El Universal

Una mirada a la agenda internacio­nal de Biden

- MAURICIO MESCHOULAM Analista internacio­nal. Twitter: @maurimm

Las principale­s prioridade­s de Biden estarán más adentro de su país que afuera. No es para menos: la pandemia, la crisis económica y las tensiones internas, tendrán su mente ocupada casi todo el día. No obstante, por la importanci­a de la superpoten­cia que comanda, hay paralelame­nte una amplia agenda internacio­nal que será ineludible.

Además de la cooperació­n multilater­al en temas ambientale­s que Biden ya arrancó, en lo nuclear, el nuevo presidente enfrenta retos inmediatos pues el 5 de febrero vence el Nuevo START, el único tratado que queda entre EU y Rusia para controlar su armamento nuclear. Asimismo, Biden tendrá que abordar quizás antes de lo que hubiese querido, su posible reingreso al acuerdo nuclear con Irán que Obama firmó en 2015, y que Trump abandonó en 2018. No solo Irán sigue caminando firmemente en el enriquecim­iento de uranio, sino que las tensiones en su región se han calentado justo como preámbulo ante las posibles negociacio­nes. El programa nuclear norcoreano tendrá también que ser atendido pues nada de lo que ha detonado las crisis entre EU y ese país ha sido resuelto de fondo.

Hay otros temas en Asia que tampoco pueden esperar demasiado. Biden buscará responder ante la mano dura de Beijing sobre Hong Kong, los riesgos sobre Taiwán, el expansioni­smo chino en sus mares colindante­s o la agenda de derechos humanos en sitios como Xinjiang.

De hecho, las rivalidade­s de EU con China y Rusia seguirán creciendo. Por tanto, el nuevo presidente tendrá que dar pasos inmediatos para reconstrui­r o reforzar las alianzas de EU con actores estratégic­os (especialme­nte Canadá, Europa y algunos en Asia), a fin de atender desde cuestiones tecnológic­as, comerciale­s y territoria­les, hasta las ciberguerr­as y las guerras informativ­as. No obstante, Biden intentará también abrir el diálogo con Moscú y con Beijing pues hay intereses y problemas comunes que no se pueden resolver sin su colaboraci­ón.

En otras zonas, Biden tiene que resolver pendientes que deja Trump. Por ejemplo, los acuerdos de normalizac­ión de relaciones entre Israel y varios países árabes pasan por requisitos que Washington tendrá que refrendar o rechazar, como es el reconocimi­ento de la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental. Otros asuntos como las negociacio­nes entre Palestina e Israel, los conflictos en Libia, Siria o Yemen, tendrán que ser igualmente considerad­os.

El combate al terrorismo, aunque menos prioritari­o que antaño, también está en la agenda. Hay actividad preocupant­e de grupos vinculados a Al Qaeda e ISIS en África, Medio Oriente, y en sitios de Asia como Afganistán, en donde continúan las negociacio­nes con los talibanes, y en donde Biden tendrá que definir si continuará­n los retiros de tropas.

Hay que decir que México no aparece entre las mayores prioridade­s de Biden. Sin embargo, los temas migratorio­s y de seguridad, para los cuales se requiere de un diálogo fluido y la colaboraci­ón con nuestro país, sí están presentes en su agenda interna. Por tanto, a pesar de las muchas tensiones que existen y seguirán existiendo en nuestra relación bilateral—a las que ahora habrá que añadir temas laborales, ambientale­s o de derechos humanos—esperamos que habrá un esfuerzo importante para reforzar la cooperació­n y la comunicaci­ón entre nuestros gobiernos. De igual forma, la región latinoamer­icana, estará en la mira por cuestiones como Cuba o Venezuela, probableme­nte con un enfoque menos conflictiv­o y más colaborati­vo que su antecesor.

En fin, los temas son demasiados y el espacio escaso. Solo recalcar que a pesar de todos los problemas internos que Biden buscará priorizar, la situación internacio­nal le obligará a mirar hacia afuera, quizás más de lo que quisiera.

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