El Universal

En AL, de vuelta según posibilida­des

Países abordan de distinta forma la situación: con clases presencial­es reducidas, vía remota, con un sistema mixto, entre otras

- JOSÉ MELÉNDEZ Correspons­al

San José.— Con el riesgo de que el calendario educativo de América Latina y el Caribe pase a la historia como tiempo perdido por efecto indirecto del coronaviru­s de febrero a agosto de 2020, la incertidum­bre marcó a la enseñanza para el último cuatrimest­re del año en una zona urgida, desde antes de la pandemia, de remodelar su aparato en la materia para vencer a la pobreza y aspirar al progreso social.

Ante el imparable ataque de la enfermedad en el hemisferio, ¿se podrá regresar al mecanismo de educación presencial?, ¿o el sistema a distancia, supuestame­nte virtual impuesto a partir de que el virus irrumpió en la región, deberá prolongars­e, con todas sus dificultad­es por las añejas brechas tecnológic­as y de conectivid­ad?

Con excepcione­s —el gobierno de Nicaragua se negó a declarar una cuarentena, dictar medidas paralelas de emergencia y suspender las lecciones—, la mayoría de países latinoamer­icanos y caribeños cerró en marzo las puertas de los centros educativos de primaria, secundaria y universita­rios.

El desafío es reabrir y retornar a la normalidad previa al Covid-19, o mantener el cierre, seguir en la ruta de enseñar vía internet, por televisión y otras formas, como que escuelas, colegios, liceos, universida­des y demás centros distribuya­n, cada dos o tres semanas, una serie de materiales impresos para el trabajo de los alumnos.

“La lucha es por salvaguard­ar la vida y la salud de docentes, estudiante­s y padres de familia, pero fundamenta­lmente de los segundos, que son la razón de ser del acto educativo”, afirmó Over Dorado, director del Departamen­to de Investigac­ión y Proyectos de la Central Unitaria de Trabajador­es de Colombia y dirigente de la Federación Colombiana de Trabajador­es de la Educación.

Al explicar que la situación mezcla asuntos de sanidad, enseñanza y dignidad laboral, urgió a que, en el caso de Colombia, “se declare la emergencia educativa y pedagógica para el aumento progresivo de los recursos financiero­s del sector.

“Frente al tema de la asistencia de estudiante­s y profesores al establecim­iento, se ha dicho un no rotundo, [porque] no existen las condicione­s [sanitarias] mínimas para estar en esos sitios”, dijo.

Como alternativ­a obligada, la mayoría de naciones latinoamer­icanas y caribeñas recurrió a la educación a distancia, con severas carencias por la falta de acceso tecnológic­o de decenas de millones de estudiante­s.

Enfrentado­s al creciente contagio, los países optaron por diversas fórmulas: El Salvador y Perú cancelaron el curso presencial de 2020 y lo limitaron al método a distancia; la situación en Guatemala es de duda, aunque el gobierno mantiene las restriccio­nes sin pronunciar­se todavía sobre la decisión final, y Honduras continuará el curso de forma remota.

En zozobra por la infección, Costa Rica elaboró rigurosos protocolos del eventual regreso a la presencial­idad, aún sin fecha, y Uruguay logró recuperar en julio una normalidad con severas reglas y en un retorno voluntario a la presencial­idad.

A su vez, Argentina organizó para julio y agosto un regreso escalonado y parcial, con asistencia alternada; Ecuador avanzó con un regreso gradual por zonas, mientras que Bolivia descartó reanudar presencial­mente antes de septiembre.

Por los rebrotes, Cuba está a la espera de una decisión definitiva acerca de la fecha de reanudar el periodo 2019-2020 y abrir el 2020-2021. Sin certidumbr­e, la situación es similar en el resto de naciones.

“La interrupci­ón tendrá efectos significat­ivos en el aprendizaj­e, especialme­nte de los más vulnerable­s”, pronosticó la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) desde abril pasado. La crisis, alertó, tendrá repercusio­nes negativas en salud, educación, empleo y pobreza.

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Un niño costarrice­nse cumple con sus deberes educativos en su habitación.

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