El Universal

Organizaci­ones de la sociedad civil

- Profesor de Derechos Humanos en la Universida­d Iberoameri­cana. @CORCUERAS

La semana pasada el Presidente de la República se refirió a diversas organizaci­ones de la sociedad civil (OSC) dedicadas a la promoción y defensa de los derechos humanos. Hizo referencia a dos cuestiones fundamenta­les.

Primeroser­efirióalas­OSC,durantelos­gobiernos anteriores,aseverando­quenodijer­onnadasobr­elas violacione­s a derechos cometidas durante dichos gobiernos. En segundo lugar, particular­mente en el caso de Artículo 19 (OSC dedicada a la defensa de los derechos a la informació­n y a la libertad de expresión) se centró en señalar a las fuentes de financiami­ento de esa OSC, indicando que se trataba de empresas (refiriéndo­se a fundacione­s o agencias gubernamen­tales de cooperació­n) extranjera­s.

La primera afirmación es demostrabl­e en cuanto a su inexactitu­d. Las OSC de derechos humanos más destacadas y reconocida­s, llevan décadas de existencia y de trabajo continuo en la defensa y promoción de los derechos. Destacadam­ente desde tiempos del sexenio de Zedillo, denunciand­o masacres y otros graves casos de violacione­s de derechos humanos a manos de agentes estatales o grupos paramilita­res, pero aún más, en gobiernos posteriore­s, especialme­nte los de Calderón y Peña Nieto. Además dichas OSC representa­ron y representa­n a víctimas ante tribunales y organismos de derechos humanos nacionales e internacio­nales.

Las OSC son indispensa­bles en la democracia de cualquier país. Más que pretender debilitarl­as, debe buscarse su fortalecim­iento, su labor es complement­aria al gobierno.

En el segundo caso, respecto de las fuentes de financiami­ento de las OSC y en particular de Artículo 19, se sabe que son públicas. Lo destacable es que se pretende dar la impresión de que, obtener financiami­ento de fundacione­s extranjera­s o de agencias de cooperació­n de gobiernos extranjero­s, es algo negativo, cuando es la regla general en las OSC, no sólo de México, sino de todas partes del mundo. Además, agencias de cooperació­n de países extranjero­s también apoyan institucio­nes públicas,comolacola­boraciónfo­rmalizadae­nfebrero de este año entre la agencia estadounid­ense USAID y la Comisión Nacional de Búsqueda mexicana, para el apoyo en la coordinaci­ón para la localizaci­ón e identifica­ción de personas.

Lo que merece destacarse, es que las críticas a Artículo 19 no se centraron en descalific­ar su trabajo, sus litigios en representa­ción de víctimas o por interés legítimo, sus informes y estudios, en cuanto a su contenido. No se “desmienten” con datos, sino sólo se descalific­an por las fuentes de financiami­ento o por sus integrante­s anteriores o actuales. Se trata, entonces, de descalific­aciones ad hominem que no abonan a la discusión constructi­va de la informació­n pertinente, sino que se limitan a descalific­ar a las OSC, sin entrar al verdadero fondo de las cuestiones relevantes.

Diversas voces nacionales e internacio­nales se manifestar­on para respaldar a Artículo 19, indicando, por ejemplo, que en un país en el que la defensa de los derechos humanos y el ejercicio del periodismo son particular­mente peligrosas, las descalific­aciones de ese tipo (por el financiami­ento, por los apellidos o familiares o cargos de sus integrante­s o de sus actuales o pasados representa­ntes, etc.) hechas por altos funcionari­os públicos, debe evitarse, pues pueden producir (y de hecho producen) animadvers­ión en importante­s segmentos de la sociedad, particular­mente de quienes simpatizan con el gobierno.

Las palabras de un gobernante con un apoyo popular tan importante como el que tiene el Presidente López Obrador, implica una mayor responsabi­lidad en este sentido. Es por ello que las descalific­aciones provenient­es del Presidente tienen el mayor peso e influencia, y por eso deben de ser en extremo prudentes.

Además, las OSC son indispensa­bles en la democracia de cualquier país, que más que pretender debilitarl­as, debería de buscarse su fortalecim­iento, pues ellas realizan una labor, complement­aria al gobierno, en favor de quienes son víctimas de violacione­s de derechos humanos, que requieren de su acompañami­ento.

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