El final de “Billy” Álvarez y Cruz Azul
Afinales de 2012, con 67 años de edad y 24 al frente de la dirección general de la Cooperativa La Cruz Azul, Guillermo Álvarez Cuevas reunió a sus colaboradores y asesores más cercanos para expresarle sus inquietudes. Les habló de su plan para perpetuarse en la dirección general prácticamente hasta el final de sus días.
El objetivo no era sencillo. Las reglas de una sociedad cooperativa se diseñaron para evitar que estas agrupaciones fueran manejadas como una empresa familiar; sin embargo, el control que el apellido Álvarez mantenía en la Asamblea General de la cementera desde los años 50 —cuando su padre Guillermo Álvarez Macías era presidente del Consejo de Administración— le permitía soñar en grande.
De acuerdo con la información que han revelado los implicados, en la reunión participaron los hermanos Guillermo y José Alfredo Álvarez Cuevas, su cuñado Víctor Garcés Rojo y su sobrino Mario Sánchez Álvarez, este último encargado del manejo financiero de la cooperativa. Los acompañaron el entonces director jurídico de Cruz Azul, Miguel Eduardo Borrell Rodríguez, y el polémico asesor legal Ángel Martín Sepúlveda Junquera; estos últimos con orden de aprehensión, escondidos en Miami y con intención de someterse a un criterio de oportunidad para delatar a ‘Billy’ Álvarez y cercanos.
Dada la complejidad de los fines, se dijo en esa reunión la necesidad de sacar recursos de la empresa para sobornar a cooperativistas disidentes y a autoridades involucradas en su regulación. Lo que fuera necesario para mantener el control de la organización y para amasar grandes fortunas.
Las recomendaciones emitidas por el abogado Sepúlveda Junquera derivaron en lo que hoy tiene al famoso “Billy” prófugo de la justicia: la construcción de una red de empresas fachada que permitiera desviar recursos de la cementera, argumentando la contratación de servicios que nunca se iban a realizar.
En su descargo, Sepúlveda Junquera aseguró en su escrito dirigido a la Fiscalía General de la República que la sugerencia se basó en un esquema que era común en La Cruz Azul, pues con este mismo modelo los Álvarez y sus cercanos descapitalizaron el Fondo de Pensiones y Jubilaciones de los cooperativistas, al que le sacaron por los menos unos 160 millones de pesos los 90.
Fue así que surgió el esquema de desvíos mediante empresas identificadas como Expertos en Asesoría Empresarial SA. de CV.; K&C Consulting SA. de CV.; Asesorías Profesionales Eicer SA. de CV.; Plexival SA. de CV.; Transau SA. de CV.; Aura Desarrollo Social SA. de CV.; Servicios Profesionales Baal SC.; Corporativo Facundia SA. de CV.; Hesperia Imagina SA. de CV. y Margen Asesores SC.
A través de esta nueva red diseñada por Junquera es que se habrían desviado 429 millones de pesos y 44 millones de dólares, mismos que “Billy” Álvarez movió en el sistema financiero y que son objeto de investigación por parte de la Unidad de Inteligencia Financiera de Santiago Nieto y de la FGR de Alejandro Gertz.
Además de la estrategia, se diseñó a partir de ese momento una legal que buscó sacar de la organización a todo cooperativista que mostrara intenciones de reclamar una monopolizada dirección, una afrenta que debía pagarse incluso con la cárcel, a través de delitos fabricados y judicializados con ministerios públicos y jueces “amigos”.
En este caso se encontraron los disidentes José Antonio Marín y Víctor Manuel Velázquez, el último denunciado penalmente hasta en 15 ocasiones desde 2015. Hoy el perseguido grupo dice tener el control, pero sin la historia y poder de los Álvarez se augura que en breve, quizá esta misma semana, tengan que ceder el mando a un nuevo socio.
El final de esta trágica historia está cerca.
Se dijo la necesidad de sacar recursos de la empresa para sobornar a cooperativistas