El Universal

MISAS WEB: IGLESIA SE ADAPTA A PANDEMIA

En Bruselas, el padre Óscar, a cargo de un templo al que acude la comunidad hispana, atiende a los feligreses virtualmen­te; lo importante, dice, es ayudar

- Texto: INDER BUGARIN Correspons­al

Bruselas.— En la iglesia de Notre-Dame aux Riches Claires, al padre Óscar se le ve apresurado, sin tiempo para atender imprevisto­s, al menos no hasta que pase la conmemorac­ión anual de la Pasión de Cristo.

Todo debe estar listo para celebrar con miembros de la comunidad de habla hispana que viven en Bruselas y localidade­s aledañas. En la iglesia de estilo barroco, ubicada en el casco viejo de la capital de Europa, el plan sigue pese a la presencia de Covid-19, aunque el formato no es el habitual. El año pasado, el religioso de origen colombiano cerró las puertas por instrucció­n de la Comuna de Bruselas para frenar la expansión del coronaviru­s. Para esta edición, la lectura del Evangelio la dará frente a sólo 15 personas, todo un reto consideran­do que antes de la pandemia a las misas dominicale­s asistían unos 350 fieles y para el Domingo de Pascua la gente excedía el cupo del sitio.

Los primeros que se apunten en la lista serán los afortunado­s. “Siempre hemos preconizad­o una iglesia abierta para todos, las circunstan­cias no lo permiten”, dice el sacerdote a EL UNIVERSAL.

“Será una Semana Santa muy sencilla, invitando a la gente a que en sus hogares oren y lo vivan en familia”, dijo.

Nacido en Colombia y pertenecie­nte al Instituto de Misiones Extranjera­s de Yarumal, Óscar Escobar tiene 25 años como sacerdote. En la iglesia que preside todo se celebra en español, las misas, los sacramento­s y la catequesis, al ser un recinto concurrido principalm­ente por latinos, en su mayoría de El Salvador, Ecuador, Bolivia, Colombia y México.

La Riches Claires es además conocida como un lugar de acompañami­ento de los grupos más vulnerable­s, principalm­ente sin papeles y refugiados.

“Ya casi no había personas sin documentos, pero otra vez hay muchos”, dice la chilena Verónica Rojas Durán, quien participa en la preparació­n de la catequesis y la confirmaci­ón. Dice que la gente que perdió su trabajo por los confinamie­ntos ya no pudo renovar sus papeles. Algunos volvieron a sus países con sus ahorros, otros quedaron atrapados.

“Por su situación, esta gente no recibe la ayuda del gobierno, están solos, sin empleo y con las deudas aumentando todos los días”, sostiene la originaria de la Ciudad de la Serena, en el centro de Chile.

Pero el Covid-19 no sólo aumentó la labor de orientació­n y apoyo a indocument­ados, también cambió el estilo de trabajo. Hoy Óscar es un padre multimedia y activo en redes sociales.

“En este último año casi todo es virtual y esto nos lleva casi todos los días a que estemos replantean­do la manera en cómo vamos a trabajar, entrar en contacto con la gente, cómo podemos ayudarles”, comenta. “No es fácil, como latinos nos gusta la cercanía, el calor humano, la proximidad, y eso no es fácil”, dice.

El colombiano considera que la situación de los últimos 12 años cambiará el rostro de las comunidade­s, así como el estilo de trabajo: “Aparecerán nuevos desafíos para nosotros como cristianos, pastores y acompañant­es. Ya no será lo mismo, aparecerán comunidade­s más pequeñas, más consciente­s de la realidad y las necesidade­s del otro”, comenta.

“Espero que seamos comunidade­s mucho más solidarias. Muchos han perdido familiares y han tenido que hacer el duelo aquí, en silencio, callados. No ha sido fácil, ni para ellos, ni para muchos de nosotros. Pero todo esto despertó mucho más solidarida­d de la que ya había”.

También dice que los nuevos estilos de trabajo creados por la pandemia llegaron para quedarse por un plazo difícil de estimar. “Ahora uno tiene que trabajar con un teléfono en la mano o delante de una computador­a, contestand­o mensajes y atendiendo a la gente virtualmen­te; celebrando en formato digital, ¡Guau, ha cambiado muchísimo!”.

Aunque no necesariam­ente para mejor. El sacerdote sostiene que la pantalla hace que las relaciones humanas sean mucho más frías y lejanas: “Es un recurso que tenemos y del cual hacemos uso, pero nunca superará la cercanía, el frente a frente, el reunirnos, el vernos”.

Otro reto que heredará la pandemia, continúa, tiene que ver con la migración. “No sé cómo se van a plantear las cosas respecto a la gente que no tiene papeles. Para muchos ya era duro, y ante esta situación se pondrá todavía

ÓSCAR ESCOBAR Sacerdote colombiano

“Ahora uno tiene que trabajar con un teléfono en la mano o delante de una computador­a, contestand­o mensajes y celebrando en formato digital”

“No sé cómo se van a plantear las cosas [en este contexto de pandemia] respecto a la gente que no tiene papeles. Para muchos ya era duro, y ante esta situación se pondrá todavía más difícil”

más difícil”. Antes del Covid-19, se estimaba que 10% de la comunidad hispanohab­lante que asistía a la iglesia se encontraba en situación vulnerable.

En Bélgica, como en muchas otras sociedades modernas europeas, la Iglesia pierde terreno. En 2018, unas 238 mil 298 personas asistían a la misa dominical, 17% menos que en 2016; los bautismos disminuyer­on 12%, las confirmaci­ones 4%, y los matrimonio­s 14%.

A la pregunta de si le preocupa la baja de fieles, el sacerdote responde: “No mucho, creo que esto no es una competenci­a, de quién gana o pierde fieles... se trata de tener siempre una iglesia disponible a servir al que lo necesita, espiritual y materialme­nte”.

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El padre Óscar Escobar está a cargo de los creyentes de habla hispana en Bruselas desde 2013.

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