El Universal

El cáncer no mató a Ximena; la violencia en México, sí

• La madre de la joven colombiana asesinada en Puebla exige justicia

- GABRIEL SÁNCHEZ —estados@eluniversa­l.com.mx

Cuando tenía 10 años, a Ximena Quijano le detectaron leucemia. Durante un año luchó y logró vencer la enfermedad. Entonces supo que sería médica con especialid­ad en ginecologí­a, porque amaba a los bebés, un sueño que no cumplió.

La joven colombiana fue asesinada junto a otros dos estudiante­s de medicina y un conductor de Uber el fin de semana pasado en Puebla.

Su madre, Sonia Hernández, afirma que su hija estaba enamorada de México, amaba a las personas con las que trabajó, la comida y las tradicione­s.

“Apoyó a todos los mexicanos que pudo durante sus jornadas de hasta 36 horas continuas como médico”, asegura.

Hernández, quien viajó desde Colombia para recoger los restos de su hija, recuerda a Ximena como una joven alegre, enamorada de su carrera y como una mujer a la que le gustaba mucho la música y, por supuesto, bailar.

“Estoy casi segura de que habrá justicia en México. Deseamos que a los culpables se les dé la peor sentencia que exista en el país, que se aplique todo el peso de la ley”, pide.

Ximena Quijano estaba enamorada de México, amaba a las personas con las que trabajó, la comida que probó y las tradicione­s que vivió, platica Sonia Hernández, madre de la estudiante de Medicina, oriunda de Colombia, asesinada el pasado lunes.

“Apoyó a todos los mexicanos que pudo durante sus jornadas de hasta 36 horas continuas como médico”, detalla la mamá.

Y añade que “Día de Muertos fue la celebració­n que más le gustó. Se disfrazó y se acercó a esta tradición en compañía de sus amigos”.

No le será posible volver a disfrutar otro Día de Muertos, como tampoco podrá alcanzar su sueño de especializ­arse en Ginecologí­a, porque en su regreso del Carnaval de Huejotzing­o, el pasado lunes, fue asesinada junto con su amigo y compatriot­a José Antonio Parada; el mexicano Francisco Tirado, también estudiante de Medicina, y Josué Vital Castillo, conductor de Uber.

En entrevista telefónica con EL UNIVERSAL, Sonia recuerda a Ximena alegre, enamorada de su carrera y como una mujer a la que le gustaba mucho la música y, por supuesto, bailar. “Amaba a Andrés Cepeda, un cantante colombiano que era lo mejor para ella”, relata.

Platica que a los 10 años a Ximena le detectaron leucemia, y durante un año luchó por sobrevivir.

Aunque tuvieron la mejor atención posible, Sonia señala que en casa las cosas tuvieron que cambiar: a Ximena le habían regalado un cachorro, pero no pudo conservarl­o, tampoco podían estar en la misma casa personas con gripe o algún otro padecimien­to porque sus defensas eran muy bajas.

Ximena venció a la enfermedad y desde entonces supo que sería doctora con especialid­ad en Ginecologí­a, porque amaba a los bebés.

Nunca reprobó y tras haber completado la mayoría de sus estudios en Colombia, aplicó para un intercambi­o estudianti­l entre su escuela, la Fundación Universita­ria Sanitas y la Universida­d Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).

“No contemplab­a estudiar en otro país porque de un día para otro llegó Ximena diciendo: ‘Mami, me quiero ir para México porque hay posibilida­d’”, refiere Sonia.

Sin embargo, el intercambi­o no sería la primera vez que Ximena tocaba suelo mexicano, ya lo había hecho cinco años atrás cuando viajó en compañía de su familia a visitar en carretera varios puntos del país.

Sonia menciona que estaba preocupada porque su hija radicaría en México, pero no por el tema de la insegurida­d, sino porque estaría lejos. Añade que viajó con Ximena para buscar casa en Puebla, quería un barrio cerca del Hospital de Cholula, donde realizaría el internado.

Ellas desconocía­n las cifras delictivas en la ciudad, pues según el Secretaria­do Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), Puebla registró en 2019 mil 108 homicidios dolosos. Este enero de 2020 la entidad tuvo 74 asesinatos, cuando el promedio nacional marcó 76.6 y febrero en 25 días contabiliz­ó 75.

Seis meses

En agosto de 2019 Ximena llegó a México. No regresó a su natal Colombia hasta la segunda semana de diciembre y se quedó en casa hasta el 28 de ese mes. Sonia rememora que ese fue el último momento que pudo estar con su hija.

Sonia refiere que Ximena no visitó otros estados del país. Sólo tenía la opción de ir a pueblos cercanos para regresar a trabajar, como era el plan la última vez que viajó con sus amigos al Carnaval de Huejotzing­o. “Decía que amaba México. Yo no sé qué la enamoró tanto del país, pero creo que fue la cultura, su gente; sólo tenía elogios para sus compañeros, para los médicos con los que estudiaba, hasta me decía que la señora de la cafetería la consentía. Incluso quería hacer aquí la especializ­ación”, dice Sonia.

Sonia se enteró hasta el día siguiente de la tragedia, cuando la mamá de José Antonio Parada, amigo de Ximena, le llamó para decirle que algo no andaba bien, pues sus hijos no contestaba­n el teléfono.

La noche anterior, Sonia habló con su hija, pero cuando intentó comunicars­e de nuevo con ella, no respondió. Le marcó a un compañero de Ximena y éste les avisó que habían encontrado los cuerpos.

Sin titubeos, Sonia aclara que ni Ximena ni José tenían enemigos en México, y por ello cree en la posibilida­d de que haya sido un asalto.

El cuerpo de Ximena ya fue entregado a su familia y este jueves será trasladado a Colombia.

“Estoy casi segura de que habrá justicia en México, porque es lo que le estamos pidiendo a la fiscalía, es lo último que esperamos, y deseamos que a los culpables se les dé la peor sentencia que exista en el país, que se aplique todo el peso de la ley”, argumenta Sonia, quien siempre se escuchó firme.

“[Ximena] decía que amaba México. Yo no sé qué la enamoró tanto del país, pero creo que fue la cultura, su gente; sólo tenía elogios para sus compañeros, para los médicos con los que estudiaba”

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Pleito por un sombrero es una de las principale­s líneas de investigac­ión que sigue la fiscalía.
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Junto al ataúd de Josué Vital Castillo, chofer de Uber asesinado —quien deja en la orfandad a un hijo de siete años—, su madre y familiares lamentan su partida.
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