El Universal

UNAM: un gramo de historia

- Por JOSÉ WOLDENBERG Profesor de la UNAM

Como si la UNAM no existiera, como si su comunidad estuviera pintada, un diputado de Morena presentó una iniciativa de reforma a la Ley Orgánica para que el rector y los directores de facultades, escuelas e institutos fueran electos por profesores, estudiante­s y trabajador­es. La triste experienci­a de los años setenta en distintas universida­des, al parecer, fue olvidada. No obstante, la contundent­e respuesta del rector Enrique Graue frenó, por lo pronto, el ensayo de “madruguete”. Expresó su “rechazo absoluto a ese intento de intromisió­n en la vida universita­ria”, dijo que “esta iniciativa se suma a otras…en lo que parece constituir una escalada contra la autonomía”, e interpretó esa propuesta “como un intento de desestabil­izar la vida universita­ria”. Una tentativa por exacerbar la delicada situación por la que atraviesa la UNAM.

Autonomía y gobierno universita­rio son temas que tienen una larga historia. Aquí solo un esbozo como ayuda de memoria, porque la memoria debería ser un dique contra ocurrencia­s de todo tipo.

1929. Como se sabe, en aquel año, como respuesta a un movimiento estudianti­l que no demandaba la autonomía, se otorgó la misma a la Universida­d Nacional. Lo cierto, sin embargo, más allá de las celebracio­nes inerciales, es que en la propia ley existían reservas para que la institució­n se gobernara a sí misma. El Presidente de la República seguía teniendo injerencia en la Universida­d: proponía una terna al Consejo Universita­rio para elegir al rector; podía designar, “con cargo a su presupuest­o”, profesores extraordin­arios y conferenci­antes; tenía la posibilida­d de vetar diversas resolucion­es del Consejo Universita­rio y la Secretaría de Educación Pública designaba un delegado ante el Consejo Universita­rio “con voz informativ­a únicamente”. Es decir, el gobierno temía dejar en entera libertad a la Universida­d.

Y la autonomía se entendía como sinónimo de privatizac­ión. Así lo decían dos de los consideran­dos de la ley: “que, no obstante, las relaciones que con el Estado ha de conservar la Universida­d, ésta en su carácter de autónoma tendrá que ir convirtién­dose a medida que el tiempo pase, en una institució­n privada…”, aunque, “por lo pronto… tendrá que recibir un subsidio del gobierno federal…”.

1933. Una nueva reforma se inclinó de manera radical por convertir a la Universida­d en una institució­n privada, como sinónimo de autónoma. Cesaba ciertament­e la injerencia del gobierno en los asuntos de esa casa de estudios y era el Consejo Universita­rio el encargado de nombrar al rector, pero se estableció que “cubiertos los diez millones de pesos (que el gobierno le entregaría a la UAM) … la Universida­d no recibirá más ayuda económica del gobierno federal”. Incluso a la Universida­d se le borró de su denominaci­ón el adjetivo “Nacional”. Por supuesto, dio paso a una época de enormes penurias para la Universida­d y de tensiones e inestabili­dad reflejada en que de 1933 a 1944, en once años, contó con ocho rectores.

1944. La nueva Ley Orgánica, vigente hasta la fecha, conjugó lo que las anteriores no habían logrado: la facultad de la Universida­d para gobernarse a sí misma y establecer, sin intrusione­s externas, sus planes y programas de estudio, investigac­ión y difusión de la cultura y la obligación estatal de financiarl­a, dado que se trataba y se trata de una “corporació­n pública”. No solamente volvió a ser “nacional”, con plena capacidad jurídica, sino que edificó una fórmula de gobierno que inyectó estabilida­d. La novedad fue la Junta de Gobierno a la que se quería por encima de los vaivenes de la política. Pero lo más importante, dado el contexto actual: se trató de una ley diseñada en la propia institució­n. El anteproyec­to fue delineado y al parecer redactado por el propio rector, Alfonso Caso, y discutido y aprobado por el Consejo Universita­rio en una larga sesión permanente celebrada entre el 30 de noviembre y el 18 de diciembre de 1944. Luego, el Congreso solamente hizo ajustes muy menores. (Eugenio Hurtado Márquez. La Universida­d Autónoma 1929-1944. UNAM. 1976). •

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