Paraíso nayarita
De pisa y corre me escapé un par de días a un lugar que considero el paraíso en la tierra. El pretexto fue acudir al Festival Gourmet Internacional que se lleva a cabo desde hace 25 años a lo largo y ancho de la costa del Pacífico: desde Puerto Vallarta hasta Tepic, pasando por la Riviera Nayarit.
Y precisamente ahí, en los alrededores de Punta Mita, en Higuera Blanca, Cristóbal González, al frente de Imanta Resort, recibió a un grupo de amigos.
El anfitrión tenía preparadas varias actividades relacionadas a su participación en dicho festival culinario. Para ello, el chef ejecutivo Miguel Muñoz, invitó a su colega Eduardo Marín Anaya, procedente de Mundo Cuervo, en Tequila, Jalisco, a hacer mancuerna e intervenir los fogones de Tukipa, el restaurante insignia de la casa.
Desde que llegué a Imanta supe que, además del incomparable escenario rodeado de vegetación, me esperaba algo que superaría el nuevo concepto del lujo. Desde que me alojé en la villa llamada Casa Masha, que significa venado en lengua local, lo comprobé: dimensiones poco vistas, impecable interiorismo y confort a más no poder.
En la playa nos esperaba un almuerzo relajado y apetitoso con manjares del mar. Cristóbal González me sugirió el pescado zarandeado que, sin duda, ha sido el mejor que he probado en mi vida.
En una de las mesas estaba Ana Sahagún, de la familia propietaria del hotel, acompañada de varios amigos. quienes también llegaron para conocer el line up gastronómico. Al atardecer, caminando a la orilla del mar me topé con Alina y Valeria, las encantadoras hijas de mi amigo Gerardo Covarrubias, quien estaba jugando golf en un campo cercano, según me comentaron.
Durante la cena lo saludé tanto a él como a su esposa Ana Mari.
En la terraza de Tukipa, a la luz de las velas y bajo las estrellas, vivimos una experiencia de aromas y sabores que incluyó una serie de platillos inspirados en la cocina de Jalisco y Nayarit que arrancaron el aplauso general.
Otro momento para recordar siempre será la vista envidiable del mar desde el mirador, así como un atardecer de película, mientras realizábamos una cata para repasar los principales destilados 100%, que son el orgullo de su cava.