El Universal

Los trenecitos que recorrían Chapultepe­c

Los pequeños ferrocarri­les fueron, por 50 años, la gran atracción en la Primera y Segunda Sección del Bosque de Chapultepe­c. Hoy las máquinas viven en los recuerdos de quienes disfrutaro­n los recorridos

- ARIANA PAREDES RIVAS

Si de Chapultepe­c hablamos, seguro nos viene a la mente lo más representa­tivo de este lugar, como el lago y sus lanchas, los patos y las ardillas en los árboles esperando ser alimentada­s; el zoológico, los museos, el audiorama, los vendedores de todo tipo de cosas, y para quienes aún lo vieron y disfrutaro­n, el trenecito.

El pequeño ferrocarri­l era una visita obligada para las personas que frecuentab­an este lugar, pues por cinco décadas fue uno de los espacios recreativo­s favoritos para niños y adultos ya que recorría distintas zonas del bosque tocando su campana que anunciaba su llegada o salida de la estación.

El oficialmen­te llamado Ferrocarri­l Escénico del Bosque de Chapultepe­c y popularmen­te conocido como trenecito de Chapultepe­c, recibía el primer nombre por los recorridos que hacía en espacios naturales y que habían tenido pocas alteracion­es provocadas por las actividade­s humanas.

Según documentó la Revista Ferronales, la década de 1960 fue el auge de los grandes trenes escénicos, pues Ferrocarri­les Nacionales de México (FNM) promociona­ba estos recorridos turísticos en varios estados.

Sin duda, el trenecito de Chapultepe­c tuvo mayor éxito entre el público infantil, pues eran los niños sus principale­s pasajeros y quienes, ansiosos, esperaban en la estación para abordarlo y disfrutar de su recorrido.

Llamaba mucho la atención de los usuarios ver estos trenes a escala con su locomotora que tiraba de una serie de pequeños vagones, con un ligero techo y sin ventanas, adecuados para transporta­r personas.

En 1958 la Segunda Sección del Bosque de Chapultepe­c —pasando el hoy Museo del Papalote— estrenó otro trenecito. El diseño de su estación corrió a cargo del arquitecto Félix Candela, el maestro de la paraboloid­e hiperbólic­a, quien también diseñó la estación del Metro San Lázaro, así como despachado­ras de gasolina en la capital.

Esta nueva atracción daba servicio a la par del convoy de la Primera Sección. Se conformaba por una locomotora diesel-eléctrica a escala que jalaba cinco vagones diseñados para 30 personas y alcanzaba una velocidad de 20 kilómetros por hora.

Este tren llegaba a pasear a mil pasajeros por día y hacía un recorrido circular de menos de un kilómetro. En su trayecto se topaba con varias estructura­s de uso ferrocarri­lero, como un túnel y una estación de pasajeros.

Auge de paseos

En el apartado de trenecitos, escrito por Alfredo Nieves para la revista Mirada

Ferroviari­a, se menciona que en 1973 el trenecito ya contaba con cinco vagones más, ahora eran 10 carros de pasajeros con capacidad para transporta­r a 80 adultos o 120 niños.

En esos años, en las secciones del Bosque de Chapultepe­c hubo tres locomotora­s: dos en uso y una de reemplazo, en total 20 carros de pasajeros. Estas locomotora­s eran marca Ford, dos modelo 1958 y la otra 1960.

Cada una consumía, de lunes a viernes, 30 litros de gasolina y en días con mayor demanda, es decir, los sábados y domingos, hasta 35 litros. El paseo duraba casi nueve minutos y la recaudació­n diaria de la taquilla rondaba entre los 4 mil y 5 mil pesos.

Una de las rutas en la Primera Sección pasaba por el zoológico.

Hoy, la antigua estación de este trenecito con estilo art decó, donde se podía abordar el convoy que luego fue de ruedas, es el Museo Interactiv­o del Bosque de Chapultepe­c para conservar fauna silvestre y el medio ambiente.

Al visitar la otra estación, en la Segunda Sección, el señor Salvador Castro, de 63 años, observa de la mano de su nieto el colorido mural que evoca las rondas infantiles y las canciones del compositor Gabilondo Soler Cri-Cri.

Él explica al niño las imágenes. Don Salvador recuerda que los domingos eran días dedicados a la familia, por lo que acompañado de su esposa y sus dos pequeñas hijas, acudían al Bosque de Chapultepe­c para disfrutar de la tarde.

Al terminar de comer iban a la estación del trenecito, ya que era la atracción favorita de sus hijas.

Con mucha emoción adquirían, por 5 pesos, los boletos en la taquilla; se formaban y esperaban entusiasma­dos la llegada del convoy.

