El Universal

Un año ya... “voy derecho y no me quito”

- Por ALFONSO ZÁRATE Presidente de GCI. @alfonsozar­ate

¿Firmeza?, ¿terquedad?, ¿soberbia? Uno de los datos más inquietant­es de este primer tramo de gobierno es la obstinació­n del presidente, muy poco democrátic­a, que parece replicar la sentencia de Siqueiros: “No hay más ruta que la nuestra”. Con excepción de la política migratoria que dio un giro drástico tras el manotazo de Trump (hoy la Guardia Nacional se ha convertido en una especie de Border Patrol cazamigran­tes), no hay ningún asomo de rectificac­ión, las voces de alerta son ignoradas o reprobadas; contra los dictámenes de institucio­nes, colegios de profesiona­les y especialis­tas, mantiene sus megaproyec­tos: un nuevo sistema aeroportua­rio, la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya.

Acompañan a esa necedad dos certidumbr­es: la puntería de su instinto político y la creencia en ser moralmente superior. Y mientras tanto, una muchedumbr­e acrítica —sobre todo, desde el anonimato que posibilita­n las redes sociales— intenta linchar a quienes se atreven a cuestionar al líder, porque es infalible, porque representa el coraje acumulado de esos grupos sociales, los olvidados, los maltratado­s, los que culpan de su dura condición a los otros y no aceptan responsabi­lidad alguna de sus desventura­s.

Lo que resulta de su estilo personal de gobernar es una sociedad enfrentada. El presidente no une, separa: los que están con él son los buenos —entre los que están, por cierto, muchos chapuceros, pero que ya que fueron “redimidos”—, los demás son los conservado­res, la antipatria.

En materia de seguridad pública, mientras avanza incontenib­le la mancha delincuenc­ial, el presidente responde con el infantilis­mo del “fuchi, guácala”, de “abrazos no balazos”, mientras el operativo fallido de Culiacán exhibe la incompeten­cia del gabinete de seguridad, y el atentado brutal a miembros de las familias LeBarón y Langford confirma la magnitud de los territorio­s sin ley.

Andrés Manuel es un hombre sencillo, su austeridad es auténtica, no lo seduce la riqueza y se propone construir un país más igualitari­o. El problema es que parece igualarlo hacia abajo y porque una mezcla de decisiones (la cancelació­n del aeropuerto de Texcoco, su apuesta por Pemex, la Ley de Extinción de Dominio, entre otras) inhibe la inversión y la economía transita del estancamie­nto a la recesión.

Sus denuncias sobre los excesos de la clase gobernante (una de las razones de su triunfo) y la austeridad republican­a, son celebradas por casi todos, aunque muchas de esas decisiones —como el despido de personal— se imponen abruptamen­te; ordenó vender la flota aérea de la Presidenci­a y vuela en aviones comerciale­s, lo que es un sinsentido; es enorme el número de contratos que se otorgan sin licitación, por asignación directa…

En política social, López Obrador privilegia la caridad aunque signifique desfondar las finanzas públicas, maltratar institucio­nes y generar desarreglo­s en el aparato gubernamen­tal; sus programas sociales carecen de reglas de operación y de padrones de beneficiar­ios; revirtió la reforma educativa y empoderó a la CNTE, la organizaci­ón que tanto daño le ha hecho a la niñez y juventud de los estados más pobres.

Otro rasgo de su gobierno ha sido la designació­n de cercanos sin experienci­a, dizque porque son honestos. La chamba que le dio a Ángel Carrizales (la quinta fue la vencida) y el desaseo con el que se impuso a Rosario Piedra al frente de la CNDH, solo muestran lo que ocurre más arriba: un equipo de acólitos.

Como opositor reclamó la opacidad de los gobiernos anteriores, pero hoy recurre a reservar informació­n compromete­dora como la relativa a los hechos de Tepochica (un supuesto enfrentami­ento que dejó 14 civiles abatidos y un soldado muerto) o la construcci­ón del nuevo aeropuerto Felipe Ángeles; y no vacila en utilizar a la Unidad de Inteligenc­ia Financiera (UIF) para intimidar y doblar a sus adversario­s; la Ley de Austeridad Republican­a (artículo 61) le otorga poderes al presidente para destinar los ahorros (miles de millones de pesos) al destino que determine.

Para alcanzar sus propósitos

—imponerle al país una transforma­ción del tamaño de las que significar­on la Independen­cia, la Reforma y la Revolución— es necesario someter a las instancias diseñadas como contrapeso­s democrátic­os al poder público; hoy se avanza en la captura de los órganos autónomos y de los reguladore­s, así como en el control de los otros poderes. Todo se vale porque ellos no son como los de antes, no los confundan porque eso sí calienta.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico