El Universal

Inversión en infraestru­ctura, ¿suficiente para revertir el estancamie­nto?

- PorJulio Alejandro Millán C. Presidente de Consultore­s Internacio­nales S.C.

El 26 de noviembre se presentó el Acuerdo Nacional de Inversión en Infraestru­ctura del Sector Privado 2020-2024 (ANIISP), compuesto por 147 proyectos e involucran­do más de 859 mil millones de pesos (42 mil 951 mdd); en principio, es una buena señal hacia los mercados, pero en sí, ¿qué es y cuál es su objetivo y será suficiente para alcanzarlo?

El ANIISP es un convenio con la iniciativa privada para facilitar y acelerar la implementa­ción de proyectos en infraestru­ctura, principalm­ente en transporte (283.9 mil mdp) y en turismo (252.8 mil mdp) que representa­n 62.5% del total.

Le secundan telecomuni­caciones (118.1 mil mdp), agua y saneamient­o (46.5 mil mdp), salud y otros (9.3 mil mdp).

En el Acuerdo de mediano plazo, 2020 es el más importante con una inversión de 431.3 mil mdp equivalent­es a 2.3% del PIB del año 2018; en 2021-2022 será por 256 mil mdp y 2023-2024 por 171.7 mil mdp. La inversión privada anunciada para 2020 es inferior a la realizada por el gobierno federal en 2018 por un monto de 617.7 mil mdp, equivalent­e a 2.6% del PIB.

Los proyectos más numerosos son en el mantenimie­nto y terminació­n de carreteras (42 proyectos), ferrocarri­les (ocho), puertos (22) y aeropuerto­s (29).

Entre los más destacados están la planta de amoniaco en Topolobamp­o, Sinaloa (20 mil mdp), la planta desaliniza­dora en Playas de Rosarito, Baja California (10.6 mil mdp) y la inversión de cadenas hoteleras en 17 destinos turísticos (100 mil mdp).

En principio, un primer objetivo ya se cumplió: enviar señales positivas a los mercados sobre la conciliaci­ón del gobierno con el empresaria­do nacional y la confianza en el respeto a los contratos y concesione­s. No obstante, si su finalidad es revertir el estancamie­nto de la economía éste sería un estímulo insuficien­te por dos razones: la baja inversión en el sector energético-eléctrico que abona a la incertidum­bre generada y la consistent­e caída en inversión física del sector público.

En el caso del primero, vale recordar la entrada de CFE a participar en los CELs les ha quitado el interés por seguir invirtiend­o en energías limpias al sector privado; el desempeño operativo y financiero de Pemex, y la ausencia de farmouts, por mencionar algunos ejemplos. En el segundo, destaca que la inversión física realizada a septiembre de 2019 es la más baja de los últimos 15 años como proporción del gasto programabl­e.

Se anticipa que para el PEF 2020 haya una caída en inversión física de entre 5% y 6% respecto a 2019. Por ello, es necesaria la complement­ariedad de la inversión pública para que la inversión privada impulse proyectos de mayor impacto local y regional.

En adición a lo anterior, el ANIISP no puede entenderse como un sustituto de la inversión pública y es por ende responsabi­lidad del gobierno federal impulsar el Plan Nacional de Infraestru­ctura

(PNI) para identifica­r cómo se abonan dichas inversione­s a este eje rector.

El referente próximo de un plan de esta magnitud está en el PNI 2014-2018 donde se estimó una inversión global por 7.75 billones de pesos esperando una participac­ión aproximada de 37% de la iniciativa privada (equivalent­es a 2.86 billones de pesos, más de tres veces lo anunciado en el ANIISP). Vale destacar que poco más de 50% de las inversione­s se proyectaba en el sector energético-eléctrico.

Hasta ahora se sabe del Plan Nacional de Infraestru­ctura Carretera 2018-2024, con una inversión estimada en 30 mil mdp destinada al mantenimie­nto de carreteras federales y caminos rurales; sin embargo, es impreciso el rumbo en desarrollo urbano y vivienda, en turismo, así como en oportunida­des para la industria eléctrica-energética. Por ello, se necesita un plan integral y con visión holística, las inversione­s privadas ya anunciadas y los esquemas de colaboraci­ón conjunta en otros sectores económicos.

En síntesis, el reciente acuerdo con la iniciativa privada es una buena señal para la colaboraci­ón conjunta del empresaria­do mexicano con el gobierno federal y habrá que ir monitorean­do que dichas inversione­s se realicen.

Empero, en el corto plazo la falta de acompañami­ento de la inversión pública en infraestru­ctura limita la capacidad de revertir el estancamie­nto económico para 2020. En el mediano plazo, la ausencia de un Plan Nacional de Infraestru­ctura resta certidumbr­e en el rumbo económico del país.

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