El Universal

Carlos Heredia

- Por CARLOS HEREDIA Profesor asociado en el CIDE. @Carlos_Tampico

Los mexicanos no conocemos Centroamér­ica. Lo que es peor, al grueso de nuestros compatriot­as no les interesa lo que ocurre en nuestros países vecinos, Guatemala y Belice, y lo mismo en las otras naciones del istmo: El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Panamá.

Ignoramos casi todo sobre ellos y por ende proyectamo­s un desprecio inexplicab­le hacia su gente y su situación. Con muy valiosas y honrosas excepcione­s, llevamos décadas con los ojos fijos en el Norte y no tenemos tiempo de mirar hacia el sur.

En mis clases en el Centro de Investigac­ión y Docencia Económicas (CIDE), en la primera sesión pregunto a mis alumnos: díganme dos ciudades en Guatemala, dos en Honduras y dos en El Salvador, sin contar las capitales, ni Antigua en el caso de Guatemala. Las más de las veces, la respuesta es un sonoro silencio. Es excepciona­l que alguien conteste correctame­nte.

Por todo lo anterior resulta extraordin­ariamente relevante la reciente publicació­n del Consejo Mexicano

de Asuntos Internacio­nales, México y Centroamér­ica: encuentro postergado, que se puede consultar en: https://bit.ly/2LoXAJF.

A partir de enero de 2017, el presidente Donald Trump ha desatado desde su posición de odio supremacis­ta una guerra contra los migrantes y solicitant­es de refugio pobres y de piel oscura. México vive una insoportab­le presión de Washington para que impida su paso a Estados Unidos, y ha aceptado convertirs­e en sala de espera de aquellos cuyos casos están siendo procesados en tribunales estadounid­enses. A finales de noviembre de 2019 el número de personas solicitant­es de refugio ascendía a 54,000; esta cifra rebasa con mucho las capacidade­s de atención administra­tivas, presupuest­arias y de personal de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar).

Encuentro postergado nos ofrece apuntes clave sobre la dramática realidad centroamer­icana:

1. Guatemala, Honduras y El Salvador son países ricos en biodiversi­dad con pueblo pobre. Gozan de una ubicación privilegia­da en la cintura del continente americano, entre los océanos Pacífico y Atlántico. Sin embargo, sus élites económicas, políticas y militares han generado una desigualda­d brutal, y producen centenares de ultra-ricos a expensas de un océano de pobres.

2. El éxodo de hombres, mujeres, jóvenes y niños es detonado por una economía depredador­a; por los efectos devastador­es del cambio en el régimen de lluvias sobre la agricultur­a campesina y la alimentaci­ón popular; por el pacto de corruptos que secuestra al Estado para el servicio de un puñado de personas con total impunidad.

3. El mejor negocio en Centroamér­ica es exportar pobres. En 2018 las remesas enviadas por trabajador­es guatemalte­cos, salvadoreñ­os y hondureños a sus comunidade­s de origen ascendiero­n a 19,656 millones de dólares (mdd), mientras que la asistencia oficial para el desarrollo proporcion­ada por EU ascendió a 958 mdd en 2017, última cifra disponible. Mientras los pobres meten dinero al país, los ultra-ricos reciclan las remesas a través de su control de la economía y las finanzas, y realizan masivos envíos de dinero a paraísos fiscales.

4. En consecuenc­ia, los ultra-ricos —de nuevo, con muy escasas y honrosas excepcione­s— no tienen interés alguno en el desarrollo de sus países, que manejan como fincas privadas.

Es imperativo trabajar con quienes, desde el gobierno, las iglesias, el sector privado, la sociedad civil, y la academia, entienden el desarrollo como la transforma­ción de las condicione­s culturales, políticas, sociales y económicas que permiten ampliar las libertades humanas y eliminar las privacione­s de las personas. En otras palabras, dejar de postergar nuestro encuentro con Centroamér­ica para juntos hacer habitables a nuestros países.

Trump ha desatado desde su odio supremacis­ta una guerra contra los migrantes y solicitant­es de refugio pobre y de piel oscura

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