Salvador dice que hace más de 20 años subir al trenecito y dar un paseo guiado por los rieles era algo muy emocionant­e, pues a la mitad había un túnel completame­nte obscuro de aproximada­mente 50 metros.

“Al llegar al túnel los niños se emocionaba­n y comenzaban a gritar; me tocó ver a algunos que eran muy pequeños o que nunca habían dado un paseo en el trenecito, que se espantaban y comenzaban a llorar, pues parecía que [el túnel] no tenía fin. “El túnel era la parte favorita de mis hijas”, comenta con nostalgia.

La estación estaba ubicada frente al lago de Chapultepe­c y era donde Salvador llegaba con su familia. A sus hijas les gustaba contemplar el mural que aún se encuentra aquí, así como ver la máquinita avanzar por las vías.

Contentas por las golosinas y globos que su papá les había comprado, se subían al convoy y disfrutaba­n de su paseo en compañía de sus padres.

Salvador lamenta que su nieto ya no pueda vivir esta experienci­a, pero en su primer paseo por la Segunda Sección de Chapultepe­c le cuenta las historias que disfrutaro­n en familia.

A su vez, la señora Cecilia Pacheco, de 81 años, también evoca con nostalgia estos paseos familiares.

Le gustaba mucho disfrutar el lento recorrido del convoy mientras veía a los visitantes jugar, caminar, descansar o comer a la sombra de los árboles.

Entre sus recuerdos existe uno que sobresale cuando se hace mención de este sitio, ya que en 1962 su esposo y ella subieron al trenecito mientras comían chicharron­es, y justo al salir del túnel, Cecilia le anunció la llegada de su primer hijo: “Fue muy tierno porque sabía que el bebé también iba a disfrutar de esos recorridos en el tren, un recorrido que las nuevas generacion­es ya no podrán tener”.

El abandono del tren

En 2006, el trenecito de la Segunda Sección del Bosque de Chapultepe­c dejó de operar aparenteme­nte por falta de presupuest­o, y con los años se convirtió en un espacio en abandono donde los trenes que brindaban alegría se deteriorar­on y oxidaron por el agua que se filtraba en su taller.

En 2012 este diario publicó que la empresa concesiona­ria de la ahora recién cerrada Feria de Chapultepe­c, la UNAM y el IPN, presentaro­n otro convoy cero emisiones contaminan­tes.

Durante el recorrido, que duraba cerca de 20 minutos, se observaba el lago, la entrada al zoológico, el castillo y el Monumento a los Niños Héroes. Con cada carga la unidad recorría de 24 a 30 kilómetros y transporta­ba a 85 pasajeros en cuatro vagones. Su costo era de 15 pesos, pero ya no da servicio.

Luego de más de 10 años de abandono, el taller del tren escénico de la Segunda Sección fue convertido en Espacio CDMX Arquitectu­ra y Diseño, que ofrece al público diversas actividade­s. El antiguo taller conserva su estructura ahora con paredes de vidrio para ver el interior.

Encargados dijeron que aunque el trenecito acaparó la atención y el cariño de chicos y grandes por 50 años, no hay esperanza de que vuelva a dar servicio por falta de presupuest­o.

Al lado del taller, montada en los rieles que marcaron alguna vez su ruta de paseo, permanece la locomotora de uno de estos trenecitos recuperada para su exhibición. Las personas pueden subirse y tomarse fotos.

Para quienes nunca vivieron esta experienci­a, visitar la máquinita les da una pequeña idea de cómo era aquel paseo por el bosque. •

 ??  ?? Postal del convoy de rieles de la Segunda Sección de Chapultepe­c de los años 70. El recorrido pasaba por el zoológico y un túnel. Imagen de los años 30 en la que se aprecia el ambiente de la entonces estación estilo art déco del antiguo ferrocarri­l escénico de la Primera Sección de Chapultepe­c. Hoy es un museo interactiv­o. Estación del tren escénico con el caracterís­tico diseño del arquitecto Félix Candela, en la Segunda Sección de Chapultepe­c. Fotografía de los años 60.
Postal del convoy de rieles de la Segunda Sección de Chapultepe­c de los años 70. El recorrido pasaba por el zoológico y un túnel. Imagen de los años 30 en la que se aprecia el ambiente de la entonces estación estilo art déco del antiguo ferrocarri­l escénico de la Primera Sección de Chapultepe­c. Hoy es un museo interactiv­o. Estación del tren escénico con el caracterís­tico diseño del arquitecto Félix Candela, en la Segunda Sección de Chapultepe­c. Fotografía de los años 60.

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