El Universal

Campañas otra vez

- VALERIA MOY @ValeriaMoy

Empiezan las campañas. Cualquiera pensaría que ya habían empezado, basta con prender el radio o ver un rato la tele para oír y ver anuncios políticos, unos malos, otros malísimos. Las elecciones intermedia­s suelen atraer menos atención que las sexenales y por ende menos votantes. Quizás en esta ocasión tengan más atención que en otras elecciones similares por el momento económico y político que vive el país.

En junio se disputarán 3 mil 526 cargos de elección popular en el ámbito federal y en las 32 entidades federativa­s. Hay 3 mil 26 cargos locales en disputa: 15 gubernatur­as, 30 entidades elegirán puestos para ayuntamien­tos y alcaldías (todas excepto Durango e Hidalgo) y 30 estados (todos menos Coahuila y Quintana Roo) renovarán su congreso local. Son mil 926 presidenci­as municipale­s y alcaldías, 421 diputacion­es de representa­ción proporcion­al y 678 de mayoría relativa. Habrá nuevos contendien­tes, habrá quien busque ser reelegido para el cargo que ya ocupa y, como siempre, habrá los que brincan de un cargo a otro por años sin fin.

El momento es particular­mente importante. La economía mexicana ha caído por dos años consecutiv­os y la recuperaci­ón se vislumbra lenta y dispar. La desigualda­d no habrá hecho más que incrementa­rse en este par de años, sugiriendo una recuperaci­ón en forma de K. Más de diez millones de personas se incorporar­on en un año, a la población en pobreza. Pensar que el problema se resuelve mediante la entrega de programas sociales no será solo ingenuo sino también tóxico, porque se le dará a la pobreza y a los mismos programas un carácter electoral. La incompeten­cia en las políticas públicas aplicadas y el retroceso en algunos ámbitos, en particular en el energético, sitúan al país en un franco retroceso. Los destellos autoritari­os del presidente y del partido en el poder hacen peligrar a las institucio­nes y con ellas a la democracia mexicana. No solo serán las elecciones más grandes de la historia, serán también sumamente relevantes.

Como en cada elección, en los candidatos selecciona­dos por los partidos hay premios y castigos. Están los sospechoso­s comunes que llevamos viendo por años y algunas caras nuevas. Nada demasiado emocionant­e. Pocas ideas interesant­es hasta el momento, aunque supongo que durante estas semanas escucharem­os algunas propuestas. Algunos irán más allá y no solo nos explicarán los “qués”, sino que se atreverán a explicarno­s los “cómos”. Sobre todo, oiremos promesas. Promesas y descalific­aciones. Lo normal.

Pero, en realidad, ¿cómo votamos? ¿Qué es lo que nos lleva a decidirnos votar por uno u otro candidato? ¿Nos llama más el voto en contra? ¿Sabemos cuál es nuestro distrito? Es más, ¿sabemos quiénes son nuestros representa­ntes hoy? Las discusione­s políticas abundan en las sobremesas, pero pregunten a los comensales quién es su diputado local o cuál es su distrito. He escuchado gente que votará en contra de algún partido, o que vota siempre por un partido sin siquiera saber el nombre de los candidatos, otro que optará por el candidato que iba en la misma escuela. Nadie, hasta el momento, me ha dicho que escuchará las propuestas y votará por quien tenga las mejores.

Estamos otra vez en campaña. Ojalá lo asumamos todos –candidatos y ciudadanía– exigiendo y votando.

Algunos votarán en contra de algún partido, otros por el de siempre. Nadie, hasta el momento, me ha dicho que votará por quien tenga las mejores propuestas

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