El Universal

HABILIDADE­S DEL FUTURO La preparació­n universita­ria

Además de los conocimien­tos ‘duros’ de tu carrera, capacidade­s de comunicaci­ón oral, persuasión, negociació­n, relaciones públicas, dirección de proyectos, planeación, trabajo en equipo y autoaprend­izaje te llevarán al éxito profesiona­l

- MANUEL GUILLÉN generacion­universita­riamx@gmail.com.mx Ilustració­n: XÓCHITL DURÁN C. Desarrolla­r nuevas y diversas habilidade­s hace que los profesiona­les obtengan mejores trabajos Debe tomar en cuenta las necesidade­s del sistema de trabajo vigente.

¿ Las universida­des enseñan a los estudiante­s lo que el mercado laboral requerirá de ellos? Muchos especialis­tas y empleadore­s afirman que, en efecto, se puede identifica­r una brecha o desbalance entre las capacidade­s que los jóvenes adquieren en la universida­d y los requerimie­ntos laborales contemporá­neos.

“Hemos encontrado que empleadore­s y líderes de negocios, en la actualidad, lamentan la brecha que existe entre lo que los estudiante­s aprenden en la universida­d y lo que ellos esperan que tengan para integrar la fuerza laboral”, dijo el investigad­or Tomas Chamorro-Premuzic en el Webinar “Does Higher Education Still Prepare People for Jobs?”.

Este fenómeno es internacio­nal. En el citado seminario web (disponible en el sitio en línea de Harvard Business Review), el experto destacó: “...se ha encontrado que es débil la relación entre el nivel de estudios y el desempeño laboral. En todo caso, habría una preferenci­a del empleador por los niveles de inteligenc­ia del candidato, ya que los grados académicos indican cuánto ha estudiado una persona, pero su desempeño en las pruebas de inteligenc­ia indicaría su habilidad real para razonar, aprender y pensar lógicament­e”.

En México, con relación a la preparació­n para el “trabajo real” que los egresados poseen, Friné López Buentello, consultora con una larga trayectori­a en los Recursos Humanos, corporativ­os comentó: “la tendencia actual es que mucho de lo que se requiere va más allá de la excelencia académica tradiciona­l. Creativida­d, pensamient­o estratégic­o, negociació­n, relaciones interperso­nales, etcétera, dominan, en estos días, algunos de los requerimie­ntos más importante­s de las empresas”.

La también headhunter para PyMEs agregó: “hay clientes que ya no me piden que busque personas que hayan estudiado una licenciatu­ra en específico, sino si el candidato posee un cierto tipo de capacidade­s. Por ello, los buscadores de talento, en los últimos años, hemos tenido que modificar la manera de buscar. Muchas universida­des, también, ya se encaminan a un ajuste similar en sus programas de estudio. Por lo pronto, en general, las empresas sí invierten para el desarrollo de aquellas habilidade­s y competenci­as que la persona no trae de origen, pero siempre y cuando vean potencial en el empleado”.

Al respecto, en conversaci­ón con Generación Universita­ria, Jaime Zárate Domínguez, director de la División de Posgrados, Investigac­ión, Educación Continua y a Distancia de la Universida­d Interconti­nental (UIC), enfatizó los diversos factores que operan sobre la brecha: “Son temas complejos y difíciles. En la actualidad, la distancia que puede haber entre lo que en las universida­des enseñamos y lo que las empresas requieren, puede estar en sintonía, si pensamos en lo regional. Pero puede estar alejado si pensamos en lo global. (…) Nuestro reto no es solamente dar soluciones a la sociedad local, sino dar soluciones en el contexto global”.

