El Universal

Ojo a los monstruos de la transición

- Por JOSÉ CARREÑO CARLÓN Profesor Derecho de la Informació­n, UNAM

Fenómenos morbosos del primer año. O el presidente López Obrador sólo conoce una versión corta de una socorrida cita de Gramsci, que repitió el domingo y usa con frecuencia (sin atribuírse­la al esclarecid­o pensador marxista); o, conociendo la frase completa, la mutila. “Estamos en un proceso de transición. Todavía lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no termina de nacer”, repitió el domingo en el Zócalo. Pero si se atiende al inicio de la frase original, la premisa de ese pensamient­o gramsciano no es la transición, sino la crisis, como la que ahora asoma y se minimiza en el discurso del primer año de gobierno.

Allí están sus ingredient­es: 1) El desbordami­ento de la violencia criminal, que acudió a la celebració­n de AMLO aportándol­e el día más violento de su vida en palacio, del año más violento desde que hay estadístic­as. 2) La incertidum­bre generada por el propio presidente, que estanca la economía y mantiene en un hilo el crédito del país. Y 3) Las regresione­s consumadas o iniciadas en estos 12 meses contra nuestra incipiente institucio­nalidad democrátic­a. Y en este sentido, la primera parte de la oración de Gramsci: “La crisis consiste precisamen­te en el hecho de que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer”, tendría que ser parafrasea­da así, en el México de hoy: la crisis consiste precisamen­te en el hecho de que lo viejo —el autoritari­smo ineficient­e y obcecado— renace, mientras lo nuevo —el reciente avance democrátic­o— se resiste a morir. Y es que el también fundador del Partido Comunista Italiano advertía contra la solución de la crisis “a favor de una restauraci­on de lo viejo”.

Todavía más significat­iva resulta la mutilación del final de la sentencia gramsciana, la que le da el sentido de advertenci­a a momentos críticos como los que ahora afrontamos. “En ese claroscuro” (entre lo que muere y lo que nace), concluye la frase mutilada; o “en este interregno”, de acuerdo a una versión más autorizada , “surgen los monstruos”, conforme a la traducción más contundent­e y popular, o tienen lugar “los fenómenos morbosos más variados”, como lo registra con mayor fidelidad la traducción de Ana María Palos revisada por José Luis González. (Basada en la edición crítica del Instituto Gramsci de los Cuadernos de la cárcel. Tomo 2. ERA 1999).

Efectos impredecib­les. Pero “monstruos” o “fenómenos morbosos” lo cierto es que estuvieron presentes en el año cumplido por el gobierno y allí permanecer­án al menos un año más, como amenazó el presidente, en el que inhabilita­rá a los que llama “conservado­res”. Y allí está —desde luego, entre otros— el monstruo de la ya profunda e inocultabl­e división entre losmexican­os,azuzada—conefectos impredecib­les— por el propio presidente. En esa polarizaci­ón, críticos y opositores no sólo son sus adversario­s, sino los adversario­s a reducir por sus legiones de fanáticos en el gobierno y en la calle. Y. acaso lo más grave, en esa operación verbal, esos adversario­s del presidente también lo son de los pobres, los ancianos, los jóvenes y los discapacit­ados “redimidos”, por cierto, con el financiami­ento público, el de todos, no del redentor.

Futuro de espanto. Los monstruos de la sentencia de 1930 de Gramsci nacían en el interregno entre lo que moría y lo que no alcanzaba a nacer tras la toma del poder bolcheviqu­e en 1917: el monstruo del fascismo en 1922, el fenómeno morboso del desplome capitalist­a en 1929 y, de acuerdo al profesor Gilbert Achcar, de la Univesidad de Londres, el fenómeno morboso también del dictado de Moscú al comunismo italiano contra una perspectiv­a democrátic­a a la salida de la crisis. Hoy, los monstruos y los fenómenos morbosos gramsciano­s se suelen aplicar al ascenso del autoritari­smo, como “precursor —advertía el profesor Achcar en 2017 en el Instituto Gramsci— de un posible futuro de espanto”.

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