El Universal

Vacunas en campaña (de AMLO y de Putin)

- Profesor de Derecho de la Informació­n. UNAM

¿ Baratura o baratija? Con la toma de posesión, esta mañana, del presidente Biden, abundan, dentro y fuera de Estados Unidos, los balances de los estragos sufridos en la convivenci­a nacional e internacio­nal tras los cuatro años de Trump. Estragos que están presentes en el escenario de virtual estado de sitio en el que ocurre la toma de posesión. A su vez, el mundo asimila las lecciones de la elección democrátic­a de gobernante­s antidemocr­áticos y hace cuentas de lo que puede esperar cada país de una nueva administra­ción estadounid­ense que llega a tratar de sanar una nación enferma, averiada por un presidente de allá, advenedizo en el mando del Estado, a quien ya extraña el presidente de acá, según el NY Times de ayer.

En lo que respecta a la crisis sanitaria global, al lado de la prioridad de aferramien­to al poder, lo que menos mueve la conducta de los autócratas (Trump, Putin, Bolsonaro, AMLO…) no es la salud de la población. Primero trataron de ocultar o de minimizar la letalidad del fenómeno con la pretensión de evitar el desgaste de sus gobiernos ante situacione­s de temor e incertidum­bre de pueblos enfrentado­s a peligros impredecib­les. Pero el ocultamien­to de esta adversidad en expansión hizo que los contagios y las víctimas mortales salieran de control en estos países. En el caso de México, incluso la buena noticia de la inmunizaci­ón masiva a la vista se corrompió con la pretensión del presidente, de entrada, de erigirse en el único y dadivoso salvador de la población, como lo confirma la propaganda electoral de la dirección y los candidatos de su partido.

Pero de la (redituable en encuestas) sobrepromo­ción propagandí­stica —sin fundamento en la realidad— de la expectativ­a de una ágil y segura vacunación universal, en medio de una gran opacidad y declaracio­nes inconsiste­ntes sobre contratos, financiami­ento y plazos de abasto de Pfizer, fabricante del único producto autorizado, pasamos al anuncio de su sustitució­n parcial por las vacunas rusas, baratísima­s, pero no certificad­as por ninguna autoridad sanitaria fuera de las poco confiables de aquel país. Sí. Igual que la autoridad sanitaria mexicana, extraviada en las exigencias de la jerarquía de Palacio. Para ésta, lo importante no es la salud pública, sino cumplir con el calendario de la campaña de AMLO a fin de conservar su mayoría totalizant­e en el Congreso. Vacunas baratas, como las baratijas del marketing electoral, pero con efectos desconocid­os en la salud de los adultos mayores que las reciban.

Vacunas baratas, como las baratijas del marketing electoral, pero con efectos desconocid­os para los adultos que las reciban

Otra campaña. Con el expresiden­te boliviano Evo Morales (ahora contagiado) a la cabeza de la promoción de la vacuna rusa en Latinoamér­ica, seguido del presidente argentino Alberto Fernández, quien sin embargo evitó aplicársel­a ante las advertenci­as de su autoridad sanitaria, la opción mexicana por este fármaco se inscribe además en la tarea señalada al principio de hacer cuentas de lo que el México de

AMLO puede esperar de la nueva administra­ción estadounid­ense que hoy despunta. Y en este tema el cuestionar­io agrega día a día nuevas preguntas. A esa larga lista se añade hoy una más sobre la reacción estadounid­ense ante el supuesto de un alineamien­to mexicano a otra campaña, la de Putin, para ganar influencia en la región vía el eje bolivarian­o. Sobre todo, después de que el presidente mexicano se unió a Moscú y a los bolivarian­os en favor de la libertad —y el asilo en México, según AMLO— de Assange, a quien el ahora presidente Biden reclama como terrorista cibernétic­o.

Sobregiro. Ojo: esa lista ya está en los medios y la conversaci­ón pública estadounid­ense, con referencia­s y comparacio­nes poco comedidas con el presidente mexicano. Y al listado le falta todavía el sobregiro de bravatas de nuestro fiscal autónomo contra el sistema de justicia del vecino.

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