Fentanilo, la nueva mina de oro de los cárteles de la droga
• Productores de Sinaloa llegan a ganar hasta 2 mil dólares a la semana
Un pequeño laboratorio clandestino, ubicado en una finca de Sinaloa, produce hasta 20 mil dosis de fentanilo —opioide 100 veces más poderoso que la morfina y que al mezclarse con otras drogas incrementa los niveles de euforia, serenidad y adicción— cada semana, con destino a Estados Unidos.
Un equipo de periodistas siguió durante siete meses la violencia que deja a su paso el fentanilo, desde su fabricación en laboratorios improvisados de Sinaloa hasta las calles del pequeño pueblo de Española, en Nuevo México.
De acuerdo con el encargado de operar uno de estos laboratorios, en el que trabajan sin protección pese a lo tóxico del proceso de elaboración, sus ganancias suman 2 mil dólares semanales.
La DEA reportó en 2017 la muerte de 28 mil 466 personas por sobredosis de opioides en Estados Unidos, de las cuales 50% se deberían al fentanilo. Los cárteles Jalisco Nueva Generación y de Sinaloa se disputan el mercado, que representa una nueva mina de oro.
En un concierto de música, con drogas, en una tienda de campaña en Miami, una mujer se sentó frente a Adam Auctor con actitud de paciente de consultorio. La mujer de 40 años se sacó del sostén una pequeña bolsa de plástico con cocaína, extrajo unos terroncillos del polvo comprado en Pennsylvania y los puso en la palma de su mano para verterlos en un frasco que Auctor sostenía.
Con una práctica que delataba su experiencia, el analista diluyó el polvo en un pequeño frasco de ensayo, junto con agua y un reactivo. Casi al ritmo de la estruendosa música electrónica, y mientras varios de los asistentes estaban desnudos en una piscina inflable, Auctor agitó el tubo, le introdujo una tira de prueba, similar a las que se usan en los test de embarazo, y, con un tono científico, le informó a la paciente que había dado negativo para fentanilo.
“No sé si he probado fentanilo”, explicó ella, dando por sentado que hay posibilidades de que en el pasado alguien se lo hubiera vendido mezclado con las drogas que regularmente usa. “Ni quiero probarlo”, agregó.
En menos de una hora, Auctor había hecho tres exámenes. No lo sorprendió. Con su hablar pausado, como si ya lo hubiera visto todo en el mundo de las drogas, dijo que entre drogadictos hay una creciente alarma por el fentanilo.
“Muchos amigos míos han muerto de sobredosis sin saber lo que habían consumido”, comentó otro asistente que también sometió a prueba un sobre de cocaína.
El fentanilo es un opioide sintético 100 veces más poderoso que la morfina; produce un efecto relajante que los adictos entrevistados describieron como una sensación de serenidad o euforia que no habían experimentado.
Desde 2011, cuando creó su empresa, Bunk Police, Auctor está haciendo estos exámenes de drogas y vendiendo los equipos por internet.
Los laboratorios en México
Univisión Investiga siguió durante siete meses la violencia que deja a su paso el fentanilo —desde su fabricación en laboratorios improvisados de Sinaloa hasta las calles del pequeño pueblo de Española, en Nuevo México—.
Los productores afirman que cada laboratorio ilegal en Sinaloa produce, en promedio, 20 mil dosis de fentanilo cada semana, sólo para Estados Unidos. El encargado de un laboratorio clandestino accedió a mostrar el proceso a Univisión. Los llaman cocineros.
El laboratorio se encuentra en una finca, un espacio abierto adaptado con una lona de nylon negro como techo. Antes se dedicaba a la marihuana, pero ahora, dice, prefiere dedicarse a preparar fentanilo, una sustancia muy tóxica en su proceso de elaboración y para la cual no cuentan con equipo de protección; sin embargo, puede dar ganancias de 2 mil dólares a la semana.
El jefe de la cocina es un joven con un bigote incipiente y sus ayudantes son dos hombres que no pasan de los 20 años. Los tres se visten trajes de plástico para protegerse y usan máscaras antigases. Dicen que antes operaban en una casa, pero que a uno de sus compañeros “se le pudrieron los pulmones”, por lo que ya preparan el fentanilo en el exterior.
