El Universal

Cienfuegos supo por la TV que regresaría a México

- MARIO MALDONADO Historias de NegoCEOs mario.maldonado. padilla@gmail.com Twitter:@MarioMal

El general Salvador Cienfuegos pasó los 34 días más oscuros de su vida en dos prisiones de EU, donde, según su propio testimonio, vivió un “infierno” y sufrió malos tratos.

La pesadilla comenzó el jueves 15 de octubre cuando fue detenido en el aeropuerto de Los Ángeles. La Administra­ción para el Control de Drogas (DEA) de EU le atribuía presuntos delitos de narcotráfi­co y lavado de dinero. De acuerdo con una serie de mensajes de BlackBerry, Cienfuegos, a quien supuestame­nte apodaban El Padrino, tenía contacto directo con capos de la droga en México.

Al momento de su detención en Los Ángeles, al exsecretar­io de la Defensa Nacional en el sexenio de Enrique Peña Nieto se le impidió tener contacto con su familia. Fue hasta que, en un ataque de pánico porque no daba crédito a lo que sucedía, amenazó con gritar y forcejeó con las autoridade­s. Así logró acercarse a su esposa para pedirle que llamara, entre otras personas, a algunos de sus contactos en el Ejército.

La sorpresiva detención cayó como balde de agua fría en la Secretaría de Defensa. La noticia puso “muy mal” al general Luis Cresencio Sandoval González, con quien si bien no tenía una relación de gran amistad, se conocían desde hacía por lo menos una década. Fue él quien pidió al presidente Andrés Manuel López Obrador interceder directamen­te con el gobierno de EU para regresar, lo más pronto posible, al general Cienfuegos a México.

La instrucció­n fue girada al canciller Marcelo Ebrard, quien se encargó de las diligencia­s, aunque por lo menos una vez el presidente López Obrador habló con un funcionari­o de alto nivel del gobierno de Donald Trump para pedir que se retiraran los cargos al exsecretar­io.

Todo esto sucedía mientras Cienfuegos padecía el Centro de Detención Metropolit­ano de Los Ángeles, donde los 15 días que estuvo preso no tuvo contacto con nadie ni se le permitió salir al patio. Las horas se alargaban recluido en su celda, sin ver la luz del día. Tampoco tuvo acceso a enseres de cuidado personal, como un cepillo dental.

Cuando fue trasladado a Nueva York –donde estaba radicada su acusación en una Corte federal de Brooklyn–, el 1 de noviembre, Cienfuegos sufrió una vejación por parte de un custodio. Al pedir que le aflojaran un poco las esposas (todo el tiempo permaneció esposado de pies y manos) un guardia las abrió ligerament­e para instantáne­amente volverlas a apretar con más fuerza.

Los 19 días que permaneció en el penal de alta seguridad Metropolit­an Detention Center de Brooklyn no fueron mejores, aunque accedió a productos de cuidado personal y pudo adquirir una chamarra para protegerse del frío. En México, mientras tanto, Ebrard y el Presidente se ocupaban del caso, considerad­o de alta prioridad. López Obrador se jugaba su buena relación con las fuerzas armadas, a las que ha delegado decenas de proyectos y programas insignia de su administra­ción.

Finalmente, el 17 de noviembre el gobierno de EU pidió a la jueza que llevaba el caso retirar las acusacione­s. La forma como el general se enteró de que el Departamen­to de Estado se desistió fue a través de una televisión que de vez en cuando alcanzaba a escuchar, probableme­nte de uno de los custodios.

El 18 de diciembre la aeronave Gulfstream del gobierno de EU aterrizó en el Aeropuerto de Toluca, procedente de Nueva Jersey. Desde el avión, Cienfuegos alcanzó a mirar bajo la gorra militar el rostro de quien lo esperaba y a quien le debía su retorno: el general Luis Cresencio Sandoval, con quien voló en helicópter­o al Campo Militar No. 1 y de ahí se trasladó en una camioneta a su casa. La pesadilla había terminado.

Miércoles 20 de enero de 2021

La pesadilla comenzó el 15 de octubre, cuando fue detenido en el aeropuerto de Los Ángeles

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