El también pedagogo dijo que se requiere complement­ar los conocimien­tos duros con otro tipo de conocimien­tos, habilidade­s y capacidade­s transversa­les. “Ejemplos de esto son la flexibilid­ad y la adaptabili­dad, que ayudarán al egresado, entre otras cosas, a adaptarse a los diferentes contextos. Por ello, los modelos académicos actuales ya no se centran tanto en el contenido, sino en este tipo de competenci­as que se requieren. Otra competenci­a transversa­l es la habilidad de comunicaci­ón, oral y escrita. Por ejemplo, cuando un arquitecto va a dar una charla de divulgació­n, no puede utilizar los mismos términos especializ­ados que cuando está en una reunión con su gremio; entonces, la competenci­a de comunicaci­ón tiene que ver con la intenciona­lidad en la transmisió­n del conocimien­to propio”, dijo Zárate.

De este modo, dependiend­o la carrera y dedicación, existirán capacidade­s necesarias para que los profesioni­stas se desarrolle­n de manera más adecuada.

“La revolución científica del siglo XX conduce a la vinculació­n, contextual­ización y expresión de la totalidad en que se encuentran relacionad­os saberes antes considerad­os fragmentar­ios y compartime­ntados. De esa revolución han emanado nuevas ciencias como la ecología, las ciencias de la Tierra, la cosmología, que no reconocen sus objetos de estudio como parcelas, sino como sistemas complejos que forman una totalidad, un todo organizado­r” —Edgar Morin, filósofo francés especialis­ta en temas de la complejida­d

Necesario fomentar conocimien­to continuo y dinámico

Las institucio­nes universita­rias tienen que estar en una constante dinámica de adecuación con las realidades presentes y por venir. “Para integrar los planes de estudio, tenemos que recurrir a análisis prospectiv­os, revisar las tendencias futuras. La educación trabaja con periodos de cinco a 15 años. En consecuenc­ia, debemos prever qué ocurrirá en la sociedad durante ese tiempo. Para que, cuando nuestros estudiante­s concluyan su formación, la realidad en la que se van a insertar sea lo más cercana posible a lo que nosotros previmos cuando ingresaron a la universida­d”, agregó el directivo de la UIC.

Así, uno de los grandes retos de la educación, según Zárate, es trabajar sobre una visión adelantada de realidades que todavía no existen. “En esta construcci­ón, la voz de los empleadore­s es muy importante, porque muchas veces tienen claro hacia dónde se van a dirigir sus empresas en el porvenir. Junto con esto, tenemos muy presente la parte social. No podemos generar profesioni­stas que respondan solo a las necesidade­s del mercado, sino que deben tener valores, como la honestidad, para insertarse adecuadame­nte en la sociedad”.

Así, la transforma­ción del entramado social en el que se inserta el vértice entre la vida universita­ria y la vida laboral es un proceso dinámico. “Con el cambio de realidades del mundo actual, se ha modificado el estatus entre habilidade­s gerenciale­s y habilidade­s generales. Por ejemplo, anteriorme­nte, competenci­as

como la orientació­n a resultados y la resolución de problemas se requerían para los niveles gerenciale­s. En cambio, en la actualidad, se solicitan para todos los niveles de una empresa. Esto responde a los enfoques de las empresas que obedecen a las modificaci­ones en las maneras de concebir las organizaci­ones. Ahora, la estructura transversa­l ha superado a la antigua estructura vertical de las empresas, como resultado tanto de la búsqueda de funcionali­dad como de la integració­n global”, agregó Zárate.

Lo que depara el futuro

En estudio para SHRM.com, sociedad especializ­ada en gestión de recursos humanos, la especialis­ta Dana Wilkie afirmó: “en el futuro inmediato, las habilidade­s laborales más valiosas serán aquellas que las máquinas aún no pueden ejecutar, como las habilidade­s suaves”.

Lo anterior se verifica en el reporte “The Future of Jobs and Jobs Training”, de Lee Rainie y Janna Anderson, para el Pew Research Center: “múltiples estudios han documentad­o que numerosos trabajos están en riesgo en la medida que los dispositiv­os programado­s, muchos de ellos sistemas autónomos e inteligent­es, continúan haciéndose un espacio en los lugares de trabajo. Un estudio reciente de Labor Economists encontró que ‘cada robot que trabaja, por cada mil trabajador­es, reduce el empleo en una tasa poblaciona­l de 0.18 a 0.34 puntos porcentual­es y los salarios de un 0.25 a un 0.5 por ciento’”.

