CCH, 50 años de alumnos libres
Surgió en 1971 con cinco planteles en la capital, como propuesta de bachillerato descentralizado de la UNAM ante la demanda educativa. Forma jóvenes responsables de su aprendizaje. Egresados hablan de su experiencia
Guadalupe Ángeles recuerda el shock que le causó salir de la mirada controladora de maestros de su escuela secundaria, para luego ingresar a un colegio donde tenía libertad de decisión.
“Al principio fue un tanto desconcertante, pero conforme avanzaban los semestres entendí que la responsabilidad era sólo mía. No siempre lo hice bien, fue acierto y error. Me hice cargo de mis responsabilidades académicas, no con buenos resultados al principio”, al final se recuperó.
Guadalupe es egresada del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Naucalpan, generación 1989-1991, y considera un acierto incentivar a los alumnos de este sistema a la competencia.
Según la historia del colegio
publicada en Memorias y encartes conmemorativos de la historia
de Gaceta CCH. 40 años, desde sus orígenes, en la década de los años 70, el CCH opera según tres postulados: aprender a aprender, aprender a ser y aprender a hacer. Estos principios tienen el objetivo de forjar seres humanos responsables de su propio aprendizaje.
La creación del sistema educativo CCH se gestó por la inquietud de universitarios como los doctores Roger Díaz de Cossío, Juan Manuel Terán y Contreras, entre otros, que conformaron el Consejo de la Nueva Universidad.
Éste fue fundado por el primer doctor en sociología del país: Pablo González Casanova, rector de la UNAM de 1970 a 1972, y quien no estaba de acuerdo en que la educación superior fuera accesible solamente para una minoría, por ello propuso un proyecto de bachillerato descentralizado que respondiera a la cada vez más alta demanda de jóvenes.
Fue así que el 26 de enero de 1971 el Consejo Universitario aprobó la propuesta de un nuevo bachillerato llamado Colegio de Ciencias y Humanidades.
El 12 de abril de 1971 empezaron las clases en los planteles Vallejo, Naucalpan y Azcapotzalco; y al año siguiente, el 3 de abril de 1972, el Oriente y el Sur.
Con la idea de descentralizar la educación de la UNAM se edificó cada unidad académica, de las cinco que se crearon en distintos puntos de la Ciudad de México.
El CCH Vallejo tiene su sede en la alcaldía Gustavo A. Madero; el de Naucalpan, en el Estado de México —se iba a llamar Plantel de los Remedios—; el de Azcapotzalco, en la demarcación del mismo nombre —tendría el nombre de Plantel Vía—; el de Oriente, en Iztapalapa, y finalmente el Sur, en Coyoacán.
Guadalupe Ángeles comparte que le gustaba mucho que eran cuatro turnos, con demasiada libertad, con muchas opciones, sin clases pesadas y aburridas.
“Me tocó convivir con varios grupos: los bailadores, los flojos, las niñas buenas y divertidas... también estaban los malosos”.
Los ceceacheros de antes
Guadalupe afirma que el sistema del CCH le dio el sentido de responsabilidad por decisión propia y no por imposición. La incentivó a investigar, a buscar, evaluar y valorar sus opciones y a defender su punto de vista.
Por su parte, Gilberto Martínez Rodríguez asistió al plantel Azcapotzalco de 1987 a 1989. Afirma que lo mejor que le dejó la escuela es el valor de la libertad y gran capacidad de análisis que le ayudaron mucho cuando entró a la universidad: “Nos enseñaron a investigar, pensar y reflexionar para ser más críticos”.
Para Gilberto, la gran mayoría de los maestros mostraba a los jóvenes la realidad que vivían y el contexto socioeconómico del país y el mundo.
Javier Aviña, alumno del plantel Sur, generación 1975-1978, estudió en el CCH antes de la actualización del plan de estudios, es decir, tomó clases de una hora.
“Yo entraba a las 7 de la mañana, tenía cuatro clases por día, a las 11 del día ya estaba libre. Había mucho qué hacer por fuera: ir a los institutos y bibliotecas para hacer las tareas”, dice Aviña.
Cuando se creó el CCH había cuatro turnos y las clases eran de una hora. Fue hasta que el primer director General del colegio, José de Jesús Bazán Levy, propuso hacer algunas modificaciones al plan de estudios original. En entrevista vía correo electrónico, el doctor comenta:
“La revisión y actualización del plan de estudios del CCH tuvo lugar entre 1992 y 1996. Los trabajos estuvieron a cargo de comisiones de profesores de todas las áreas y de todos los planteles.
“Fue necesaria una reflexión que llevara a reconocer los problemas que afectaban el aprendizaje de los alumnos en las cuatro áreas generales: Matemáticas, Ciencias experimentales, Historia y Talleres de lenguaje”.
El doctor considera que en la década de los 90, la condición académica y social de los alumnos era diferente a cuando se concibió el plan original, ya que “además de que venían con muchas deficiencias de la secundaria, la mayoría de estudiantes carecía de apoyo familiar y del espacio físico indispensable para el estudio por cuenta propia”.
Hortensia Herrera Álvarez eligió estudiar en el CCH Sur por la cercanía a su casa y porque no tenía que gastar mucho en el transporte, es generación 1992-1995.
Comenta que un aspecto importante que se trabaja es el gusto por la lectura, capacidad de síntesis, terminología, comprensión de temas y la práctica del diálogo y la tolerancia, además de los idiomas inglés o francés.
Para Hortensia, en el CCH la cultura es relevante creando vínculos con la historia, lengua, costumbres y tradiciones.
Afirma que al ingresar resultó una falacia estudiar sólo cuatro horas al día. Dice que el primer y segundo semestres tuvo que pedir permiso en su trabajo para continuar con sus estudios.
Guadalupe reconoce que lo que no le gustó del CCH fueron los grupos porriles.
“Recuerdo que esos grupos hacían destrozos y me daba miedo cuando comenzaban a agredir a quienes no estaban con ellos”.
Tampoco lidiar con profesores “rudos” y “sin vocación”, pero la peor experiencia fue el acoso de otro docente, ante lo cual le ayudó no demostrar miedo.
Hay que mencionar que en los últimos años los medios de comunicación han difundido varios casos de inseguridad, violencia y acoso sexual en estos centros educativos.
De estos espacios también han egresado personajes como la periodista Carmen Aristegui, la cantante Eugenia León, la actriz Arcelia Ramírez y el caricaturista de este diario: Arturo Kemchs, generación 1976- 1979, quien publicó sus primeros cartones en la Gaceta del CCH.
“Un día me mandaron a llamar de la dirección y me mostraron todos los folletos y me preguntaron si yo los había hecho, pensé que me iban a correr, pero cuál fue mi sorpresa que me pidieron que hiciera un dibujo de varias de las carreras que ofrecía la UNAM en ese momento. Ese fue mi primer trabajo. Cuando terminé montaron una exposición con mi obra”, relata Kemchs.
Leonardo Bazán estudia en el CCH Naucalpan. Dice que lo que más le gusta es el ambiente cálido, para llegar viajaba dos horas desde su casa en Ecatepec.
Ahora toma clases virtuales: “Sí se nos está haciendo más fácil tomar clases en línea, son dos horas más de sueño para descansar”, pero la verdad, admite, ya quiere regresar a su escuela.
JOSÉ BAZÁN LEVY
Primer director del CCH
“Venían con muchas deficiencias de la secundaria, la mayoría de estudiantes carecían de apoyo familiar y del espacio físico indispensable para el estudio por cuenta propia”