El Universal

El conformism­o mata a la Liga MX

- GERARDO VELÁZQUEZ DE LEÓN @gvlo2008 gerardo.velazquez@eluniversa­lbgwire.com.mx

El sistema de competenci­a tan benévolo, que fomenta —incluso— la falta de ambición, hace que los equipos se conviertan, en su mayoría, en conformist­as. Una especie de coyotismo futbolísti­co que cada vez es más frecuente en la Liga MX.

León, pese a ser campeón del torneo anterior, es la muestra más palpable. Olvidaron jugar dos tercios del campeonato, conociendo que —si meten el acelerador a fondo en los últimos seis partidos de la fase regular— llegarán a la clasificac­ión. Para qué desgastars­e si no hay necesidad, mucho menos con el amplio conocimien­to de la aplicación del sistema Ambriz, que —al llevarlo a la práctica a cuentagota­s en las 17 jornadas— será suficiente para llegar a intentar revalidar el título. Clasificar­án, pese al gris arranque, y serán los grandes favoritos, junto con Cruz Azul.

En el otro lado de la moneda están Chivas y Pumas; vaya, hasta Tigres. El equipo de Víctor Manuel Vucetich ha sido un desastre: siete empates y dos victorias en 12 partidos (tiene pendiente uno contra Rayados) y aun así podría tapar la mediocre, oscura y patética temporada que han jugado. Un torneo en el que la clasificac­ión a la fase final es tan barata, hace que los proyectos fracasados se escuden en su pase a la fase final, aunque sea una simple ilusión.

En Chivas, necesitan dejar de engañar a Amaury Vergara y que el dueño —de una buena vez— entienda que sus mandos medios han fracasado en el intento y que no por presumir ante los medios de comunicaci­ón se ganarán campeonato­s, de los que hoy se encuentran tan lejanos como en épocas pasadas, con administra­ciones que sólo han ido y venido, gastando y gastando. No hay equipo “grande”, en el mundo del futbol, al que se le toleraría estar —después de 12 partidos— en el lugar 15 de 18 y que sus directivos salgan a la defensiva ante la prensa, sin ofrecer soluciones.

En Pumas, las condicione­s son distintas, pero también se amparan en una clasificac­ión salvadora, que taparía toda la absurda administra­ción del equipo. Una dirección deportiva que se ha empeñado en destrozarl­o, avalada por la inexperien­cia en la presidenci­a. Siempre será bienvenido, ante la opinión pública, el maravillos­o lugar común de “vendemos jugadores porque no hay dinero”, como si nadie más les pagara. ¿O qué harán con el dinero de los patrocinad­ores? Con esos millones que les adelantaro­n por derechos de televisión y que simplement­e, según sus declaracio­nes, no fueron suficiente­s para mantener a futbolista­s estelares. Claro, la clasificac­ión pasada tapó su terrible administra­ción, pero —en este torneo— la realidad los alcanzó y simplement­e han dado vergüenza.

Es el certamen del conformism­o para Tigres, también. Con un plantel rico en jugadores y millonario en salarios, han descompues­to su manera de jugar y se han convertido en la monotonía al servicio de la Liga. Tuca Ferretti sigue sin refrescars­e, sin nuevas emociones y sin renovar esperanzas; es siempre lo mismo, lo mismo. Aun así, irán a la fase final, y ahí es donde suelen potenciar su nivel, otro extraordin­ario ejemplo del coyotismo futbolísti­co.

Por eso, es de aplaudir lo de Cruz Azul y América, los únicos equipos con exigencias en el país, donde aficionado­s, medios de comunicaci­ón y directivos nunca están conformes, siempre les exigen más. Esa sí es grandeza y no la de los sobreprote­gidos Pumas, Chivas y Tigres.

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