Prisa y endogamia, detrás de los problemas genéticos en animales
La creación rápida de nuevas razas, sobre todo con criterios estéticos o de producción, trajo aparejado una alta consanguinidad y enfermedades genéticas, revela un estudio que analiza 459 razas de cinco especies domesticadas: perros, caballos, gatos, cerdos y vacunos.
Científicos investigaron durante más de un año quiénes fueron sus fundadores y hallaron información sobre criadores (hombres, en su mayoría) de esas 459 razas, de las que 270 se crearon después del año 1800.
En el siglo XIX, el entusiasmo por los programas de cría selectiva de animales (y también de plantas), a menudo respaldados por familias adineradas y la aristocracia, dio lugar a la aparición de nuevas razas a un ritmo nunca antes visto y que aún se mantiene, señalan los autores en un artículo de la revista Animal Biodiversity and Conservation.
Desde entonces, argumentan, las razas seleccionadas durante milenios y adaptadas a las condiciones locales (por selección ambiental) empezaron a desaparecer o se vieron abocadas a la extinción al ser sustituidas por estas nuevas y estandarizadas.
Los contemporáneos de Darwin, apuntan los autores de la publicación, practicaban una forma de “selección sexual interespecífica” que favorecía la fijación de rasgos exagerados (ornamentales, en la mayoría de los casos) en las razas que pretendían crear.
“Las razas modernas (época industrial) se han gestado, en general, deprisa y corriendo”, lamenta Juan José Negro, de la Estación Biológica de Doñana, en España. Él, junto con investigadores de la Universidad de Sevilla y del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste de México, firman el artículo.
Estas razas, añade, son las que tienen más problemas de consanguinidad y enfermedades hereditarias, a diferencia de las que en su día se adaptaron a su entorno de manera natural, sin un régimen de cría controlada.
Este científico explica que la prisa y el ansia por producir más carne o, bien, por tener caballos más rápidos o más hermosos llevó consigo la aparición de problemas genéticos.
“Los criadores conseguían rápido lo que querían, pero con carácteres a veces perversos, como la sordera o animales más violentos. Eso sí, corrían más que nadie”, indica.
Otros ejemplos que destaca son los caballos tordos (de pelo blanco), los cuales sufren más incidencia de melanoma, y perros de determinadas razas que sufren alta incidencia de problemas respiratorios y oculares.
“La selección intensa de los siglos recientes es la que ha traído graves problemas a las razas industriales, que son las que están por todo el mundo”, resume Negro.
Sin embargo, los problemas genéticos persisten en las razas que ahora son populares y, prácticamente, todas son posindustriales, insiste el investigador español, para quien todavía existen muchos seleccionadores con el mismo criterio estético que antaño, pese a haber más conocimiento científico.
Negro, quien diferencia entre quienes “juegan a ser Dios” y los científicos que intentan mejorar los problemas que las razas arrastran por estas prácticas, concluye que la intervención humana en el manejo de animales durante la domesticación, separándolos de la naturaleza y llevándolos a las granjas, se ha hecho a costa del bienestar animal.
Otra de las conclusiones es que la creación de las 459 razas investigadas, a través de bibliografía, Internet o publicaciones científicas, se atribuye, de manera abrumadora, al hombre y esto, asegura Negro, conlleva un sesgo y ha influido en la manera de crearlas.
Sin embargo, recuerda, en la naturaleza son las hembras quienes suelen elegir las parejas, lo que se considera un rasgo adaptativo.