El Universal

Emotividad, la invitada de honor

La exfiscal de California es una mujer fuerte, aunque ayer no pudo evitar quebrarse, al hacer realidad su sueño

- GUADALUPE GALVÁN —elmundo@eluniversa­l.com.mx

No hubo multitudes y, en cambio, sí medidas drásticas de seguridad. El Covid-19 y el temor a un ataque como el del 6 de enero redujeron la ceremonia de investidur­a de Joe Biden y Kamala Harris al mínimo, pero no la emotividad.

Harris, por momentos al borde del llanto, juró como la primera vicepresid­enta en la historia de Estados Unidos. Rompió barreras y se convirtió en el ejemplo a seguir de millones. Y ella lo sabe: “Soy la primera, pero estoy segura de que no seré la última”.

Vestida de color púrpura, conmovida, por momentos al borde de las lágrimas, así vivió Kamala Harris su momento: el de la primera mujer en Estados Unidos que se convierte en vicepresid­enta. La primera afroameric­ana, y la primera surasiátic­a.

Acompañada de su esposo, el abogado Douglas Emhoff, juró el cargo poco antes del mediodía, y millones de mujeres pudieron ver cómo rompía, para todas, una barrera hasta ahora infranquea­ble.

Kamala, cuyos hijastros, Ella y Cole, la llaman cariñosame­nte “Momala”, no podía jurar el cargo ante mejor figura que otra mujer que ha hecho historia: la jueza Sonia Sotomayor, primera hispana en llegar a la Corte Suprema. Aunque no dijo más palabras que el juramento de respetar y hacer defender la Constituci­ón, no tenía que hacerlo.

Toda ella era un mensaje. Con su ropa quiso recordar a la congresist­a Shirley Chisholm, la primera afroestado­unidense en aspirar a la presidenci­a en 1972 y quien adoptó como sus colores de campaña el amarillo y el púrpura.

Kamala lo ha dicho: Chisholm ha sido una inspiració­n para ella. “Soy, y siempre seré, un catalizado­r para el cambio”, decía la congresist­a. Eso es lo que quiere ser Kamala. “Soy la primera, pero estoy segura de que no seré la última”, aseguró en su mensaje tras el triunfo de la fórmula Biden-Kamala en las elecciones del 3 de noviembre.

Fuerte, es la palabra que mejor describe a Kamala, una mujer de 56 años nacida en Oakland, California, con una madre provenient­e de India y un padre jamaiquino.

Fue su madre, Shymala, quien se convirtió en su principal fuente de inspiració­n. Le enseñó que con esfuerzo y trabajo, nada era imposible.

Empezando en el plano personal, donde ha logrado sacar adelante una familia multicultu­ral: ella es bautista; su marido es judío. Y aunque no son sus hijos biológicos, Kamala reclama como propios a Ella y Cole, hijos del primer matrimonio de Douglas, y quienes la consideran un ejemplo a seguir.

A nivel profesiona­l, Kamala se convirtió en la primera fiscal de distrito afroameric­ana y después en la primera mujer en asumir como fiscal general en la historia de California; luego, fue la primera indioameri­cana en llegar al Senado y ayer... volvió a hacer historia.

“Es un honor ser su vicepresid­enta”, tuiteó tras asumir el cargo, en una ceremonia carente de las multitudes tradiciona­les, pero no de emotividad. Y uno de los momentos más emotivos fue el de ella, ahí, jurando en nombre de millones, de aquellas que esperan, algún día, alcanzar un hito.

Un logro con muchos rostros “Estoy aquí por las mujeres que vinieron antes de mí”, ha dicho, insinuando el camino a seguir. “Por la gente, siempre”, tuiteó ayer, repitiendo de algún modo el mantra de su campaña presidenci­al, que perdió con Joe Biden, antes de convertirs­e en su compañera de fórmula.

No sólo llevaba un mensaje en su atuendo; también en la Biblia sobre la que juró. Dos, en realidad: la de Regina Shelton, una vecina afroestado­unidese que para ella fue como una segunda madre; y otra del juez Thurgood Marshall, el primer afroameric­ano en llegar a la Corte Suprema.

En momentos de una profunda división racial, sin usar una sola palabra, Kamala lanzó un guiño. Las cosas, coinciden ella y Joe Biden, tienen que cambiar. También en casa. Emhoff, su gran apoyo, abandonará su carrera de abogado para evitar conflictos de intereses y dedicarse a respaldarl­a, convertido en el primer “segundo caballero” en la historia de Estados Unidos.

Kamala es una de las denominaci­ones de la diosa hindú Lakshami; significa “loto”. Es la diosa de la fortuna. Pero la vicepresid­enta no se fía de la suerte, sino del empeño. “Es hora de trabajar”, dijo apenas asumió. Se sabe una líder. Y ya ha descrito lo que eso significa: “Hablar con integridad y con la verdad”.

Sabe que tiene que aprovechar cada minuto en la Casa Blanca y ser punta de lanza... Para en 2024, quizá, buscar otro hito: convertirs­e en la primera mujer en aspirar a la presidenci­a de la nación más poderosa del mundo. •

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Kamala Harris es la primera vicepresid­enta de EU.
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Kamala Harris fue juramentad­a como vicepresid­enta por la primera jueza latina del Tribunal Supremo, Sonia Sotomayor.

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