El Universal

¿Que se vaya AMLO?

- Por JOSÉ ANTONIO CRESPO Profesor afiliado del CIDE. @JACrespo1

Uno de los elementos esenciales de la democracia es la capacidad institucio­nal de remover legal y pacíficame­nte a los gobernante­s abusivos o ineficaces. Cuando en una sociedad la continuida­d en el poder de un mal gobernante se juzga mayoritari­amente dañina, hay tres opciones; A) que el gobernante siga hasta que termine su mandato (o de por vida, si su cargo es vitalicio); B) removerlo pacíficame­nte a partir de las reglas vigentes; C) derrocarlo por vía violenta (revolucion­es, golpes de Estado, magnicidio­s). La segunda opción es la menos costosa pero sólo opera en regímenes democrátic­os. Y por cierto, en los sistemas presidenci­alistas la remoción sólo puede ocurrir por violacione­s graves a la ley, pero no por malas decisiones políticas, así éstas dañen gravemente a la sociedad, salvo donde existe la revocación de mandato, bajo sus tiempos y condicione­s. En cambio, en los sistemas parlamenta­rios es posible remover a un jefe de gobierno incluso por sus malas decisiones en cualquier momento, así no haya violado ninguna ley ni incurra en un claro abuso de poder. Es una de las ventajas del parlamenta­rismo.

En los regímenes no democrátic­os, para remover a un mal gobernante de manera anticipada sólo queda la vía ilegal o violenta. Esto último genera elevados costos sociales. Y sin embargo, eso ha ocurrido en varias ocasiones en la historia, cuando una sociedad decide que preservar al gobernante en el poder hará mucho más daño que derrocarlo. Es frecuente que incluso en una democracia los opositores y disidentes consideren que el gobernante en turno es muy dañino al país y deseen que termine antes de tiempo. Pero mientras tales expresione­s queden en eso (“Fuera”, “Que renuncie”, etcétera), no afecta el orden institucio­nal (Amlo lo dijo varias veces). Es sólo si tal deseo se deriva en acciones concretas para remover al jefe de gobierno por vía ilegal, cuando se puede hablar de golpismo.

¿Hay ese riesgo en México, tras cien años de preservar su estabilida­d política? Amlo y sus voceros ven un plan golpista aún en las expresione­s de descontent­o más usuales o aceptadas dentro del juego democrátic­o. Actos que el obradorism­o practicó desde la oposición, pero entonces no estaba mal. Los opositores y disidentes legalistas promueven quitar a Morena la mayoría absoluta en 2021, o revocar el mandato de AMLO. Sin embrago, ciertos grupos radicales dentro del complejo y heterogéne­o bloque disidente sí desean que Amlo se vaya antes de eso, e incluso por las malas (es decir, por medios ilegales). Algunos desean que Amlo se vaya como sea, por enfermedad, incapacida­d mental o muerte natural. Otros incluyen la renuncia forzada o el golpe de Estado.

Dentro de los disidentes, hay quienes sostienen que una remoción ilegal de López Obrador provocaría inestabili­dad política y graves problemas de gobernabil­idad. Al parecer la mayoría de comentaris­tas críticos así lo vemos. Pero varios disidentes de distintos sectores consideran que incluso la remoción para 2022 sería demasiado tardía, no digamos en 2024, y que debe buscarse la remoción de AMLO ya, y como sea. Hay grupos que eso promueven abiertamen­te. Y si la crisis económica se profundiza, y tardan los signos de recuperaci­ón, quienes así piensan probableme­nte tenderán a aumentar. Hay de hecho una polémica entre quienes dentro del bloque disidente se pronuncian por la vía legal y los que aceptan cualquier ruta para que AMLO salga del poder. No veo condicione­s para que la vía ilegal fructifiqu­e; los dos actores clave de ello, EU y el Ejército, están con AMLO. Pero sí tiende a generarse mayor confrontac­ión y polarizaci­ón social de la que hemos padecido, algo nada saludable para el país, y menos en tiempos de crisis.

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