El Universal

Azerbaiyán y la paz

- MAMMAD TALIBOV Embajador de la República de Azerbaiyán en México

Escribo con relación a la opinión por Jean Meyer, publicada en la edición del 17 de enero de EL UNIVERSAL. Lamentable­mente dicha nota resulta ser bastante parcial, basada en típicos infundados argumentos armenios, donde incluso se citan libros con títulos abiertamen­te turcófobos. Al mismo tiempo, contiene varios hechos erróneos, tanto que el mismo nombre de mi país está escrito incorrecta­mente.

El autor, por su obvio prejuicio, evita ciertos hechos. En los años 1991-93, Armenia ocupó la región de Nagorno Karabaj de Azerbaiyán y 7 distritos adyacentes, ignorando 4 resolucion­es adoptadas en 1993 por el CS de la ONU sobre el conflicto, y cometió la limpieza étnica contra casi 1 millón de azerbaiyan­os. Este proceso fue acompañado con graves crímenes de lesa humanidad, como el Genocidio de Jodyalí, reconocida también por los parlamento­s de muchos países, incluso de México. En las ciudades ocupadas, cuales ahora tienen pinta de Hiroshima después del bombardeo atómico, Armenia destruyó también mucha parte de la herencia histórica y cultural de mí país.

Extrañamen­te se nombran similitude­s entre los judíos y armenios, sin un objetivo entendible. Azerbaiyán, reconocido por su multicultu­ralismo, donde más de 40etnias,inclusoarm­enios,coexisten hace siglos en paz, también tiene excelentes relaciones con el EstadodeIs­rael.Laúnicaciu­dadjudía fuera de Israel se encuentra en mi país. No es casualidad que el papa Francisco, durante su visita a Bakú, calificó a Azerbaiyán como el modelo de tolerancia en el mundo.

Hablando del Holocausto, cabe prestar atención al contraste entre dos fenómenos: en la ciudad de Bakú se encuentra la estatua de Albert Agarunov, el héroe nacional de Azerbaiyán de origen judío, quien sacrificó su vida por su patria en la lucha contra la agresión armenia, mientras en la capital de Armenia se alza la estatua de Garegin Njdeh, el colaborado­r de los nazis, directamen­te involucrad­o en Holocausto.

En cuanto a la historia, es suficiente mencionar que a lo largo de muchos siglos los mandatario­s de los kanatos de Karabaj fueron azerbaiyan­os. De hecho, en el Tratado de Kurakchay, firmado en 1805 entreIbrah­imKhalilKa­n,mandatario azerbaiyan­o del Kanato de Karabaj y el general ruso Pável Tsitsiánov, no hubo mención sobre la supuesta presencia de los armenios en Karabaj. Con los Tratados de Turkmencha­i en 1828 y Edirne en 1829, empezó el traslado masivo de los armenios desde Medio Oriente a Azerbaiyán. El monumento “Maraga -150”, la prueba innegable de ese proceso, fue destruido por los mismos armenios en 1988.

Se reclama erróneamen­te que Nagorno Karabaj fue entregada a Azerbaiyán por Iósif Stalin. Mientras, en la decisión de 1923 del Buró de Cáucaso de la URSS, votada por los miembros armenios también, se dice “mantener” Nagorno Karabaj dentro de Azerbaiyán. Además, en el mapa se puede ver claramente que el territorio de Armenia divide en dos al territorio de Azerbaiyán, por “la gentileza” del liderazgo soviético, quien simplement­e regaló la región de Zangezur a

Armenia tiene que abandonar su política de agresión y odio contra los vecinos, y sus amigos, en vez de incitar, deberían invitarlo a reconcilia­ción.

Armenia en 1920. El diario “Loevre” de Francia incluso tiene una columna dedicada a esa decisión.

Finalmente, la declaració­n trilateral del 11 enero de los líderes de Azerbaiyán, Rusia y Armenia estipula la restauraci­ón de las comunicaci­ones y transporte de la región. La paz duradera entre dos países beneficiar­ía a todas las naciones de la región. Para que se logre esto, Armenia tiene que abandonar su política de agresión y odio contra los vecinos, y sus amigos, en vez de incitar, deberían invitarlo a reconcilia­ción. El autor también se muestra el amigo de los armenios, pero ya que los argumentos utilizados de ninguna manera sirven para la paz, la sinceridad de esa amistad también genera muchas dudas.

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