El Universal

“LA CAMPANA... ¿Y AHORA QUIÉN FALLECIÓ?”

En los pueblos como San Mateo Atenco se hacen sonar cuando alguien muere; con el Covid, ahora los encargados las tocan una vez por tantos decesos

- Texto y fotografía­s: LAURA JIMÉNEZ —nacion@eluniversa­l.com.mx

San Mateo Atenco, Méx.— “¿Y ahora quién se murió?”, pregunta la gente cuando escucha que doblan las campanas. Quienes anuncian la muerte en las parroquias aseguran que su tarea se ha vuelto rutinaria y dolorosa desde que empezó la pandemia, pues cada campanada simboliza a un familiar o amigo que ya no está.

“Escucho las campanas y me pregunto: ¿Y ahora quién se murió?” En los pueblos, quienes tocan las campanas de las parroquias llevan cuenta del número de fallecimie­ntos por barrio. Entre otras labores, ellos anuncian la muerte. Por el Covid-19, las ceremonias religiosas se suspendier­on, pero se incrementó su trabajo de doblar las campanas para dar a conocer los decesos.

Mientras la gente estaba en confinamie­nto, desde sus casas podían escuchar el sonido que da a conocer el luto. Desde hace ocho años, Lino Peña Nova trabaja en la parroquia de San Miguel Arcángel que está en el municipio de San Mateo Atenco, en el Estado de México. Mientras estuvo cerrado el templo, él se quedó a resguardar el lugar. En la pandemia, Lino ha tenido que doblar las campanas para despedir a familiares y amigos.

“El caso que tengo más en mente fue el de la familia Piña; empezó con los síntomas el yerno, después su suegro, luego la esposa y la nuera, y así sucesivame­nte se fueron contagiand­o. Se murieron seis personas de la misma familia. Ahí empezamos a ver que venía el problema muy fuerte”, recuerda.

El hermano de Lino trabaja en la parroquia de la Inmaculada Concepción, en el mismo municipio. Marco Peña Nova lleva 20 años al servicio de la iglesia.

La razón por la cual los hermanos escogieron esta vocación es porque su padre era sacristán, pero enfermó, le detectaron agua en los pulmones y pidió a Marco que se hiciera cargo de su puesto mientras se recuperaba, pero eso no ocurrió, su padre falleció al poco tiempo. Ahora Marco se encarga del mantenimie­nto de la parroquia.

“Fue en mayo cuando la situación estuvo más difícil, porque mucha gente no creía, entonces no se cuidaron y hubo muchos muertos. Cuando vieron los casos se preocuparo­n por protegerse. En esta pandemia nosotros no descansamo­s, diario tocaba, todas las semanas. La gente llegaba y me preguntaba: ‘¿Quién falleció?’”, cuenta Marco.

“Se dobla cuando están velando, y cuando van al sepelio se doblaban dos veces por difunto, pero cuando se incrementó el número de muertos decidimos solamente tocar una sola vez”. Por teléfono le avisaban a Marco de las personas que habían perdido la vida.

“No quiero recordar el número de campanadas que di en el año. Ahora siguen sonando los toques de duelo y aun así, pasas por las calles y aún puedes ver personas sin cubrebocas”, lamenta.

La informació­n oficial sobre Covid-19 del Estado de México muestra que el 1 de mayo de 2020, el municipio de San Mateo Atenco reportaba 6 casos de contagio, pero ningún deceso.

El 20 de mayo registró sus dos primeras defuncione­s por el virus. Para junio eran 192 los contagiado­s y 38 los muertos por coronaviru­s.

En julio las cosas se complicaro­n para los habitantes del municipio, los dobleces de campana se hicieron continuos y anunciar la muerte se volvió rutinario y doloroso para quienes las tocaban.

La actividad principal de San Mateo Atenco es la venta y fabricació­n de calzado, pero con el confinamie­nto, los mercados de zapatos cerraron y los trabajador­es pararon su producción.

El 1 de enero de este año, el municipio reportó 746 contagiado­s y 109 fallecidos. Al 26 de febrero eran 840 casos y 147 defuncione­s. Para marzo, la localidad seguía sumando decesos.

En el Estado de México, Ecatepec es el municipio que mantiene un alto número de casos positivos y fallecimie­ntos por el virus; le siguen Toluca, Naucalpan, Chalco y Nezahualcó­yotl.

“Ya a estas fechas no me gusta doblar las campanas. Mucha gente me dice que ya no doble. Me dicen: ‘Aparte de que hace la campanada triste, yo nada más estoy pensando: ¿Y ahora quién se murió?’”, narra Antonio Bolaño, quien está a cargo de la iglesia de Santa María Magdalena, en Atenco.

“En el mes de febrero, durante 10 días estuve tocando las campanas diario. ¿Se incrementó mi chamba? No tanto, pero sí se incrementó el miedo afuera porque yo estaba haciendo mi chamba. La gente está asustada; en lo personal yo creo que la mitad es miedo y la otra es la enfermedad”, dice.

“Mi vecina de Buenavista murió de Covid y su hijo también. Ella falleció a las 12 de la madrugada y su hijo a las 2. Fue su hija la que vino a pedirme que doblara las campanas. En Calzada del Panteón vivía un señor que desde hace dos años venía todos los miércoles a la 1 de la tarde y se quedaba hasta las 2 orando. De pronto Benito dejó de venir. Una tarde me dijeron que doblara las campanas. Murió Benito por Covid”, relata.

La importanci­a de hacer sonar las campanas es con el fin de informar a la población. “Las campanas son emblemátic­as a lo largo de la historia. En cuestiones personales, tiene importanci­a porque de lo contrario la gente no se entera. Estamos en una sociedad en la que no nos interesa el que vive junto, ni enfrente, ni el del otro lado (...) Yo doblo las campanas y la gente viene a preguntarm­e quién falleció, en ocasiones son conocidos de vista o comadres, así que les llevan veladoras o flores. El hecho de doblar se convierte más en una cuestión informativ­a, pero también representa que hay duelo en una casa y se hace un llamado a la comunidad para acompañarl­a”.

Al cancelarse las ceremonias de cuerpo presente, las personas sólo deseaban que se doblaran las campanas.

Existe una gran diferencia entre doblar y replicar las campanas, la primera es lenta y representa el luto, mientras que la otra es un llamado de celebració­n. Ahora que se reabrieron las iglesias, la gente solicita misa para sus difuntos.

ANTONIO BOLAÑO Encargado de iglesia en Atenco “[Benito venía todos los miércoles a orar]. De pronto dejó de venir. Una tarde me dijeron que doblara las campanas. Murió Benito por Covid”

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Lino Peña Nova es el encargado de la iglesia de Santa María Magdalena, en San Mateo Atenco.
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Marco Peña, hermano de Lino, trabaja en la parroquia de San Miguel Arcángel; dice sentir dolor cada que dobla las campanas.

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