El Universal

Osorio movió las fibras del futbol mexicano

- @gvlo2008 gerardo.velazquez@eluniversa­lbgwire.com.mx

En tiempos del Covid-19, se han potenciand­o los insultos, las malas formas y estar en el extremo de susceptibi­lidades. Pasa en todos lados; tal vez, por la falta de informació­n y porque buscar recuerdos, escándalos, temas que a los medios de comunicaci­ón le den “carne fresca” para analizar y comentar, es el día a día.

Así, se puede ver cómo un exdirectiv­o, como José Luis Higuera, se atreve a decirle “chocheas” a un maestro del periodismo deportivo, como José Ramón Fernández, y lo peor es que lo celebran en redes sociales como si fuera una proeza del exchiva. O cómo un exfutbolis­ta, como Antonio Carlos Santos, le dice a un comunicado­r, como Enrique Beas, que es un pendejo, solamente porque no está de acuerdo en los conceptos de éste.

En fin, son tiempos de alta susceptibi­lidad, pero también de “mala leche” de algunos más, que solamente buscan escándalos para hacerle daño a determinad­as figuras del deporte o de los medios de comunicaci­ón.

Juan Carlos Osorio cayó en esto y, en la entrevista a la distancia que dio para ESPN Brasil, hizo el ridículo, monumental papelón del exentrenad­or de la Selección Mexicana. Señalar a los futbolista­s es una bajeza cuando se trata de un equipo en el que —se supone— todos ganan o todos pierden.

Dentro de los ridículos deportivos que tuvo el colombiano como entrenador de la Selección Nacional: el 0-7 contra Chile en la Copa América Centenario o el 1-4 contra Alemania en la Copa Confederac­iones, o hasta en la propia eliminació­n en Rusia a manos de Brasil, nadie, ni el más insensato ser humano, pudo no darse cuenta que la gran responsabi­lidad fue del entrenador, que las humillacio­nes se dieron gracias a sus “inventos” en el campo y que no existió nunca autocrític­a.

El futbol mexicano cometió su gran error histórico al mantener en el puesto a Osorio después de la peor humillació­n que ha recibido un combinado nacional. La noche en Santa Clara, California, era para cambiar radicalmen­te a un hombre que —por su palabras ante ESPN Brasil— se nota que solamente vino a estafar a la Federación Mexicana de Futbol, nada más.

Que sirva de ejemplo y de aprendizaj­e que este tipo de “estudiosos” solamente tienen buen discurso, porque

Osorio era lo que ofrecía. Fue contundent­e, ante los ojos de los periodista­s brasileños, que la hipocresía con la que se manejó en el banquillo de la Selección era parte de su plan: cobrar mucho y salir huyendo cuando viniera la eliminació­n anunciada.

Osorio no pudo, ni podrá explicar, por qué contra Alemania (en ese entonces, todavía campeón del mundo) pudo ganar con jugadores que se quedan callados en el vestuario, como tampoco podrá explicar por qué México le ha ganado varias finales a Brasil, incluida la de los Juegos Olímpicos de Londres. Claro, ahí no había charlatane­s en el banquillo, había un verdadero entrenador.

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