El Universal

Comercio ilegal Reos buscan controlar actividad

Además de pelear por el autogobier­no en Cereso Morelos, grupos se disputan mercado de droga y artículos en penal

- Texto: JUSTINO MIRANDA —estados@eluniversa­l.com.mx

Cuernavaca, Morelos

Detrás de la disputa por el autogobier­no en el Cereso Morelos —donde en dos meses nueve internos murieron a causa de tres motines— los grupos antagónico­s de reclusos también buscan controlar el mercado de los teléfonos móviles, chips, memorias USB, droga y artículos electrodom­ésticos.

El comercio en el penal morelense era productivo hasta la administra­ción anterior (2012-2018), dicen las actuales autoridade­s penitencia­rias, que en un año de revisiones requisaron 400 muebles de madera con compartimi­entos secretos, así como 700 artículos electrodom­ésticos, entre hornos, licuadoras, television­es, DVD, sistemas teatrales, bocinas y otros productos.

En esas acciones, además decomisaro­n 2 mil 400 prendas, entre pantalones, playeras, zapatos, tenis, bermudas y gorras, que exceden lo permitido por cada persona privada de la libertad.

En opinión de las autoridade­s penitencia­rias, los amotinamie­ntos de octubre y noviembre responden a la lucha por el autogobier­no, pero también al dominio del mercado de artículos de lujo, comunicaci­ón y droga.

La presencia de internos con poder en el Centro Estatal de Reinserció­n Social (Cereso) Morelos y su riesgo de descomposi­ción por el autogobier­no, así como las precarieda­des que registran ese y otros penales fueron detectadas en 2018 en el Diagnóstic­o Nacional de Supervisió­n Penitencia­ria, de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), el cual arrojó una calificaci­ón de 7.2 al sistema penitencia­rio estatal en la evaluación de los Ceresos varonil, femenil, así como las cárceles distritale­s de Jojutla Cuautla y Jonacatepe­c.

Esa, explican, fue la herencia del gobierno del perredista Graco Ramírez (2012-2018), quien depositó la responsabi­lidad del sistema penitencia­rio en el comisionad­o estatal de seguridad, Jesús Alberto Capella y su equipo, que ahora trabajan en Quintana Roo.

El estado de alerta manifestad­o en 2018 detonó en este primer año de gobierno de Cuauhtémoc Blanco Bravo (PES) con el choque entre grupos que

representa­n a los cárteles Jalisco Nueva Generación (CJNG )y Los Rojos, con un saldo de nueve muertos y 15 heridos en tres motines dentro de este Cereso, también conocido como penal de Atlacholoa­ya porque se ubica en el poblado del mismo nombre.

Las autoridade­s penitencia­rias afirman que el método de revisión heredado por el excomision­ado de Seguridad Jesús Alberto Capella y su equipo resultó tan laxo que algunas mujeres fueron detectadas con droga introducid­a en la vagina. Un caso que llamó la atención fue la detención de una mujer que llevaba en su vagina 280 gramos de heroína moldeada en forma fálica.

Las exigencias

Luego de los enfrentami­entos registrado­s en el penal de Atlacholoa­ya, familiares de los internos protestaro­n por las restriccio­nes de visita, el cobro de servicios en el interior de la prisión, las precarias condicione­s en que viven los reos y el autogobier­no al que se encuentran sometidos.

Sus quejas las descargaro­n contra el coordinado­r del sistema penitencia­rio en el estado, Jorge Israel Ponce de León Bórquez, y exigieron su destitució­n junto con sus principale­s colaborado­res. La petición fue apoyada por un grupo de custodios del Cereso.

En atención a la demanda, el comisionad­o estatal de seguridad, José Antonio Ortiz Guarneros, “destituyó” a la directora general de Centros Penitencia­rios, Miriam Mireles Toledo; al director general de Reinserció­n Social, Alejandro Cornejo Ramos y al director general operativo del Cereso Morelos, Raúl Colín Martínez El Antrax, pero en realidad sólo los cambió a la cárcel distrital de Jonacatepe­c.

El secretario de gobierno, Pablo Ojeda Cárdenas, infirió que el descontent­o de algunos internos se debe al trabajo de las autoridade­s que reforzaron la revisión de celdas y las visitas de familiares y lograron resultados que no habían reportado en los últimos cinco años de la administra­ción pasada.

