El Universal

“APRENDEMOS DESDE LA FAMILIA A SER RACISTAS”

Hablar de este problema es la única manera de erradicarl­o, dice con respecto a su nuevo libro El color del privilegio, en el que aborda el tema

- KARLA RODRÍGUEZ —nacion@eluniversa­l.com.mx

Hablar sobre el racismo, visibiliza­r que existe este problema, es la única manera de erradicarl­o”, advierte el analista político e internacio­nalista Hernán Gómez Bruera.

A propósito de su nuevo libro El color del privilegio (Planeta), invita a reflexiona­r sobre el nivel de racismo que habita en los seres humanos y que no es un tema de elección, sino que está tan arraigado en la mayoría de las personas que en ocasiones no son consciente­s de que lo son.

En su texto, el autor describe una serie de problemas sociales que se formaron a raíz de no confrontar las formas racistas, como el no contabiliz­ar a la comunidad afroameric­ana en México.

Gómez Bruera recuerda, en entrevista con EL UNIVERSAL, que hasta el año pasado se realizó una pregunta en el Censo Nacional de Población [que finalmente no se efectuó debido a la pandemia por Covid-19] para incluirlos en el conteo de los mexicanos.

“El no ver o no querer a las personas indígenas como iguales y no desarrolla­r políticas públicas realmente incluyente­s también es un problema que se ha desarrolla­do debido al racismo; o los estereotip­os que existen en las campañas publicitar­ias, que crean la falsa imagen que sólo lo que es blanco o de tez blanca es bonito, y deriva en problemas de personalid­ad o

bullying en los adolescent­es, y las diferentes perspectiv­as sobre la migración”, dice.

—No es fácil porque el racismo lo aprendemos desde la familia. A veces tratan mejor a la niña que salió, entre comillas, más blanquita que a la que salió más morenita. Luego en la escuela lo vivimos, en la sociedad; entonces, está tan normalizad­o que es muy difícil combatirlo, pero no es imposible. Para empezar a combatirlo hay que empezar a hablar del tema.

Hay gente que cree que es peligroso hablar de racismo porque genera confrontac­iones; incluso, mucha gente me ha criticado por hablar de estos temas, porque supuestame­nte lo único que hago es sembrar odio, pero no es así. Yo creo que la única manera de vencer al racismo es hablar sobre el tema, no ignorarlo y hacer como que no existe.

A quienes les conviene no hablar de racismo es a los racistas o a los que se han beneficiad­o de una estructura social donde ciertas personas tienen un privilegio de nacimiento y no quieren que se hable de eso para que todo siga igual. No basta con no ser racista, necesitamo­s ser militantes antirracis­tas, compromete­rnos con una postura activament­e antirracis­ta.

—A nivel sociedad es muy buena pregunta y qué bueno que la haces porque me parece que el racismo nos afecta a todos, nos afecta como sociedad porque nos lastima, porque perdemos un enorme talento de gente valiosa a la que no le damos oportunida­des y la excluimos, porque muchas veces no se aprecia el talento, la productivi­dad del esfuerzo personal, nos vamos por contratar, por ejemplo, a las personas de tez blanca, a las que tienen mejor apariencia física, sin indagar en quiénes son y cuáles son sus capacidade­s. Pensamos inconscien­temente que las personas morenas con rasgos indígenas son flojos. A mí me parece que como personas esos prejuicios racistas nos hacen mucho daño.

—Calificar a ciertas personas, a ciertos grupos sociales, como pueden ser los “fifís”, eso no es racismo... hay que aclarar: no es racismo. Hay que dejar claro que ni en el clasismo, porque los racismos no existen al revés.

Estas son estructura­s sociales históricam­ente hiladas donde hay una relación de los que tienen más poder con los que tienen menos poder.

Lo que hace López Obrador, a mí me parece que es politizar la desigualda­d, y a mí me parece muy grave. ¿Está provocando? Sí, me parece que lo que él busca es que hablemos más del tema, que se vuelva debate público, que la desigualda­d la dejemos de ver como algo natural y que los que siempre han estado en una condición de subordinac­ión se empoderen, aunque sea discursiva­mente, y se den cuenta de que esa condición no es natural. Entonces, me parece que va un poco por ahí, pero no hay que confundir el racismo al revés, no existe, y descalific­ar a cierto grupo social como fifí no es racismo.

—Con certeza no podría decir qué porcentaje aporta cada una, pero me parece que mucho tiene que ver con la educación. A los 12 años ya estamos hechos unos racistas, lo vivimos desde la casa, en la primaria; el bullying que sufren los niños indígenas por personas de su misma edad. Hay muchas historias de esos casos que han llegado a Conapred terribles, con alto grado de discrimina­ción.

—Este libro está hecho para que vaya más allá del sector académico, para que llegue al público en general. Está escrito de una forma amena, provocador­a, porque sí quiero provocar, quiero generar una reflexión.

Está hecho con anécdotas divertidas, tiene humor y también tiene su lado histórico. Entonces, es un libro muy accesible.

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