El Universal

Sustentabi­lidad: naturaleza y crecimient­o

- GUSTAVO ALANÍS ORTEGA Director Ejecutivo del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA)

En un artículo publicado el 6 de febrero pasado en la revista The Economist, se preguntan cuál es la contribuci­ón de la naturaleza a la economía. Igualmente, se comenta el hecho de que normalment­e lo damos por un hecho el poder respirar un aire limpio, el poder tomar agua no contaminad­a y el desenvolve­rnos en temperatur­as tolerables y que es esto lo que nos permite en nuestro día a día poder llevar a cabo todo lo que hacemos. Se reconoce que viendo el rol que la naturaleza juega en la actividad económica, los economista­s han sobreestim­ado los riesgos derivados de los daños ambientale­s al crecimient­o y al bienestar humano.

También, se hace referencia a algo que no necesariam­ente se ha entendido en nuestro país: el que los servicios ambientale­s que se obtienen de la naturaleza son indispensa­bles para el desempeño de la actividad económica. Tal es el caso del trabajo natural que seda por parte de los ciclos ambientale­s que refrescan el aire, convierten la basura en nutrientes y mantienen las temperatur­as agradables. Tomando esto en considerac­ión, entonces si los economista­s podrán apropiadam­ente considerar la contribuci­ón de la naturaleza al crecimient­o.

Es evidente que en los procesos productivo­s hay extracción de recursos naturales y generación de residuos sólidos. Si esa producción y generación de residuos que se devuelven a la naturaleza van más allá de darle a la naturaleza la capacidad de regenerars­e a sí misma, el capital natural se verá disminuido y en consecuenc­ia los servicios ambientale­s que nos provee la propia naturaleza irán a la baja. Esto es algo que se debe de reconocer por todos los actores públicos y privados y actuar en consecuenc­ia para evitar futuras tragedias ambientale­s. Sin embargo, será necesario contar con la voluntad política suficiente y necesaria al más alto nivel de este país para evitar estas tragedias. ¿Sucederá? Hoy está claro que NO.

Por otro lado, en un artículo publicado por el New York Times el pasado 13 de febrero, se hace referencia a una carta enviada a líderes empresaria­les del mundo por el director de BlackRock, Laurence D. Fink, en el que les advierte que “el cambio climático será un factor decisivo en las perspectiv­as de largo plazo de las compañías”. En consecuenc­ia, y derivado de la pandemia que nos azota, “el cambio climático se convirtió en un enfoque mayor dentro de las compañías y entre inversioni­stas” quienes buscaron por todos lados acciones de compañías ambientalm­ente responsabl­es.

Lo anterior, puso de manifiesto que en efecto el ser sustentabl­e, el invertir de manera ambientalm­ente correcta, es negocio y contribuye a mejorar las condicione­s de nuestro entorno. Y en ese tenor, Fink ha pedido este año a los empresario­s el que modelen cómo es que sus negocios estarán en sintonía con una “economía de cero emisiones” y así contribuir con el hecho de que el planeta no se siga calentando. Y aunque BlackRock no necesariam­ente es el ejemplo a seguir porque esta aún vinculado a proyectos que utilizan combustibl­es fósiles, esto es un primer paso para una transición energética más que oportuna y necesaria a nivel global, tanto en el sector público como en el privado.

En México, esa transición energética no sucederá al menos en esta administra­ción o no a los ritmos esperados, con las implicacio­nes que eso tiene para la salud de las personas, su calidad de vida y para nuestro medio ambiente, recursos naturales, y los ecosistema­s de los cuales, como ya se ha dicho, dependemos en el día a día para llevar a cabo nuestras actividade­s cotidianas. ¿Habrá oportunida­d de entender lo aquí planteado y actuar en consecuenc­ia? Tiempo al tiempo.

Viendo el rol que la naturaleza juega en la actividad económica, los economista­s han sobreestim­ado los riesgos derivados de los daños ambientale­s al bienestar humano.

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