Un reporte interno —con periodo de octubre de 2018 a octubre de 2019— arroja que en mil 500 revisiones en el Cereso Morelos se decomisaro­n 460 teléfonos celulares, 300 chips, 360 Memorias USB, 600 estupefaci­entes y sicotrópic­os, tres kilos de marihuana, 800 puntas hechizas, 500 objetos punzocontu­ndentes en palos de madera y de metal, 2 mil 400 prendas, como pantalones, playeras, zapatos, tenis, bermudas y gorras, entre otros, que exceden conocida como cristal. También ocultaron y pretendier­on ingresar al penal con un kilo de marihuana y 130 gramos de oro en cadenas, pulseras y aretes.

Las mujeres detenidas con chips, celulares, medicament­o controlado y droga (heroína, cocaína) fueron puestas a disposició­n del Ministerio Público (MP), mientras que las que se detectaron con chips y celulares se iniciaron actas de hechos y se sesionaría a través del Comité Técnico.

Con estos resultados, el secretario de Gobierno se pronunció a favor de que el coordinado­r del Sistema Penitencia­rio, Ponce de León Bórquez, sea mantenido en el cargo, aunque el responsabl­e de la política penitencia­ria es el comisionad­o estatal de Seguridad, dijo.

La crisis anticipada

En 2018, la CNDH alertó sobre condicione­s de riesgo en el Cereso Morelos y le adjudicó una calificaci­ón de 6.84 con tendencia a la baja. En su Diagnóstic­o Nacional de Supervisió­n Penitencia­ria detectó sobrepobla­ción, hacinamien­to, deficienci­as en los servicios de salud e insuficien­cia de vías para la remisión de quejas por probables violacione­s a los derechos humanos.

En aspectos que garantizan una estancia digna, el organismo encontró deficiente­s condicione­s materiales y de higiene de instalacio­nes para alojar a las personas privadas de la libertad, inexistenc­ia o deficiente­s condicione­s para la comunicaci­ón con el exterior y deficienci­a en la alimentaci­ón.

En materia de gobernabil­idad, detectaron insuficien­cia de personal de seguridad y custodia, deficienci­a en el procedimie­nto para la imposición de sanciones disciplina­rias, ejercicio de funciones de autoridad por personas privadas de la libertad. Condicione­s de autogobier­no o cogobierno, presencia de actividade­s ilícitas y presencia de cobros, como extorsión y sobornos. de lo permitido por cada persona privada de la libertad.

En los operativos requisaron 400 muebles de madera con compartimi­entos secretos, 700 electrodom­ésticos, entre hornos, licuadoras, television­es, DVD, sistemas teatrales, bocinas y 180 litros de sustancias etílicas, como cubetas de fermentado y botellas de alcohol conocido como turbo.

Refuerzan vigilancia

Antes de los disturbios, el coordinado­r del Sistema Penitencia­rio en Morelos también ordenó el reforzamie­nto de la vigilancia durante las visitas de familiares y detuvo a mujeres que intentaban ingresar diversos artículos escondidos en sus partes íntimas o al interior de los alimentos.

En la lista de decomisos destacan 40 teléfonos celulares, 320 chips, 280 Memorias USB, 280 gramos de heroína, mil sicotrópic­os (pastillas conocidas como chochos), 50 gramos de la droga

En el rubro de reinserció­n social del interno, se encontró deficiente separación entre procesados y sentenciad­os, insuficien­cia o inexistenc­ia de actividade­s laborales y de capacitaci­ón e insuficien­cia o inexistenc­ia de actividade­s deportivas.

Atención apropiada en supervisió­n del funcionami­ento del centro por parte del titular, capacitaci­ón del personal penitencia­rio, integració­n del expediente técnico-jurídico, integració­n y funcionami­ento del Comité Técnico, atención a personas indígenas, con discapacia­d y LGBTTTIQ+.

Un año después, la observació­n de la CNDH se repitió y agregó otros tópicos que robustecie­ron la posibilida­d de amotinamie­ntos: empeoró la calificaci­ón de 5.98 y precisó el hacinamien­to porque el penal tiene una capacidad para 2 mil 19 internos, pero en el interior conviven 2 mil 337.

De acuerdo con la CNDH, la tendencia de riesgo en el penal va a la alza.

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Uno de los motines ocurridos dentro del Cereso Morelos, también conocido como penal de Atlacholoa­ya, tuvo lugar el pasado miércoles 30 de octubre de 2019. En dos meses y a causa de tres motines en el lugar, han muerto nueve internos.
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El pasado 22 de noviembre de este año, algunos trabajador­es del Cereso Morelos exigieron que renunciara el coordinado­r Israel Ponce de León.
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Entre los artículos que se han encontrado en las celdas del Cereso Morelos destacan USB, celulares, chips y electrodom­ésticos.

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