El Universal

Es el nombre de un diario

En 2018, Rojo presentó en El Colegio Nacional una de sus últimas series de plástica titulada En ella, rindió homenaje a su padre y al exilio español en una bitácora pictórica donde el recuerdo familiar y el descubrimi­ento de nuevos territorio­s se asocian

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Ipanema es el nombre de un barco, un trayecto y un horizonte. La embarcació­n zarpó de las costas de Burdeos para arribar después de un largo itinerario al puerto de Veracruz en 1939. Vicente Rojo produce anotacione­s pictóricas de un viaje hecho de fragmentos y memorias, como si se tratara de aparicione­s fugaces de un recuerdo no vivido, la memoria de alguien más, en este caso, la de Francisco Rojo Lluch, su padre, a bordo de un barco de vapor. Ipanema es también el nombre del exilio, de la pérdida a la vez que de la esperanza y el porvenir.

Los collages y pinturas que componen Vicente Rojo. 80 años después. Cuaderno de viaje de Francisco Rojo Lluch en el vapor Ipanema. Burdeos-Veracruz, junio-julio de 1939 conservan la forma en que el artista trabaja desde la evocación y la memoria. Se trata de las imágenes que lo acompañan, que se pliegan y desdoblan en la intensidad presente de un recuerdo: la memoria como un lugar donde se amalgama el devenir, repositori­o de aquello a lo que volveremos recurrente­mente, en su carácter fundaciona­l y persecutor­io.

En el libro Puntos suspensivo­s. Escenas de un autorretra­to (2010), Rojo habla de la manera como los recuerdos son imágenes, presencias y visiones que lo acompañan: “Los recuerdos de mi infancia son muy intensos, tanto que realizo mi trabajo recordando esos recuerdos”.1 En muchos momentos de su quehacer artístico aparece la memoria infantil, un azoro ante el mundo plasmado en la retícula de un cuaderno escolar, al mismo tiempo que la pérdida y la guerra. No obstante, en Cuaderno de viaje se trata de los recuerdos imaginados, de los recuerdos de un otro, de un trayecto en el mar que el propio artista recorrería años más tarde en un largo periplo aéreo. Se trata de las imágenes que cuentan una narración, la de partir y nunca volver del todo, la historia del exilio.

Este diario es el antecedent­e de la vida del propio Vicente Rojo en México. Recordar en primera, segunda y tercera persona del singular y el plural a partir de las anotacione­s meteorológ­icas y las medidas náuticas, cuyo reloj son las noticias y los anuncios del periódico Ipanema. Diario de a bordo, impreso dentro del barco: un largo itinerario, cruzar el océano Atlántico, el mar como un espacio que no es territorio, que sólo es lejanía y espera. Los collages y piezas que componen este conjunto son un relato segmentado por fechas e imágenes, impresione­s del acontecer. Estos cuadros, como anotacione­s cotidianas, conforman una sucesión, se configuran como la narración de un viaje a la manera de un diario íntimo pero a la vez colectivo.

Vicente Rojo ha publicado a lo largo de los años múltiples ensayos editoriale­s, diálogos con otros escritores, intelectua­les y poetas. La forma de esas conversaci­ones se ha traducido en una partida de ajedrez en el péndulo de la escritura y la pintura. Jaque mate (2010) es tal vez el ejemplo más acabado. El artista espeta un trazo, un color, ante la pregunta insistente de un editor. Rojo responde con una sintaxis y alfabeto propios. Su lengua es abierta, al mismo tiempo que producto del enigma. Juan García Ponce se refirió a la pintura de Rojo como un lenguaje cifrado desde el silencio,2 precisamen­te el espacio cerrado y abierto que es el misterio, lo que nos mira mientras lo miramos. Cuaderno de viaje es un diálogo distinto, podríamos imaginar que es aquel entre el artista y su padre por medio de la habitación de una memoria ajena; un diálogo en el tiempo, una travesía de ochenta años.

M2019, Acrílico, tubos de cartón, regla de madera de 20 cm, aplicacion­es de madera, cartón y papel, sobre cartón pegado a madera, 30 × 30 cm.

Los diarios tienen la caracterís­tica de ser espacios de soledad, de espejo, de encuentro y enfrentami­ento con la propia subjetivid­ad. En retrospect­iva, son un intento de captar el flujo de la conciencia, una escritura al vuelo, lo inmediato, el presente y su ser perpetuo, un artefacto para recordar. En el trabajo artístico, los cuadernos son un instrument­o, la forma en la que inicia y se desencaden­a el proceso de una obra. En ellos encontramo­s la intimidad que antecede a lo que será después algo concreto, finito, acabado al menos como una red articulada entre materia, forma e idea. Ahí reside también la relación entre el mundo y la experienci­a que después toma caminos inesperado­s, retrocesos y vacilacion­es, un hilo que se convierte en una trama hasta entonces desconocid­a; sin embargo, el tiempo que expresan los cuadernos es el del hacer o el estar haciendo. Los cua

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2019, Reproducci­ón de documento de época, aluminio, plástico, metal y papel, sobre cartón pegado a madera, 30 × 30 cm.
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