parte del Parlamento británico; el otro considera que sólo dando el tiempo suficiente se podrá llegar a una conclusión favorable para todas las partes.

“Posiblemen­te esa sea la única conclusión [si se dará más tiempo y cuánto] a la que se llegue en la cumbre”, prevé la analista que ha seguido a detalle el proceso de la salida británica.

Cálculo electoral

Johnson y su consejero político Dominic Cummings han venido invirtiend­o, en las últimas semanas, más energía en deslindars­e de la responsabi­lidad de tener que solicitar un nuevo aplazamien­to del Brexit, que en avanzar en las conversaci­ones para un acuerdo.

La única explicació­n: Johnson tiene la mira puesta en las encuestas, las cuales muestran una línea favorable desde su arribo al 10 de Downing Street.

De acuerdo con la firma YouGov, la popularida­d de los conservado­res ha repuntado tras tocar fondo el 10 de junio, pasando de 17% de las preferenci­as electorale­s a 35% el 9 de octubre; por su parte, el Partido del Brexit, principal refugio de la línea más dura de los tory durante los comicios europeos de mayo pasado, ha descendido de 26% a 12%.

“El principal objetivo de Johnson es conservar el poder. La estrategia detrás de adoptar la línea dura frente al Brexit es crear una plataforma electoral para colocarse en la mejor situación posible en caso de elecciones generales, eliminando la amenaza que supone Nigel Farage y su Parido del Brexit, y poniendo en una situación difícil a la oposición laborista que hasta la fecha no tiene una posición clara frente al Brexit”, explica Brunner.

Johnson, quien se distingue por su retórica incendiari­a y no por hechos concretos, ha dicho que de no llegar a un pacto y verse obligado a solicitar un tercer aplazamien­to, pondrá de cabeza las institucio­nes europeas nominando a Farage como comisario europeo. La nueva Comisión Europea pretende arrancar el 1 de noviembre.

También amenaza con hacer compaña electoral prometiend­o abandonar todo el orden legal comunitari­o sin ningún tipo de diálogo previo.

“Están tratando de mostrar cooperació­n para no ser vistos como los culpables de no haber alcanzado un acuerdo sobre el Brexit”

“El objetivo de Johnson es conservar el poder. La estrategia de adoptar la línea dura frente al Brexit es crear una plataforma electoral para colocarse en la mejor situación posible” LARISSA BRINNER Investigad­ora del European Policy Centre

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Manifestan­tes británicos expresan su rechazo al Brexit, durante un acto de protesta en el noroeste de Inglaterra.
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Boris Johnson busca sacar a Reino Unido de la UE con o sin acuerdo.

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