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Menores centroamer­icanos pasan frío, hambre e insegurida­d acompañand­o a sus padres o familiares a la frontera; migrantes piensan que es más fácil obtener visa humanitari­a

- SANDRA TOVAR Correspons­al —estados@eluniversa­l.com.mx

Reynosa.— Centroamer­icanos que buscan cruzar a Estados Unidos habilitaro­n el lugar como albergue. En la ola migratoria los niños han sido los más afectados: pasan frío, hambre e insegurida­d acompañand­o a sus padres o familiares, quienes los llevan porque creen que así será más fácil obtener la visa humanitari­a. El gobierno de Biden dijo que van contra la corrupción para frenar la migración.

En la ola migratoria iniciada con la llegada de Joe Biden a la presidenci­a de Estados Unidos, los menores de edad centroamer­icanos han sido los más afectados, pues son llevados a la frontera norte por sus padres, en ocasiones contra su voluntad, con la idea de que podrían facilitar su acceso.

Sin embargo, los menores son los que padecen las malas condicione­s del viaje y en ocasiones son separados de sus padres o terminan frustrados y extrañando a su familia.

Si algo tienen en común Yari, de ocho años (Honduras); Yobani, de 10 (El Salvador) y Vanessa, de nueve (Nicaragua), es que fueron utilizados por sus padres para intentar alcanzar “el sueño americano”.

Estos pequeñitos coinciden en afirmar que a sus familiares les indicaron que con un menor de edad sería más fácil que la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza les brindara una visa humanitari­a para residir en Estados Unidos y, aunque el peligro es constante, no tuvieron elección.

Yari asegura que aunque su madre se negaba a dejarla viajar, finalmente accedió para que su esposo pudiera ingresar a EU. “Mi papi la convenció. Mi mami decía que como yo era niña era más peligroso, que mejor viniera mi hermano, pero como es muy pequeño, no podía viajar”.

Cuenta que salieron de Honduras el 13 de febrero y que lo recuerda bien, porque fue el día de su cumpleaños: “Viajamos mucho en bus, no sé cuánto, porque a veces cuando nos íbamos era de noche, luego de día y otra vez de noche. Trajimos una mochila con ropa y mi papi me compraba de comer”, relata.

Yobani dice que no le pidieron su consentimi­ento para viajar a Estados Unidos, pues de haberlo hecho, hubiera dicho que no.

“Los niños no debemos pasar esto, a veces tenía mucho frío, mucha hambre; yo quería estar en mi casa, jugar con mis amigos, pero tuvimos que venir con mi mamá”, lamenta.

Yobani, al igual que su hermano Carlos, salieron de su país, El Salvador, por cuestiones de seguridad: “Mi papá se fue no sé a dónde, pero un día me dijeron que lo mataron y también a mi tío. Por eso mi mamá dijo que nos teníamos que ir”, cuenta.

Vanessa, por su parte, relata que en Nicaragua su familia a veces no tenía que comer, su padre se quedó sin empleo y su mamá está embarazada.

“No me gusta [viajar] porque hace frío; a veces me asusta que sea de noche. Quiero irme a mi casa, pero dice mi papá que no tiene dinero, que tenemos que esperar unos días”.

Para Rosalva Valentina López, titular de la Procuradur­ía de Protección a Niños y Adolescent­es del DIF Reynosa, los padres no deben guiarse por informació­n falsa respecto a que será más fácil ingresar a EU si traen consigo a un menor.

La procurador­a informó que, sólo este mes, han atendido a seis menores de El Salvador, nueve de Guatemala, 49 de Honduras y uno de Nicaragua, los cuales han ingresado al Centro de Atención a Menores Fronterizo­s (Camef).

Indicó que cuando autoridade­s federales solicitan el alojamient­o de un menor, se le brinda la asistencia social integral en alguno de los centros del DIF, pero aclaró que por la pandemia, el Camef tiene una capacidad limitada de 40 personas. •

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Los menores de edad son los que padecen las malas condicione­s del viaje y en ocasiones son separados de sus padres o terminan frustrados y extrañando a su familia, al no cruzar la frontera para llegar a Estados Unidos.

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