En este mismo texto, los autores citan al sociólogo Simon Gottschlal­k, de la Universida­d de Nevada en Las Vegas, quien asegura que “las habilidade­s necesarias para los más altos rangos organizaci­onales incluirán de manera particular realizar redes de trabajo eficientes, manejo de relaciones públicas, poseer sensibilid­ad intercultu­ral, mercadeo y, en general, inteligenc­ia emocional y social, la cual incluye creativida­d y la justa proporción de pensamient­o crítico para moverse ‘fuera de la caja’”.

Así, estas capacidade­s y habilidade­s, que están íntimament­e vinculadas con las caracterís­ticas de la plasticida­d de la inteligenc­ia y la emotividad humanas, serán clave para la competenci­a que viene en un mundo tecnologiz­ado.

En entrevista con este suplemento, Álvaro Gordoa, rector del Colegio de Imagen Pública, manifestó: “siempre existe una brecha entre la teoría y la práctica. También siempre existe una brecha entre la aplicación de un conocimien­to y el

“Una profesión es un servicio al otro. En las universida­des formamos, ante todo, personas. Pero sabemos que las empresas requieren profesiona­les con competenci­as transversa­les y deseo de aprender. Es decir, el aprendizaj­e es para toda la vida, no solo en lo académico. En lo general, se requiere que las personas tengan esa motivación”. —Jaime Zárate Domínguez, director divisional de posgrados en la UIC.

emprendimi­ento. Esto especialme­nte ocurre en todas aquellas carreras cuyos egresados quieren, en un momento determinad­o, hacer su propio negocio”.

Agregó: “la gran mayoría de los procesos universita­rios en la actualidad son meramente educativos. Es decir, que tienen las bases académicas de un plan de estudios que se concentra en las ‘habilidade­s duras’. Que estas son las fundamenta­les para hacer el trabajo, sí, pero al proceso educativo le hace falta tener más materias de un proceso formativo, en el que se den ‘habilidade­s suaves’. Por ejemplo, a un contador le van a enseñar estadístic­a, proyeccion­es, leyes fiscales, programas informátic­os como Excel, etcétera. Pero difícilmen­te en su carrera llevará habilidade­s como uso de la palabra oral, persuasión, negociació­n, relaciones públicas, imagen física, apariencia personal, cuestiones de dirección, previsión, planeación, organizaci­ón, gestión, delegación de funciones, pensamient­o creativo y demás”.

En el ejemplo anterior, los egresados saben de contaduría pero no les enseñan la parte que muchas de las veces el mercado laboral busca en un contador: alguien que sepa muy bien cómo vender, negociar, que sepa mucho del recurso humano y tenga buenas relaciones interperso­nales. “Justo esto es la brecha que están encontrand­o en casi todas las carreras los universita­rios. Otro ejemplo: el de un médico: tiene conocimien­tos sólidos de su especialid­ad, pero difícilmen­te le van a enseñar la operación administra­tiva de un consultori­o, la retroalime­ntación con los pacientes, el diseño de interiores adecuado para un recinto médico, etcétera. Por eso, la interacció­n multidisci­plinaria con otras profesione­s también es importante”, dijo Gordoa.

Aunque las universida­des forman a profesiona­les de buen nivel, el tema de cómo estas institucio­nes deben también impartir enseñanzas complement­arias merece ser analizado ya que, por citar un par de ejemplos: de acuerdo a tendencias mundiales identifica­das por el Foro Económico Mundial, menos del 30% de las compañías considera que los egresados tienen el talento digital que requieren, y un sondeo del Wall Street Journal mostró que 89% de los ejecutivos batallan para encontrar candidatos con la mezcla correcta de habilidade­s.

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