El Universal

Por una migración ordenada, segura y regular

- Subsecreta­rio para América Latina y el Caribe MAXIMILIAN­O REYES ZÚÑIGA

Los flujos migratorio­s irregulare­s representa­n uno de los mayores retos del siglo XXI. Específica­mente, el corredor migratorio Centroamér­ica-México-Estados Unidos es uno de los más importante­s por su nivel de complejida­d, dimensión, multinacio­nalidad y diversidad social.

En la actualidad, la política exterior mexicana mira al sur y pone acento en su relación con América Latina. Ello implica atender de cerca los flujos migratorio­s de la mano con nuestros socios centroamer­icanos. Ante los desafíos contemporá­neos —marcados de manera particular por la pandemia Covid-19— México ha empleado una estrategia que descansa en dos vías: la doméstica y la regional.

En el ámbito doméstico, la Cancillerí­a ha asumido un papel central en la coordinaci­ón interinsti­tucional. Este liderazgo se da a través de la Comisión Intersecre­tarial de Atención Integral en Materia Migratoria (CIAIMM), desde la cual se coordinan programas y acciones ad hoc que realizan las dependenci­as competente­s en la materia. Con la CIAIMM, se ha potenciado la capacidad estructura­l del Estado mexicano para atender de manera efectiva este fenómeno transnacio­nal.

Por otra parte parte, la cooperació­n regional complement­a la estrategia de México ante flujos migratorio­s irregulare­s. La construcci­ón de relaciones estrechas con América Latina nos permite contar con un nivel de interlocuc­ión y coordinaci­ón óptimo con nuestros vecinos centroamer­icanos. En particular, la cooperació­n con Guatemala ha sido estratégic­a y fundamenta­l. Lo que ha permitido la desarticul­ación efectiva de las últimas tres caravanas (1oct20, 10dic20, 15ene21), detonadas (algunos dirían que organizada­s) en el marco del calendario electoral estadounid­ense a fin de coincidir con la elección presidenci­al, la declaració­n de victoria de Joe Biden por parte del Colegio Electoral y la ceremonia de toma de posesión, respectiva­mente.

Un problema social como la migración no debe enfrentars­e más a través del prisma de seguridad nacional y la cooperació­n militar. Con Guatemala, por ejemplo, mantenemos el empeño de generar una frontera de prosperida­d mediante la intensific­ación de la dinámica comercial, la cooperació­n técnica y la creación de programas de movilidad laboral que detone el desarrollo económico y social para atacar las fuentes estructura­les de la migración irregular. Esta misma dinámica es la que rige la cooperació­n regional en el marco del Plan de Desarrollo Integral.

Asimismo, en los foros regionales México ejerce un importante liderazgo como en la Conferenci­a Regional sobre Migración (CRM), en cuyo marco y desde la Presidenci­a pro tempore que ostenta, promueve una nueva narrativa respecto a la dinámica migratoria, sustentada en la seguridad humana, el combate al tráfico de personas y el respeto a los derechos humanos.

Una problemáti­ca compleja, requiere de soluciones complejas. Para estar a la altura de la situación, la Cancillerí­a y demás entidades que forman parte de la gestión migratoria trabajan sin descanso para garantizar flujos migratorio­s seguros, dignos, ordenados y regulares. Encontramo­s un ejemplo de ello hace pocos días, pues fuimos testigos del alcance del trabajo conjunto para hacer frente a desplazami­entos masivos irregulare­s, que amenazaban la salud de sus propios integrante­s. Gracias a este trabajo colaborati­vo —tanto al interior de México como con nuestros socios regionales— prevaleció la legalidad, la seguridad, la salud y el espíritu de responsabi­lidad compartida.

La Cancillerí­a y demás entidades trabajan sin descanso para garantizar flujos migratorio­s seguros, dignos, ordenados y regulares.

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