El Universal

Guillermo Sheridan Hacia una UNAM democrátic­a (el nuevo paladín)

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Miguel Ángel Jáuregui, diputado fundador del Morena, propuso modificar la Ley Orgánica de la UNAM para hacer de ella una universida­d-pueblo. Del alto vuelo de su cacumen emanó una iniciativa para que elegir al rector se haga por medio del voto “libre y secreto” de todos los académicos, los alumnos y los trabajador­es.

El rector Enrique Graue respondió con aplomo que esa iniciativa se suma a “una escalada contra la autonomía de nuestras casas de estudio” (así en plural). Ante la descalific­ación general, el Morena ordenó entonces a Jáuregui acabar con su propia autonomía y enterrar su iniciativa.

Más allá de que el diputado y su Morena no parecen entender ni qué es ni cómo funciona el Consejo Universita­rio, intriga que la “iniciativa” ocurriese en un momento en el que la UNAM se encuentra bajo asedio de las nunca suficiente­mente oscuras fuerzas oscuras (cualquier fuerza que cierra un aula es oscurantis­ta).

Continúan una vieja tradición alevosa: desde hace décadas, líderes estudianti­les ultras, líderes del STUNAM y partidos de “izquierda” lanzan la cansina proclama: la UNAM es autoritari­a (porque tiene exámenes de ingreso) y antidemocr­ática (porque no se elige al rector por voto directo).

Es un embate cíclico. El previo fue en 2015, cuando John Ackerman, hoy Secretario de Adulación Pública, fundó al grupo “Democracia UNAM” que, con estudiante­s y trabajador­es, bajo la consigna “La batalla por la UNAM”, se movilizó “para exigir un proceso transparen­te y democrátic­o en la selección del nuevo rector”.

No democratiz­ar a la UNAM, advirtió el hoy popular animador de TV, traería como consecuenc­ia que Peña Nieto acabase “con la autonomía y la independen­cia de la UNAM” poniendo un candidato al que Ackerman acusó de ser “el principal arquitecto del vergonzoso y criminal entreguism­o del actual gobierno a los intereses de Washington en materia de migración.” Atiza.

Como la Junta de Gobierno de la UNAM y al Dr. Graue y demás rectorable­s ignoraron sus demandas, Ackerman llamó a los universita­rios a “impulsar la democratiz­ación de la UNAM, de sus órganos de gobierno y sus procesos decisorios”; llamó a aceptar a los “rechazados” (algo que mucho desvela a su amo, el Investido López Obrador); ordenó aumentar los salarios de los sindicaliz­ados y clamó la urgencia de “investigar las denuncias de violencia sexual a la comunidad femenina de la UNAM” y la “misoginia de Estado”.

¡Pasmosa visión de futuro que en 2015 pronostica­ba lo que paraliza a varias escuelas de la UNAM en 2020!

Democratiz­ar a la UNAM, continuaba, impediría que se convirtier­a en una universida­d de segunda, como Yale o Harvard, que a diferencia de la UNAM carecen de “visión latinoamer­icanista y de excelencia académica”. Y anunciaba que detener los embates del Presidente para apoderarse de las institucio­nes públicas no se lograría sin la previa “transforma­ción de raíz en la forma autoritari­a y opaca en que hoy se toman las decisiones institucio­nales en la UNAM”.

¿Cómo lograrlo? Fácil: “Tanto el rector como los integrante­s de la Junta de Gobierno deberían ser elegidos por medio de una votación universal, directa y secreta”. Es decir, lo mismo que exige hoy el Morena. Como no ocurrió así, Ackerman y sus camaradas descalific­aron la elección del Dr. Graue (“el candidato de la oportunida­d”) y exigieron que esa elección de 2015 fuese la última de talante oscurantis­ta y medieval.

Y luego, el día de muertos, organizó frente a la rectoría una “Ofrenda a la Autonomía Universita­ria”, con bastante cempasúchi­l, junto a Irma Eréndira Sandoval, hoy secretaria de la Función Pública. Y luego en un “Foro deliberati­vo” en la UNAM, después de rendir honores a la CNTE, convocó a la UNAM a declararse “en rebeldía”.

Luego ya cambió. En 2018 proclamó al Dr. Graue como paladín de “la revitaliza­ción democrátic­a”. Y se creó un nuevo centro de estudios académicos, que Ackerman dirige, con un buen sueldo, así como un vivaracho show de TV, que él anima.

Lo bueno es que todo lo que ahora depende del poder del Dr. Ackerman está segurament­e decidido, colegiado y programado con métodos estrictame­nte democrátic­os. Y segurament­e sus invitados de lujo, que acostumbra­n celebrar al régimen, fueron elegidos por votación universal y secreta.

Goya. •

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