Normalmente, el fentanilo se usa en medicina para aliviar el dolor de pacientes terminales que no responden a otros analgésicos; no obstante, “el problema es que el efecto de relajación o de euforia que puede provocar la dosis es cercano a la que genera un paro respiratorio”, explica a Univision Francisco Hernández Ruiz, jefe del Departamento de Farmacia de la Facultad de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“Los cárteles mexicanos saben del dinero que hay en el negocio del fentanilo y, como lo hicieron con la metanfetamina, van a dominar el mercado en Estados Unidos” SHERRI HOBSON Fiscal asistente de San Diego
“Casi cada llamada que respondemos está relacionada con el abuso de drogas. Esto es una epidemia (...) Tengo 28 oficiales y desesperadamente necesitamos más para combatir este problema” ROGER JIMÉNEZ Jefe de la policía de Española
De acuerdo con la Administración para el Control de Drogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés), en 2017 murieron 28 mil 466 personas por sobredosis de opioides, un promedio de más de 70 al día, y alrededor de 50% podría ser por ingerir fentanilo.
“La realidad es que los cárteles mexicanos saben del dinero y las utilidades que hay en el negocio del fentanilo y, como lo hicieron con las metanfetaminas, van a dominar el mercado en Estados Unidos”, afirma la fiscal asistente de San Diego, Sherri Hobson.
Dos cárteles compiten por el mercado del fentanilo: el de Jalisco Nueva
Generación (CJNG), que le tomó ventaja inicial al de Sinaloa, que atravesaba por varias crisis de liderazgo y divisiones internas a raíz del arresto de Joaquín El Chapo Guzmán.
René Amarillas, supervisor de la DEA, explica que el CJNG ya tenía experiencia en este tipo de productos: “Eran buenísimos para crear metanfetamina. Ya tenían sus químicos y acceso a los puertos de Manzanillo, de Lázaro Cárdenas, de Veracruz”.
Renato Sales Heredia, excomisionado nacional de seguridad, refiere que el
CJNG había expandido sus operaciones en 2015 y 2016 en Estados Unidos gracias a la distribución de fentanilo chino que ingresa a México por el puerto de Lázaro Cárdenas y cruza el país en vehículos discretos hacia la frontera. Pero ahora, el negocio está en disputa, porque el Cártel de Sinaloa ha entrado de lleno en su producción tras la extradición de El Chapo.
Española, Nuevo México
Rodeado por las rojas montañas de Sangre de Cristo, Española, una hora al norte de Santa Fe en Nuevo México, es el epicentro de una de las epidemias de adicción más grandes del país. El condado Río Arriba, donde está la ciudad, es el segundo con mayor índice de muertes por sobredosis.
Nadie parece saber por qué las drogas se hicieron tan comunes en la región, quizá fue la pobreza, la falta de oportunidades. Lo cierto es que hoy todos ahí conocen a alguien que consume drogas o ha muerto por usarlas.
“Casi cada llamada que respondemos está relacionada con el abuso de drogas”, lamenta Roger Jiménez, jefe de la policía de Española. “Es una epidemia y no tenemos recursos suficientes: sólo hay 28 oficiales”, señala.
Durante más de 20 años, familias enteras en esta región han lidiado con un creciente número de sobredosis. Primero fue heroína, pero ahora el fentanilo ha agravado el panorama.
“Lo que pasa es que alguien consume la misma cantidad [de droga] durante años y luego recibe una dosis de fentanilo, que resulta 10 veces más fuerte de lo acostumbrado”, opina Jiménez.
Antes, de vez en cuando, sus oficiales llevaban naloxona, el antídoto para una sobredosis, pero ahora tienen que utilizarlo a diario.
“Las muertes por fentanilo en Estados Unidos recalcan su potencia: 100 veces más que la morfina, 50 más que la heroína. Este tipo de medicamentos actúan en las partes del cerebro que dan placer, pero también en las del dolor, de las emociones, que tienen que ver con la respiración”, dice Mario González, siquiatra y experto en adicciones.
En Española, las drogas que tradicionalmente llegaban de México, como la heroína, ahora están mezcladas con fentanilo para hacer sus efectos más duraderos, según la policía local. Lo llaman superheroína.
Muchos adictos, según estadísticas del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), sospecharon haberla consumido cuando tuvieron una sobredosis. A diferencia de otras drogas, el fentanilo tiene una ventana entre la crisis y la muerte de apenas cinco minutos, según expertos, por eso la rápida respuesta de la policía es crucial. Margarita Rabin y Daily Camacaro • contribuyeron en esta investigación.