Tapetes de aserrín en Huamantla Origen de los tapetes
Algunos cronistas cuentan que en la época prehispánica el pueblo otomí elaboraba pequeños senderos marcados por magueyes. En sus puntas o púas colocaban unas flores llamadas “maravillas. Además, se hacían tapetes con plumas de aves preciosas, como los quetzales, y arena de diferentes colores. “Deidades como la diosa Xochiquetzal eran llevadas en procesiones por estos senderos, pero eso se vio transformado a la llegada de los españoles”, cuenta René Delgado, guía de turismo.
Dónde se elaboran
En el Pueblo Mágico de Huamantla, en el estado de Tlaxcala, a dos horas y media de la Ciudad de México. Si quieres ir en autobús, hay corridas directas desde la terminal Tapo, en la CDMX.
Proceso de elaboración
Javier Servín, artesano de la comunidad de Huamantla, participa en la elaboración de tapetes desde que tenía siete años. Su padre fue quien le inculcó esta tradición. Para elaborar un tapete, dice, primero se hace el boceto. Posteriormente, se hace un molde en un cartón de 4.20 metros de largo por dos metros de ancho, donde se dibuja el diseño. Después, se cala el molde. Finalmente se coloca en el suelo para espolvorearle el aserrín colado. Para pintar este polvo que se desprende de la madera, el artesano utiliza pinturas de anilina. También emplea arena blanca teñida con diferentes colores. El proceso para los tapetes de aserrín puede tardar de 15 a 20 días, desde la elaboración de los moldes.