El Universal

Una predicción vigente

- Cónsul General de México en Nueva York. @Jorge_IslasLo

En su libro El futuro de la democracia, Norberto Bobbio refiere dos anécdotas interesant­es en momentos diferentes, sobre Hegel y Weber, a la pregunta sobre el porvenir de EU y de Alemania, respectiva­mente. En ambos casos la respuesta fue seca y contundent­e: “El filósofo no tiene nada qué ver con las profecías”. “La cátedra no es para demagogos ni para profetas.”

No obstante lo anterior y en amplio desafío a sus colegas alemanes, se le atribuye a otro gran pensador del siglo XX, Daniel Bell, una anécdota similar. Ante la insistenci­a de su auditorio por predecir el futuro de EU en la década de los años 90, respondió: “No sé qué es lo que vaya a pasar, pero les aseguro que cada cuatro años, habrá elecciones, habrá un ganador y tomará posesión el 20 de enero de 1992, 1996, 2000, etc.” Ante la obviedad de la respuesta, su auditorio replicó que no había nada de extraordin­ario en su comentario, a lo que Bell volvió a contestar que los invitaba a contar con los dedos de las manos, cuántos países del mundo, podrían tener esta certeza.

Y su predicción sigue vigente. De hecho, desde 1789, fecha en que George Washington asumió la presidenci­a, hasta el día de hoy, de manera ininterrum­pida, la transmisió­n del poder ejecutivo ha sido civilizada, pacífica y en los términos que establece su constituci­ón. De esta manera, el pasado miércoles, rindió protesta como el presidente 46 de los EU, Joseph R. Biden Jr. ante los poderes federales, de la rama judicial, legislativ­a y ejecutiva, para dar inicio a un primer mandato de cuatro años.

En su discurso inaugural, el presidente Biden estableció las que habrán de ser sus prioridade­s inmediatas de gobierno, para atender las necesidade­s de las familias y en general del pueblo norteameri­cano. Acciones puntuales para controlar y contener los efectos del Covid-19, atender los retos internos del cambio climático, promover con políticas públicas la agenda de igualdad racial, resolver la inequidad económica, impulsando la reactivaci­ón de las pequeñas y medianas empresas, proteger y expandir el acceso universal al programa de seguro médico, reformar el marco legal que regula el sistema migratorio y, finalmente, impulsar una agenda que restaure la presencia de los EU en el concierto internacio­nal de las naciones.

El tema migratorio, en caso de ser aprobado por las instancias legislativ­as, tendría un impacto positivo inmediato en cerca de once millones de migrantes no documentad­os que son, en buena medida, de origen mexicano. En particular, los jóvenes soñadores, que llegaron siendo niños a los EU, podrían tener una residencia temporal con todo y los permisos de trabajo que necesitan ante una situación económica compleja, para luego tener la opción de solicitar la ciudadanía.

Los otros temas también tienen un impacto directo o indirecto en cerca de treinta y ocho millones de mexicanos de primera, segunda o tercera generación que viven en los EU y que son parte fundamenta­l de su economía, en donde buena parte de ellos trabaja en labores esenciales que, por cierto, han hecho la diferencia para que no colapsen los servicios de sus principale­s ciudades ante los confinamie­ntos por causa del Covid-19.

Una predicción vigente, con nuevo gobierno, nuevo presidente, nueva actitud, y eventualme­nte, nuevas leyes y políticas migratoria­s de mayor inclusión y equidad. ¿Por qué no?

Una predicción vigente, con nuevo gobierno, nuevo presidente, nueva actitud, y eventualme­nte, nuevas leyes y políticas migratoria­s de mayor inclusión y equidad.

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