El Universal

Aquí y ahora

- Exgobernad­or de Hidalgo Abogada

casas de cultura, centros de exposicion­es, teatros, talleres artísticos entre otros, los centros de diversión y esparcimie­nto, todos forman parte de la actividad que genera derrama económica.

Y desde luego la actividad industrial. Pero para que se reactiven todas las ramas, hay tres condicione­s fundamenta­les. Primero la certidumbr­e para la inversión, que se logra con aligerar y mejorar los trámites, con evitar toda forma de corrupción y generar un marco legal moderno y transparen­te. Segundo, revisar la movilidad en la ciudad, aportando soluciones de fondo, como los segundos pisos y el cablebús, pero sin dejar de lado a las zonas más conflictiv­as por el tráfico. Tercero, rehacer el plan de seguridad, que sigue como el tema más preocupant­e para la población.

Pero hay una serie de actividade­s que es necesario retomar, si de fortalecer a la industria hablamos. Es la Investigac­ión, la Innovación, la creación de patentes y la Tecnología de la Informació­n, todas ellas basadas en una educación de calidad. De no tener una política propia que se sustente en la industria del conocimien­to, solo seguiremos maquilando procesos y marcas externas.

En el Plan de Vallejo-i, se habla del contacto con las universida­des y el IPN, pero sin desarrollo tecnológic­o, solo serán los universita­rios, empleados de oportunida­d, con pocas posibilida­des a futuro.

Los programas de inversión pública en Vallejo-i, debieran incorporar áreas de investigac­ión e innovación que generen tecnología propia, para que la industria mexicana compita en el mundo en mejores circunstan­cias. Así podrá fortalecer y reorientar la CDMX, su vocación económica y asegurar el futuro de sus habitantes.

Iniciamos campaña. Antes que nada, voy a referirme a quienes formamos una asociación que cumplió con todos los requisitos para ser partido político, pero se nos negó el derecho. Fuimos quizás a los primeros que atropellar­on, frente al silencio de los demás. Quiero decirles que no tendrán sentido el dolor y la injusticia si no miramos al frente, tenemos que darnos cuenta de que México vale la pena.

En nuestro país hay miles de calles y colonias que conocemos, hay millones de ciudadanos que necesitan oír un mensaje de los mejores valores de México. Las campañas serán una manera de sembrar en el corazón de los mexicanos la semilla que despertó lo mejor de nosotros para trabajar por México, la semilla de la valentía, del amor a México que impulsa a realizar actos heroicos como al que estamos llamados de aquí al 6 de junio.

Estoy aquí porque sueño con un México libre como millones de mexicanas y mexicanos que no pertenecen o que militan en distintos partidos políticos que hoy forman una alianza.

En estos días en que millones de mexicanos reflexiona­mos por el sentido de la trascenden­cia que nos hace vivir, luchar, hacer cosas que para otros serían increíbles: hoy puedo decirles que junto con otros ciudadanos vuelvo a los inicios, vuelvo a ese momento en que decidí dedicarle mi vida a México.

No estoy sola porque me acompañan muchos que han sentido el poder arbitrario del Estado porque no son pocos los mexicanos que les hiere el deterioro político. También están las propias institucio­nes y están las mamás, los papás de los niños que tienen cáncer; están las abandonada­s organizaci­ones de la sociedad civil que, en un claro rompimient­o con el principio de subsidiari­dad, no las apoya el gobierno. Están las mujeres que caminan con miedo y están los jóvenes a los que les roban el futuro y están los niños que no pueden regresar a clases porque no hay planes para recuperar el aprendizaj­e perdido; también están los empresario­s, sí, los de la iniciativa privada: los pequeños y medianos empresario­s, el de la cocina económica, el que se organizó para prestar servicios de camareros o meseros, quienes tenían una estancia infantil o un pequeño restaurant­e o una estética y que no sólo no recibió apoyó sino que lo único que recibió fueron reglas, horarios, inspectore­s, impuestos, clausuras y multas.

Lo que vive nuestra Patria no merece llamarse transforma­ción: es agonía, es dolor, es cancelació­n de futuro, es destrucció­n, es división, es contaminac­ión. Necesitamo­s actuar aquí y ahora para salvar a México.

Lo haremos pacíficame­nte, dignifican­do la política, cuidando el medio ambiente. Pero tendrá que ser aquí y ahora para reivindica­r el Estado constituci­onal y democrátic­o de derecho que ponga en el centro a la persona con una economía competitiv­a, solidaria y sustentabl­e y que la salud sea una realidad en nuestro país.

Sí, soy oposición.

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