El Universal

ABARROTAN PLAYAS

Visitantes, sobre todo de la Ciudad de México y el Estado de México, arriban a las playas y se olvidan que la crisis sanitaria no ha terminado; pocos siguen instruccio­nes

- ARTURO DE DIOS PALMA Correspons­al —estados@eluniversa­l.com.mx

Acapulco Gro.— La Semana Santa fue un respiro, en medio de la pandemia, para miles de vacacionis­tas que llenaron las playas de Caleta y Caletilla, donde a pesar de la vigilancia de autoridade­s, las medidas sanitarias fueron laxas y sin sana distancia.

El domingo, Elpidia Cruz, de 77 años, y su esposo Tereso Medina, de 80, se formarán en uno de los puntos de vacunación de la alcaldía de Iztapalapa, en la Ciudad de México, para recibir su primera dosis de la vacuna contra el Covid-19, pero hoy disfrutan de la playa, del calor, de la brisa del mar en Caletilla.

Elpidia y Tereso rompieron su confinamie­nto de casi un año este jueves para echarse un acapulcazo. “Esto es como para estirarnos de tanto encierro”, dice Elpidia con su cubrebocas puesto y su sombrero de palma, sentada en una mesa a la orilla del mar en la famosa playa de Caletilla.

“¿No sintió miedo de venir sin estar vacunada?”, se le pregunta. “No, yo siempre he estado tranquila, no tengo miedo, me cuido mucho; lo que me está afectando más es el estrés por estar encerrada”, contesta.

Con la pandemia por Covid-19, la vida de Elpidia y Tereso tomó un vuelco radical: “Nosotros somos muy activos, siempre en la calle y, de repente, nos encierran”, cuenta Elpidia.

Son comerciant­es ambulantes en la Ciudad de México. Andan de tianguis en tianguis vendiendo trastos, pero con la pandemia, sus hijos decidieron no dejarlos trabajar para evitar contagios.

Rocío Medina, la hija de ambos, explica que ya era necesario un respiro para sus padres y su hija, una niña de cinco años que no para de jugar en la arena. “Vinimos porque se dio la oportunida­d, pero lo estamos haciendo con todos los cuidados”, dice.

En efecto, los cuatro portan cubrebocas. Se ven relajados, Tereso está sin playera y Elpidia descalza. Cuando termina la plática, Tereso decide echarse un chapuzón y Elpidia se acerca a una de las rocas para mojarse los pies con lo último de la ola.

Como Elpidia y Tereso, este Viernes Santo en Caletilla y Caleta hay muchos adultos mayores que disfrutan la playa a casi un año de pandemia.

Este periodo vacacional, otra vez, se convierte en un respiro en la crisis sanitaria. Para los turistas significa más libertad. En Caleta y Caletilla muy pocos usan el cubrebocas, muy pocos.

Las medidas sanitarias son muy laxas: en los accesos hay módulos de desinfecci­ón que utiliza el que quiere, y en la playa, militares y funcionari­os encabezan una tímida operación, donde reparten un cubrebocas por palapa y a través de un altavoz lanzan un mensaje a los turistas para que cumplan con las medidas sanitarias que sólo unos pocos entienden por la mala calidad del sonido.

Y para los acapulqueñ­os es la oportunida­d de obtener un poco de dinero tras uno de los peores años para el turismo en el país.

Este es el segundo periodo vacacional durante la pandemia que Acapulco se abre para los turistas. En diciembre, el gobierno de Guerrero declaró color amarillo en el semáforo sanitario.

Económicam­ente hubo una recuperaci­ón, pero en la enfermedad hubo un retroceso: en enero se vivió la peor etapa de la pandemia, superaron todas las cifras de contagios, hospitaliz­ación y fallecimie­ntos. Esta vez, se espera que ocurra algo similar, lo que los expertos han llamado la tercera ola Covid-19.

Sin embargo, el pronóstico de los prestadore­s de servicios en lo económico no es alentador. José Luis Aguilar Salmerón es mesero en Caleta. Se tomó el tiempo de platicar por más de media hora mientras esperaba clientes. Caleta lució este viernes a 50% o 60% de su capacidad, pero afirma José Luis que no todos los visitantes están consumiend­o.

“Hay gente, pero están gastando con mucho cuidado”, lamenta el trabajador.

En estos días, a su casa no ha llevado más de 600 pesos, cuando antes en días como estos juntaba, entre comisiones por los platillos que vende y propinas, hasta 2 mil 500 pesos. Otros prestadore­s turísticos coinciden con José Luis: hay gente, pero está limitando su gasto.

Acapulco este viernes amaneció con una ocupación hotelera de 45.3%, de acuerdo con la Secretaría de Turismo en Guerrero; 15 puntos por debajo del aforo permitido.

En estas vacaciones, Acapulco no ha logrado llegar a 60% permitido, tal vez porque en los lugares de donde provienen la mayoría de sus visitantes —el Estado de México y la Ciudad de México— están en pleno proceso de vacunación.

ELPIDIA Turista de la Ciudad de México “Yo siempre he estado tranquila, no tengo miedo, me cuido mucho; lo que me está afectando más es el estrés por estar encerrada”

JOSÉ LUIS AGUILAR SALMERÓN Mesero “Hay gente [que viene de vacaciones a las playas de Acapulco], pero están gastando con mucho cuidado”

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En las playas de Caleta y Caletilla, en Acapulco, se observaron familias completas sin guardar sana distancia. Sin embargo, autoridade­s informaron que esa zona turística está 15 puntos abajo del aforo permitido.
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Militares y funcionari­os reparten un cubrebocas por palapa, y a través de un altavoz piden aplicar las medidas sanitarias.

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