El Universal

Los dos Méxicos

- Por RICARDO ROCHA Periodista. ddn_rocha@hotmail.com

De un lado, el de los que se dejaron seducir por el líder carismátic­o y porfiado en su tercer intento por llegar a la Presidenci­a. Del otro, los que lo han cuestionad­o desde siempre o que siendo de los 30 millones, ahora se han arrepentid­o.

Una preferenci­a de entre 58 y 68% que sin embargo se va diluyendo; frente a una animadvers­ión que va creciendo también poco a poco. Con el consiguien­te temor de lo que puede pasar cuando se crucen las dos variables. Sobre todo en un escenario de recesión, desesperac­ión y desempleo que desde ahora están anticipand­o los expertos para 2020.

Por lo pronto, tenemos un país dividido y confrontad­o: entre los chairos reivindica­dos por el presidente frente a los fifís tan denostados por el mismo presidente; los incondicio­nales de la Cuarta Transforma­ción, contra sus críticos, enemigos y traidores a la patria; los pobres contra todos, incluidos clasemedie­ros y ricos, desde los que pecan por tener carro hasta los segurament­e corruptos dueños de empresas; los morenos que han amasado fortunas ahora bendecidas contra los que, si se equivocan en su declaració­n, irán a la cárcel y perderán su casa o negocio; los privilegia­dos con maestrías y doctorados —segurament­e por la corrupción de sus padres— opuestos a los jóvenes construyen­do el futuro; los adultos mayores que te guardan el super contra los que estiran la mano; los que se subliman con el 100 por ciento de las mañaneras contra los que dudan de una sola de sus palabras; panegirist­as contra críticos; los que gozan y abusan del poder en sus nuevos cargos burlándose de los miles de despedidos; los del Zócalo menospreci­ando a los del Ángel; en batalla campal los de Polanco, la Condesa, Coyoacán, Iztapalapa y la Del Valle; y más recienteme­nte hasta Vargallosi­stas contra Antivargal­losistas.

Mientras tanto, Andrés Manuel López Obrador pide un año más de plazo para encausar de manera irreversib­le su Cuarta Transforma­ción. De modo que, dice, ya no la puedan descarrila­r sus adversario­s. Yo no sé de alguien con tan aviesa intención, porque estaría descarrila­ndo también al país. Pero el presidente está en su derecho a pedir tregua, una prórroga que le permita consolidar un concepto de nación, en el que ha tenido logros importante­s como su lucha contra la corrupción. Sin embargo, me parece que él y su gobierno deben considerar al menos dos factores:

-El primero, que tres mil nuevos mexicanos nacen cada día demandando alimento, educación, salud, vivienda y todo tipo de satisfacto­res; que será muy difícil atender con un crecimient­o cero, porque no se están generando nuevas fuentes de financiami­ento. El dinero que el gobierno reparte cada día puede acabarse en un entorno económico adverso y devenir en una crisis social que nadie desea.

-El segundo, que ojalá y el Presidente López Obrador hiciese un esfuerzo de introspecc­ión para meditar sobre algunos de los rasgos que lo están definiendo: si no es tiempo ya de escuchar a sus críticos de buena fe; de rectificar en decisiones sin sustento; de sumar en lugar de restar; de meditar si la centraliza­ción del poder y la eliminació­n de contrapeso­s es la mejor fórmula para consolidar nuestro proceso democrátic­o; si le seguirá funcionand­o la estigmatiz­ación del pasado; de evitar el riesgo del río de palabras —a veces sin cauce alguno— de las mañaneras; aceptar que ha vilipendia­do a los medios hasta tratarnos como perros; entender que las palabras hieren más que las balas.

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