Grutas Chocantes
mayas. Así que los enamorados podrán bajar a un templete de madera, ubicado cerca del agua, para enlazar su amor.
Una de las últimas experiencias de la ruta es una actividad sensorial dentro de un cenote. No puedo darte muchos detalles porque, para los organizadores, es la cereza en el pastel: una experiencia que no se puede contar hasta que la vives, pero es muy emocionante. Eso sí, en otro de los cenotes tendrás que dar un “salto de fe”, desde una plataforma en medio de la oscuridad.
Ritual de despedida
Después de esta ruta cargada de adrenalina, nos espera una deliciosa comida yucateca en una palapa: sopa de lima, poc chuc (carne de cerdo a la plancha) y agua de jamaica. De postre, flan de coco. Don Medardo, un colaborador de este proyecto, toca su guitarra y nos canta en maya para amenizar el momento.
Una vez recuperada la energía, nos dirigimos hacía una ceiba gigante, a unos cuantos pasos de la palapa. La ceiba es el árbol sagrado de los mayas. Éste, que está frente a nosotros, tiene más de 350 años de vida. Es aquí donde hacemos una pequeño ritual de despedida.
De un canasto, Alicia toma una piedra de color rosa con forma de corazón. Nos lo entrega para que uno a uno digamos lo que sentimos y vivimos este día, en este mágico lugar.
Antes de entrar a las Grutas Chocantes, “pedimos permiso” a los aluxes: esos seres de la mitología maya que parecen duendes y que, supuestamente, son protectores de la naturaleza.
Nuestro guía, Óscar, los describe un poco: dice que son de estatura pequeña, pero con rasgos mayas. Según la leyenda, los aluxes fueron moldeados en barro por los antiguos mayas y cobraban vida por medio de rituales o ceremonias.
Si alguien llega a entrar sin permiso a la caverna, ellos podrían hacer algunas travesuras, como aventar piedras, mover las cosas de un lugar a otro o, en el peor de los casos, provocar alguna enfermedad o fiebre, pero solo si el intruso no respeta estos lugares sagrados.
Hago una pequeña reverencia y pido permiso para entrar. Comienzo a bajar por una escalera que parece no tener fin. La única luz que tenemos son las lámparas de los cascos que nos proporcionaron. “Sean bienvenidos al inframundo maya”, dice nuestro guía.
Las Grutas Chocantes se ubican en Tekax, a dos horas de la ciudad de Mérida. “Fueron descubiertas hace 65 años por una familia que criaba chivos y cabras. Un día se les perdió un chivito y lo encontraron en algo que parecía una caverna. Llenos de curiosidad decidieron entrar a explorar”, cuenta Pedro Cervera, quien está al frente de este lugar.
Para ingresar a la gruta, los mayas se tenían que arrastrar. Ahora hay escaleras que hacen que el acceso sea más fácil, pero no hay que confiarse.
En la parte más alta de las grutas penden estalactitas. Se moldean y crecen mediante la filtración de agua carbonatada. Al momento de caer, el agua forma estalagmitas, con el paso de los años. Los mayas las representan como las raíces de