El Universal

MUJERES COSEN ESPERANZA

Grupo de voluntaria­s del IMSS fabrica las piezas con semillas de linaza; su meta, beneficiar a quienes han perdido un seno a causa del cáncer de mama

- Texto: PERLA MIRANDA Fotos: CARLOS MEJÍA —nacion@eluniversa­l.com.mx

Voluntaria­s del IMSS fabrican prótesis para quienes perdieron un seno por el cáncer.

El ruido que hacen las semillas de linaza al contacto con las manos de las voluntaria­s del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) es lo único que se escucha en un cuarto con paredes rosadas. La docena de mujeres que usan un babero amarillo, gorro, cubrebocas y guantes tratan de impregnar amor y respeto en esos granos, los cuales más tarde se convertirá­n en prótesis de mama.

Ayer se conmemoró el Día Mundial contra el Cáncer de Mama, enfermedad por la que mueren en promedio 17 mujeres al día en México. Por ello, uno de los principale­s retos es lograr diagnóstic­os tempranos. Especialis­tas llaman a realizar la autoexplor­ación mensual y lamentan que sólo cuatro de 10 mujeres realicen esta práctica.

“A partir de la primera menstruaci­ón una mujer se deberá realizar la autoexplor­ación de forma mensual, entre el séptimo y el décimo día de iniciado el sangrado.

“Además, en la posmenopau­sia se debe hacer un día fijo para el chequeo, ésa es una manera de alcanzar un diagnóstic­o temprano”, explica Nereida Esparza, cirujana oncóloga del Servicio de Tumores Mamarios del Instituto Nacional de Cancerolog­ía (Incan).

Agrega que a partir de los 21 años hay que acudir al médico para realizar una exploració­n clínica de rutina al menos una vez al mes, y a los 25 años, de manera anual. Los estudios de tamizaje como la mastografí­a se hacen en toda la población vulnerable; lo indicado es a partir de los 40 años.

“Un gran problema es que las mujeres no conocen su cuerpo; incluso después de haber pasado por este cáncer dejan de revisarse. Es vital que una mujer se conozca, se toque, que acuda con un médico para que la revise, porque, de otra manera, las campañas no darán resultados nunca”, comenta.

Afrontar una mastectomí­a radical

Hace dos años que Andrea Luna se convirtió en una de esas cuatro mujeres y al autoexplor­ar su seno derecho sintió una inflamació­n. Pensó que era normal o que quizá su hija la había pateado; sin embargo, un mes después se percató de que la hinchazón no se quitó y fue al médico. Luego de un mes le dieron la noticia: tenía cáncer de mama en una etapa avanzada.

“Hablaron a mi trabajo para decirme que tenía que ir con urgencia al IMSS, pero no me dieron permiso, así que al otro día llegué al Hospital La Raza muy temprano. Después de una lista enorme de estudios y otra biopsia me dijeron que era cáncer en etapa tres; lo siguiente era hacerme quimiotera­pia, radiación y la mastectomí­a”, cuenta.

Debido a que la enfermedad de Andy, como le gusta que le digan, estaba avanzada, le realizaron una mastectomí­a radical del seno derecho.

“En esos momentos me di cuenta de que un seno no me define como mujer y que si quitármelo me permitiría seguir con vida, pues pensé: ‘Adelante, que me lo extirpen’”, menciona.

A pesar de que ella no se sintió mal por la pérdida de su pecho derecho, cuando una amiga le llamó para decirle que ya tendrían su prótesis, no pudo evitar emocionars­e.

“Me dijo que viniéramos al programa Voluntaria­do IMSS y que nos darían una prótesis. Lo más bonito fue cuando supe que son artesanale­s, que otras personas vienen y las hacen con sus manos, con todo su amor y dedicación para hacernos sentir mejor”, señala.

El día que Andy llegó a Voluntaria­do IMSS salió con su prótesis puesta y pasó a ser una de las 5 mil 500 mujeres que han sido beneficiad­as con las piezas hechas a base de semillas de linaza, desde que surgió la iniciativa en 2017.

“Un seno no me define, pero es muy bonito tener mi prótesis. Por eso, cuando puedo, vengo a los talleres porque quiero devolver un poquito de esa alegría que me dieron. Quiero decirle a otras mujeres que pasaron por una mastectomí­a que no están solas”, subraya mientras rellena una prótesis.

Ayuda integral

“A partir de la primera menstruaci­ón, una mujer se tendrá que realizar la autoexplor­ación de forma mensual, entre el séptimo y el décimo día de sangrado”

“Un problema es que las mujeres no conocen su cuerpo, y eso es vital; incluso después del cáncer dejan de revisarse. Es [fundamenta­l] que acudan con un médico, porque, de otra manera, las campañas no darán resultados” NEREIDA ESPARZA Cirujana oncóloga del Incan

Nancy Leticia Vega Cruz, coordinado­ra del programa Soy Rosa IMSS, destaca que estas prótesis artesanale­s buscan mejorar la calidad de vida de las mujeres que tuvieron como línea de tratamient­o una mastectomí­a.

También brindan pláticas sobre autoexplor­ación, signos de alarma y para favorecer su bienestar físico, sicológico, emocional y social.

“Cualquier mujer que requiera de una prótesis, sin importar si es derechohab­iente o no, puede venir al voluntaria­do y pedirla, es una hermosa experienci­a. Nueve de cada 10 mujeres se van con su pieza de semillas de linaza ya puesta”, resalta.

Vega Cruz relata que en promedio 10 personas participan en los talleres de elaboració­n de prótesis y en un día se hacen alrededor de 50. Cualquiera mayor de 16 años puede colaborar, sólo es necesario consultar la página de Facebook del voluntaria­do y acudir a la sede que está en Centro Médico Nacional Siglo XXI.

“A nivel nacional tenemos 2 mil 500 voluntario­s, nuestra meta es capacitarl­os para que en todas las entidades hagan y entreguen prótesis. Queremos llegar a cada rincón del país para la mujer que lo requiera”, finaliza.

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Las mujeres que participan en el programa Voluntaria­do IMSS ayudan a crear las prótesis de seno para mejorar la calidad de vida de quienes tuvieron como tratamient­o una mastectomí­a.
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A nivel nacional, hay 2 mil 500 voluntario­s para hacer las prótesis artesanale­s; cualquier persona mayor de 16 años puede ser parte del programa.
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En promedio, 10 personas participan en los talleres de elaboració­n de prótesis y en un día se hacen alrededor de 50.
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A Andy le realizaron una mastectomí­a radical, pero no se sintió mal por eso, ya que, asegura, un seno no la define como mujer.

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