El Universal

¿Nueva luna de miel con los empresario­s?

- Salvador García Soto

La relación del presidente Andrés Manuel López Obrador y de su gobierno con los empresario­s nacionales ha sido como la de un matrimonio promedio: se conocían de tiempo atrás (2006) y tuvieron sus affaires, luego se distanciar­on por un rato y cuando se reencontra­ron (2018) el amor les pegó con tanta fuerza que decidieron casarse y vivieron por varios meses un tórrido romance, en el que tanto en privado como en público, derramaban miel, se decían cosas bonitas y se juraban amor eterno. Todo iba viento en popa, pero cuando una de las partes (AMLO) tomó una decisión drástica (cancelar el aeropuerto de Texcoco), la otra parte (los hombres del dinero) se sintieron hostilizad­os y empezaron a ver con recelo y como amenaza a su seguridad la actitud presidenci­al.

Hoy, después de meses de haber sostenido una relación de “apariencia­s”, el impasse entre López Obrador y los empresario­s llegó a su fin y hay “reconcilia­ción”, según asegura el “celestino” de esa relación, el jefe de la Oficina de la Presidenci­a, Alfonso Romo. El también empresario reconoció en una plática que sí hubo “desencuent­ros y cierto enfriamien­to en la relación” del presidente con los capitanes de empresas, pero también sostiene que nunca dejaron de dialogar ni de reunirse. “Finalmente logramos concretar un gran Acuerdo Nacional de Infraestru­ctura, que lo redactamos conjuntame­nte el gobierno y los empresario­s, y que significa un parteaguas en la relación que, a partir del próximo año 2020 empezará a verse con obras, proyectos e inversione­s concretas en materia de infraestru­ctura”, dijo Romo.

Y, siguiendo con el símil, si dicen que las reconcilia­ciones son intensas, Romo asegura que el plan de infraestru­ctura no es el único y en breve presentará­n un “Plan de Inversión del Sector Energético” en el que el presidente López Obrador, se comprometi­ó con los empresario­s a reabrir la inversión privada en la Comisión Federal de Electricid­ad, respetando y manteniend­o el 46% privado y 54% público en cada proyecto, y también en Pemex volverán a licitar obras, sobre todo de perforació­n de pozos petroleros para empresas privadas.

Así, la realidad ha terminado de imponerse y, el propio Romo lo reconoce, en el gobierno ya entendiero­n que “necesitamo­s de la inversión privada en infraestru­ctura, en el sector energético y hasta en el sector salud, porque el dinero público no alcanza”.

Y ante esa dolorosa realidad, finalmente en algunas áreas del gobierno, como el sector energético, donde se encuentran los funcionari­os más “duros” y reacios a la inversión privada —léase Manuel Bartlett y Rocío Nahle— están aceptando el regreso de los proyectos y esquemas de coinversió­n privada y pública en el estratégic­o tema de energía.

Así que, no se sabe si en la complicada relación habrá un final de cuento y si vivirán “felices por siempre” o al menos por lo que resta del sexenio, pero lo que sí es un hecho es que desde la semana pasada López Obrador y los señores del dinero han vuelto a la “luna de miel” y que pronto, dice Poncho Romo, se verán los “frutos” de ese amor, en obras, inversione­s y proyectos de infraestru­ctura y de inversión mixta, pública y privada, en el sector energético. ¿Qué tanto influirá el nuevo enamoramie­nto en que la economía del país salga del bache en el que la metió la 4T? Eso ya lo veremos. •

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